Elizette Toledo, instructora y jueza interacional de Wushu: “Lo imposible deja de serlo cuando alguien lo consigue”.
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Elizette Toledo, instructora y jueza interacional de Wushu: “Lo imposible deja de serlo cuando alguien lo consigue”.
Elizette Toledo nació en 1981 en la época en que ver televisión era conformarse con lo que estaban dando. Así es como se encontró con Kung fu, la serie cuyo protagonista, mochila al hombro, hacía largas caminatas y practicaba artes marciales. “Mi papá amaba esa serie y yo crecí muy familiarizada con ella. A los 11 años, mientras estaba en un taller de básquetbol -que nunca me gustó mucho-, vi que llegaban unos señores usando cinturones, señores de la misma onda de la serie. Y me acerqué. Se trataba de profesores de Kung fu que me dejaron inscribirme a mí y a mi hermano en ese taller que era municipal y gratuito. Nos quedamos ahí hasta que entré a la universidad a estudiar Enfermería”, cuenta.
Si bien la práctica de artes marciales siempre estuvo incorporada en su rutina, eso que partió como un hobbie con el tiempo se transformó los cimientos de una carrera profesional. Hoy Eli además de estar formando a nuevos árbitros en Chile y a nivel internacional, es la única latinoamericana en obtener el grado más alto en arbitraje de artes marciales chinas, Juez de Taolu Grado A y ha sido árbitro de eventos internacionales y de los World Games de Wushu, denominación general que se le da a las técnicas y movimientos del Kung fu tradicional que se adaptaron para hacerlo más competitivo a nivel internacional.
Llena de triunfos y logros, ha tenido también desafíos como poder complementar su trabajo de enfermera con las competencias y formaciones de artes marciales; dejar a sus hijos mientras viaja a arbitrar o a seguir especializándose en China o diferentes lugares del mundo: e incluso tener que ganarse su espacio por ser mujer y latina. ”Me he tenido que tragar la emocionalidad y convivir con ese tipo de cosas que están castigadas por la sociedad. Hay mucha carga para nosotras, pero ese recorrido ha valido la pena porque en parte sé que detrás mio vienen muchas más y eso me llena de orgullo y satisfacción”, cuenta.
¿Cómo es que de tan chica supiste que era esto lo que querías hacer?
Creo que tiene mucho que ver con la limitación de recursos. Crecí junto a mi familia en una toma en San Ramón y esta disciplina se fue transformando en mi vía de escape. Venir de una situación precaria de alguna manera fue mi motor. De las personas que vivían en esa misma toma, los únicos que estudiamos en la universidad y que logramos salir de ahí somos mi hermano y yo, y éramos 40. Practicar Kung fu era ir otro mundo, era abrir una puerta a algo muy distinto, era salir de muchas limitaciones. En las prácticas fui encontrando amigos que me impulsaron a estudiar y que me hablaban de cosas que en general no se hablaban en mi casa. Y no hablo solamente de limitaciones económicas, son limitaciones de todo tipo porque tus papás no se atreven a incentivar ni siquiera que sueñes porque esos sueños ellos no los pueden costear.
¿Cómo fue entrar en el mundo de las artes marciales siendo mujer y tan joven?
En ese tiempo creo que éramos dos o tres mujeres y al menos unos 40 hombres. Cuando competíamos, nos ponían a todas juntas, a mí de 13 años con 42 kilos junto a una mujer de 30 que pesaba 60 o 70. En el fondo era un poco como ‘hagan lo que puedan’. Uno termina siendo un niño más, casi intentando que no se note que eres mujer.
Estudiaste enfermería y ejerciste como enfermera, pero finalmente decidiste dedicarte por completo al Wushu. ¿Qué te hizo tomar esa decisión?
Trabajé muchos años en eso hasta que llegué a ser jefa de un centro médico y no podía hacer las dos cosas, no podía seguir pidiendo permisos, viajando. En Chile hay un decreto que dice que aunque tu deporte no sea Olímpico, si estás representando al país tu empleador está obligado a autorizarte, pero llegó un momento en el que tuve que elegir y decidí saltar al vacío y dedicarme de manera formal y rigurosa a esto.
¿Cuáles han sido los principales desafíos con los que te has encontrado en este camino?
Primero el solo hecho de ser mujer. Hay también barreras idiomáticas que tuve que saber aprender porque si no, me quedaba fuera. Y sin duda ser Latina. Yo soy la única hispanoamericana que está en el círculo de jueces recomendados y soy también la única mujer de habla hispana. Si bien ha habido cosas difíciles, es muy estimulante darse cuenta de que lo imposible deja de serlo cuando alguien lo consigue.
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