Elvis y el Comeback Special: cuando el Rey volvió a la vida

Elvis y el Comeback Special: cuando el Rey volvió a la vida

Era su remanso. El momento que más esperaba en el día. Cuando Elvis Presley acudía tras bastidores mientras grababa el especial televisivo pactado con la NBC para fines de 1968, sacaba su guitarra y se ponía a tocar viejas canciones junto a los que habían sido sus músicos al inicio de su carrera, a mediados de la década de 1950 cuando tocaba mucho country y música negra: entre otros, el guitarrista Scotty Moore y el baterista D.J. Fontana. Sonaba tan bien y Elvis se lo pasaba tan en grande que los productores le pidieron que hiciera eso mismo pero en el estudio con público. Reticente al comienzo, y muy inseguro, finalmente aceptó.

Eso es parte de lo que se cuenta en el reciente documental de Netflix El regreso del Rey: declive y resurgimiento de Elvis Presley. Dirigido por Jason Hehir, se trata de una producción que con múltiples testimonios y con la voz de archivo del mismo cantante, se enfoca en el llamado ‘68 Comeback Special de Elvis, con el que quería retomar el control de su carrera. Tras haber vuelto del servicio militar en 1960, y hacer unas pocas presentaciones en vivo, su manager, el “Coronel” Tom Parker lo obligó a enfocarse en el cine y dejar de lado las giras y los álbumes. Así, el Rey se vio filmando películas absurdas que lo ridiculizaban y lo alejaban de los estudios, lo que mejor sabía hacer.

“Lo convirtieron en un hazmerreir, y él lo sabía”, dice su viuda, Priscilla Presley en el documental. “Lo vi lanzar muchos guiones por la habitación (tenía) frustración, ira. Había perdido el rumbo de su carrera porque no eran los papeles que él quería”. Elvis lo pasaba mal, y mientras tanto veía cómo la irrupción de los Beatles y los Rolling Stones -puntas de lanza de la Invasión británica- amenazaban seriamente con quitarle el trono.

Como si fuera poco, el contexto de la lucha por los derechos civiles y la aparición fulgurante de cantautores de protesta como Bob Dylan, contribuyeron a complejizarle más el panorama al Rey. En ese escenario, Presley optó por mantenerse al margen. “Elvis no se consideraba una figura política -dice Billy Corgan en el documental-. Habría sido raro incluso desde el punto de vista comercial, en especial cuando hacía esas grandes películas de Hollywood”.

Elvis Presley

El único momento de paz dentro de esa locura, Elvis lo tuvo al grabar el disco How Great Thou Art, de 1967, un disco de gospel, acaso el género musical que más le gustaba. Fue un éxito e incluso le valió un Grammy en la categoría de mejor interpretación inspiracional. Pero más que el dinero, a Elvis lo que le importaba era volver a conectar consigo mismo, lo que logró con este álbum apelando a la música negra, la del sur profundo, esa que lo hacía estremecer y que conocía de modo enciclopédico.

“Fue el primer paso hacia la necesidad de volver a ser quien era, como persona y como artista -dice el historiador John Jackson-. Volver a sus raíces gospel e insistir en grabar ese disco no coincidía con lo que el Coronel hubiera querido, que era que siguiera haciendo pop”. Una de las coristas que participó en la grabación, Darlene Love agrega: “Si no hubiera podido hacer gospel, no sé qué habría hecho, tenía que ser firme”. Las noticias buenas siguieron llegando. En febrero de 1968 nació su única hija, Lisa Marie, todo parecía ir bien.

Pero faltaba algo que lo obligara a dar el paso. Y ese algo fue un titular en un diario lo sacudió. “Se acaba el apetito por las películas de Elvis”. Todo lo que él pensaba que estaba mal de repente estallaba frente a sus ojos. Ahí el Coronel Parker se vio obligado a reaccionar.

“Según pensaba el Coronel, había que recuperar al público, así que en 1956 lo llevó a infinidad de shows televisivos. Cuando volvió del ejército y tuvo que reincorporarse, lo llevó al show de Frank Sinatra, ahora no tenía nada -dice el historiador Ernst Jorgensen-. Entonces (Parker) sintió que debía volver a llevarlo a la televisión. Era a todo o nada”.

Así se gestó el especial con NBC cuyo título era simplemente Elvis, y que la posteridad ha recogido con el nombre de 68 Comeback Special. Consciente de lo que se jugaba, Elvis se lo tomó en serio incluso a nivel físico. “Comenzó a entrenar, habrá bajado unos 11 kilos. Entrenaba como para una competencia”, recuerda su amigo, Jerry Schilling. “Creo que nunca lo había visto tan entusiasmado antes”, recuerda Priscilla.

Según se comenta en el documental, el rodaje no fue simple. Si bien, lo que más disfrutaba Elvis eran las grabaciones que lo mostraban cantando, hubo momentos más complejos en los que -a pedido del Coronel Parker- se pensó en incluir gags o momentos cómicos en los que Elvis debía hacer el ridículo en cámara. Por supuesto, a Presley la idea no le agradó nada. “Estaba nervioso en las partes musicales y muy enojado en las partes en las que no había música”, señala un estudioso en el registro.

Pero cuando los productores notaron lo que Elvis hacía en sus ratos libres, dieron con la fórmula, había que ponerlo a tocar en vivo. Ahí es cuando aparece con la banda de sus orígenes y toca That’s allright mama con guitarras acústicas, como si estuviesen tocando en una cantina de mala muerte de Tupelo. Eso era todo.

“Me senté frente al televisor, fue el renacimiento de Elvis Presley”, recuerda Bruce Springsteen, entonces un niño que vio el especial en su hogar familiar. “Se veía increíble el nivel de su destreza, cantaba increíble, y lo vimos tocar la guitarra por primera vez”. El especial tenía otro bloque en que el Rey, solo con una guitarra eléctrica, cantaba frente al público. Ahí pasan algunos de sus hits como Blue suede shoes, o Jailhouse rock.

El Rey se veía exultante, arrasador, como el tornado que había sido. Y la apuesta pagó, pues el especial fue un éxito de audiencia y fue el programa más visto de NBC de ese año, anotándose el 42% de los teleespectadores del país. El Rey había vuelto.

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LaTercera.com

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