Emilia Pérez, Karla Sofía Gascón y Demi Moore encabezan los perdedores de la noche en los Oscar
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Emilia Pérez, Karla Sofía Gascón y Demi Moore encabezan los perdedores de la noche en los Oscar

La gala de los Oscar 2025 dejó varias derrotas en varias y esperadas nominaciones.
La primera y más destacada, sin duda, fue la de Emilia Pérez en general y la de Jacques Audiard en particular (incluso más que la de Karla Sofía Gascón). Partía como favorita con el mayor número de nominaciones y el récord de ser la producción internacional con más posibilidades en la historia de los premios.
Su nombre figuraba hasta 13 veces en la lista de honor, pero al final solo se llevó el premio a Mejor Actriz de Reparto, Zoe Saldaña, y el de Mejor Canción, El Mal. Y eso porque era imposible ignorarlos: Zoe se hizo con el galardón como auténtica protagonista de la película y tras una insistente campaña (además de ser la actriz más taquillera de la historia), y la canción, emblema de la cinta, contaba con dos nominaciones (Mi camino era la otra). Ambas no podían quedar fuera. Aun así, el golpe fue duro: perder 11 veces significa igualar el récord de El color púrpura, de Spielberg, y El poder del perro, de Jane Campion.
La Academia, sin duda, decidió castigar a la película francesa que, por una razón u otra, más polémicas generó. Antes incluso de que saliera a la luz la controversia por los tuits racistas, la cinta ya estaba marcada: recibió un duro recibimiento en México desde su estreno y causó divisiones en algunos sectores del activismo LGTBIQ+. Las declaraciones erráticas de Audiard no ayudaron, y su actitud hacia Karla, a quien bloqueó en todos los frentes, tampoco.
Lo que comenzó como un canto a la transformación y la resistencia pronto se convirtió en el blanco de críticas por su supuesta celebración de clichés y estereotipos. Resulta irónico que, en un abrir y cerrar de ojos, Emilia Pérez pasara de ser defendida por quienes la atacan actualmente, mientras que aquellos que al principio la veían como otro ejemplo de progresismo extremo (lo que el discurso reaccionario llama “woke”) han terminado convirtiéndose en sus fervientes defensores en nombre de la “libertad de expresión”.
La prueba definitiva del escarnio de la Academia fue la categoría de Película Internacional. Según la tradición, este premio suele ser un valor seguro: se podía perder en apartados técnicos o de interpretación, pero nadie imaginaba que la cinta con más candidaturas se quedaría sin el galardón reservado para el cine fuera de EEUU. El Oscar fue para Aún estoy aquí, de Walter Salles, marcando el castigo definitivo.
Karla Sofía Gascón, por su parte, ya había perdido sus opciones mucho antes de que se descubrieran sus tuits. Incluso antes del escándalo, la victoria de Demi Moore era la más probable (de hecho, ella se llevó el Globo de Oro). Pero, tras la controversia en redes, sus posibilidades desaparecieron. En los Oscar, además del talento, importa el mensaje que se transmite.
Para Demi Moore, era el de un mito recuperado; para Mikey Madison, el del riesgo de asumir un personaje sin límites (hablamos de escenas de sexo); para Karla, el de una mujer enfrentada a discursos retrógrados. El problema fue que, cuando se descubrió que en el pasado ella misma había emitido mensajes de ese tipo, su candidatura quedó sepultada, sin importar las disculpas posteriores.
Más allá de Emilia Pérez, Jacques Audiard y Karla Sofía, los demás “derrotados” no lo son tanto. Cónclave podría considerarse otra gran perdedora, ya que partía como favorita a mejor película. Se especulaba que el voto preferencial la beneficiaría por su clasicismo y su capacidad de agradar a todos, pero al final, Sean Baker gustó más.
Su cine representa la independencia sin los elementos que incomodan a algunos sectores y, además, Baker es hombre, blanco y hetero de mediana edad. Por otro lado, Edward Berger cumplió con lo esperado al ganar guion adaptado, y Timothée Chalamet, que aspiraba a arrebatarle a Adrien Brody el récord de actor más joven con un Oscar, se quedó con las manos vacías. A pesar de su premio en el sindicato de actores y su impresionante transformación en Bob Dylan, The Brutalist se impuso con contundencia. Viéndolo con distancia, The Brutalist quizá merecía incluso más, hasta el puesto que ahora ocupa Anora.
Algunas películas ni siquiera obtuvieron nominaciones, y otras, como Nickel Boys, fueron descartadas de antemano. ¿Por qué La luz que imaginamos, de Payal Kapadia; Furiosa, de George Miller; Rivales, de Luca Guadagnino; Babygirl, de Halina Reijn; Longlegs, de Osgood Perkins; Civil War, de Alex Garland; o, sobre todo, El brillo de la televisión, de Jane Schoenbrun, no lograron ni una sola mención? Dos casos son especialmente escandalosos: el de Furiosa, secuela igual de brillante que Fury Road (que ganó seis Oscar), y el de El brillo de la televisión, una de las películas más innovadoras de la temporada, ignorada quizás por la falta de campaña de marketing.
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