Fact checking histórico a Gladiador 2: ¿qué fue real y qué no?
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Fact checking histórico a Gladiador 2: ¿qué fue real y qué no?
*¿Batallas navales en la Arena?
Uno de los momentos peak de Gladiador 2 es cuando los gladiadores son obligados a representar una batalla naval en la arena del Coliseo. Específicamente, la recreación de la Batalla de Salamina, una icónica confrontación entre las ciudades-estado de la Grecia antigua (no solo los troyanos como grita el anunciador) y el Imperio Persa en el 480 a. C. La batalla ya era antigua por entonces, pues hablamos que la película se ambienta en la Roma de los emperadores Caracalla y Geta, a inicios del III d.C., o sea, ocho siglos después de ocurrida. Es como si actualmente viéramos una representación de una batalla del 1.200 d.C. (el medioevo).
¿Tiene asidero histórico la representación de una batalla naval en la arena en el III d.c.? No necesariamente. Según el libro El Coliseo (Crítica, 2024) de los historiadores Keith Hopkins y Mary Beard, en rigor esto fue efectivo en los inicios del coloso, cuando se inauguró en el 80 d.C. bajo el emperador Tito. Citando la historiografía romana, indican: “Dion Casio escribe con total convicción que Tito ‘llenó repentinamente la arena con agua e introdujo en ella caballos y bueyes que habían aprendido a nadar’...a continuación describe los barcos que Tito sacó en escena para representar un combate naval ficticio, que al parecer recreaba una de las famosas batallas navales de la Grecia del siglo V a.C.”.
Sin embargo, Hopkins y Beard aseguran que siglos más tarde esto dificilmente pudo haber sido posible. “Este espectáculo extraordinario no habría sido posible en el edificio tal como está en la actualidad, porque no hay manera de que los cimientos de la arena (con sus intrincados ascensores y demás artilugios para elevar a los animales) pudieran ser impermeables”. Los investigadores aseguran que con el tiempo, estos sangrientos espectáculos se llevaron a cabo en lugares especialmente acondicionados. “Suetonio, en su relato, sugiere con toda certeza que hubo juegos de agua en un espacio diferente construido para este propósito. Incluso el propio Dion, al describir los espectáculos que debieron de extenderse por toda la ciudad durante los cien días (en la inauguración del Coliseo), asegura que se escenificaron deportes acuáticos -entre ellos una batalla naval de ficción, que esta vez incluyó a tres mil hombres- en una instalación especial construida por el primer emperador Augusto”.
*Los hermanos emperadores y la conquista de Numidia
Lo de los hermanos fue verdadero. Tras el fallecimiento del emperador Septimio Severo el 4 de febrero de 211 d.C., sus dos hijos, Caracalla y Geta, heredaron la corona imperial de manera conjunta siendo Carcalla el hermano mayor. En rigor, el verdadero nombre de Caracalla era Basiano. Así lo relata el historiador Sergei Ivanovich Kovaliov en su libro Historia de Roma. “Ya en el 196 Severo había proclamado César a su hijo Basiano, con el nombre de Marco Aurelio Antonino. Basiano tenía en ese momento ocho años; a los diez, fue nombrado correinante con el título de Augusto. A finales de su reinado, Severo hizo lo mismo con su segundo hijo, Geta. En el 211, cuando murió en Britania durante la guerra con las tribus indígenas, quedaron en Roma dos emperadores legales”.
Sin embargo, a diferencia de lo que se muestra en el filme, ambos hermanos no tenían muy buena relación. “Los dos hermanos se odiaban a muerte y cada uno de ellos tenía el apoyo de una parte de los cortesanos y de la población. En el 212, durante una discusión, Basiano mata a su hermano entre los brazos de su madre Julia Domna”, asegura Ivanovich. Así, se proclamó emperador con el nombre Marco Aurelio Severo Antonino (212-217) “conocido por el sobrenombre de Caracalla”, añade Ivanovich.
Caracalla continuó la agresiva política exterior romana, pero no sobre Numidia, en África, como se muestra en el filme. “La política exterior de Caracalla en parte se fijó el objetivo de consolidar las fronteras (y en este sentido no defraudó las antiguas tradiciones), en parte trató de dar de vivir a los soldados. Dos veces combatió Caracalla sobre el Danubio, pero sin obtener resultados notables; luego marchó contra los partos, soñando con las empresas de Alejandro de Macedonia. Durante su permanencia en Oriente, aprovechó la ocasión para vengarse de los alejandrinos, que en su momento se habían mostrado partidarios de Geta. En el 215 Alejandría fue entregada al saqueo de los soldados”; explica Ivanovich.
Entre las obras notables de Caracalla, está la Constitución Antonina (Constitutio Antoniniana), o también conocida como Edicto de Caracalla, que concedía la ciudadanía romana a todos los hombres libres de todo el Imperio romano.
*Habituales espectáculos sanguinarios
En las películas -como Gladiador 2- suele representarse a los romanos como habituales consumidores de los violentos espectáculos del Coliseo. Si bien, Hopkins y Beard documentan que hubo períodos de juegos en el Coliseo donde corrió muchísima sangre, aclaran que esto era una variable, no una constante.
“El entusiasmo de cada emperador por estos espectáculos variaba considerablemente, como también su generosidad. Algunos eran tristemente célebres por su tacañería. Otros ofrecían juegos especiales para celebrar el aniversario de su sucesión, su cumpleaños o una victoria sobre ejércitos enemigos, o incluso para conmemorar las glorias de su predecesor”. Y citan el caso del emperador Trajano. “En la primera década del siglo II...ofreció el mayor baño de sangre jamás documentado, presumiblemente en el Coliseo, para celebrar su conquista de Dacia (la moderna Rumania)”. ¿Las cifras? “123 días, once mil animales fueron abatidos y combatieron diez mil gladiadores”.
Sin embargo, Hopkins y Beard ponen la pelota al piso. “La idea de que los romanos dedicaban alegremente una semana tras otra a presenciar matanzas cruentas en el Coliseo es probablemente una fantasía moderna. Tito y Trajano entendían sin duda el valor de romper la monotonía y racionar la violencia”.
*Ganar la libertad
En un momento del filme, Macrino (un soberbio Denzel Washington) el empresario dueño de gladiadores le dice a su nuevo chiche, Jano / Lucio Vero (Paul Mescal) que un gladiador puede ganar gloria y su libertad en la arena, y que use su ira para aquello. ¿Podía efectivamente un gladiador ganar su libertad en la arena? Según Hopkins y Beard eso era muy poco probable. “La vida de un gladiador era peligrosa, penosa y probablemente corta, aunque para los más hábiles o para unos pocos afortunados el éxito podía generar recompensas y en última instancia el licenciamiento”.
Un ejemplo de ello, es la presencia de un médico junto a los gladiadores, como lo muestra el filme con el personaje de Ravi (Alexander Karim), quien entabla amistad con Lucio. “La simple presencia de un médico es indicio de los intereses económicos que posiblemente mitigaban las condiciones físicas experimentadas por la mayoría de los luchadores. Un gladiador muerto era un gladiador caro”, aseguran los citados historiadores. En definitiva, la vida de los gladiadores en pocos casos variaba en cuanto a su estatus jurídico. “Los gladiadores estaban marginados desde el punto de vista civil y político. Muchos de ellos tenían el estatus de esclavo, es decir, que solo gozaban de los derechos legales y personales más limitados”.
*Roma corrupta y decadente
En el filme, Lucila (Connie Nielsen) y su esposo, el general Justo Acacio (Pedro Pascal) planean un complot para derrocar a los emperadores, devolver a Roma “al sueño de Marco Aurelio”, y terminar con la corrupción. ¿Estaba Roma en tal estado en ese tiempo? Al menos da para discutirlo. En rigor, el imperio todavía vivía su última época dorada, pero pocos años después estalló la famosa Crisis del siglo III d.C., el primer antecedente de la caída final en el siglo V.
En el libro Esplendor y ocaso de Roma - Apogeo crisis y decadencia del Imperio, del español Carles Buenacasa Pérez, leemos: “El período del Bajo Imperio se inaugura con los cincuenta años de la crisis del siglo III (235-284), etapa caracterizada por una anarquía que propició la proclamación militar de unos setenta emperadores, ninguno de los cuales logró transmitir el poder a su estirpe más allá de dos generaciones. Entre los años 284 y 455, cinco dinastías se sucedieron en el trono del Imperio, además de unos pocos soberanos que quedaron al margen de estas”. Caracalla murió en el 217 d.C. es decir, solo 18 años antes del inicio de la crisis, por lo que su época todavía vivía los últimos relumbrones de un pasado glorioso, antes del declive sin retorno.
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