Guía para usuarios: cómo identificar, frenar y denunciar una fake news

Guía para usuarios: cómo identificar, frenar y denunciar una fake news

Las noticias falsas son pan de cada día y, aunque nazcan en las redes, no se quedan ahí. La imagen pública, la salud mental y emocional de los usuarios, el bienestar social, e incluso la democracia, pueden verse afectadas directa o indirectamente producto a la propagación de las denominadas fake news. Estas se han vuelto uno de los principales pilares de inseguridad en el contexto actual, en el que se privilegia la inmediatez y, debido a la falta de herramientas, se transforman en una bola de nieve.

Según David Lazer, citado por Vanessa Zúñiga, docente de Periodismo en la UNAB, “las fake news son noticias que imitan el contenido de medios tradicionales, aunque carecen de normas y procesos editoriales para garantizar la precisión y credibilidad”.

Este tipo de desinformación desorienta al público, pero hace también peligrar la “salud democrática” de las sociedades, manipulando percepciones y decisiones de quienes la componen.

El impacto de las fake news va más allá de los medios tradicionales, amplificando su alcance y dificultando la posibilidad de separar lo verdadero de lo falso. “El contexto es fundamental”, destaca Zúñiga, profesora de Responsabilidad Social Editorial en la carrera de Periodismo, quien indica que la manipulación puede generarse al divulgar información fuera de su contexto original o en fechas equivocadas, incluso. Por esto, es necesario entender cómo operan y qué estrategias existen para contrarrestarlas.

En muchos casos, toman eventos reales y los ponen fuera de contexto, confundiendo a los usuarios y creando percepciones falsas. Esto no solo afecta a la opinión pública, sino también a las decisiones políticas y sociales, generando desconfianza hacia las instituciones y polarizando a la comunidad. “Es clave consultar las fuentes involucradas, oficiales y alternativas para verificar los hechos”, afirma Zúñiga.

“Las fake news son noticias que imitan el contenido de medios tradicionales, aunque carecen de normas y procesos editoriales para garantizar la precisión y credibilidad”, dice Vanessa Zúñiga.

Identificando las “fake”

Uno de los primeros pasos es aprender a identificar las noticias falsas. Los titulares sensacionalistas suelen ser una de las principales banderas rojas, porque acostumbran usar frases llamativas o extremas que apunten a las emociones para así capturar su atención. Además, el diseño visual de estas “noticias” generalmente tiene errores tipográficos o gráficos poco profesionales, lo que puede ser también una evidencia de su falta de autenticidad. Generalmente, estas señales no suelen tenerse en cuenta por la velocidad de consumo de contenido.

Las fuentes cumplen un rol clave en el chequeo de la veracidad de la información. “Es necesario buscar en medios confiables que hayan replicado la noticia”, apunta Vanessa Zúñiga, quien también recomienda revisar si los titulares, imágenes o subtítulos son acorde al contenido.

El proceso no solo ayuda a confirmar cuán reales son los supuestos hechos, sino también permite tener una perspectiva más completa sobre el tema. La verificación no debe quedarse solo en las fuentes tradicionales y también existen plataformas digitales especializadas en fact-checking.

Por esto mismo, existen grupos que, cuando quieren entregar cierta “veracidad” a las noticias falsas, las respaldan con capturas supuestamente extraídas o suplantando a medios tradicionales (spoofing). En los últimos años, han circulado por redes sociales clickbaits de phishing, con fotos o noticias vinculadas a famosos locales, que quieren engañar a los usuarios.

“No se dio cuenta de que el micrófono funcionaba y ahora nos despedimos de él para siempre”, es uno de los más frecuentes y que se puede ver tanto a nivel local como internacional.

Otro aspecto relevante es el contexto en el que se presenta la información. Las noticias que no tienen detalles claros sobre fechas, lugares o protagonistas suelen ser de dudosa procedencia. En muchos casos, usan fragmentos de información real mezclada con ficción para crear un relato convincente, aunque engañoso. Para esto, analizar el contenido completo es muy necesario para no caer en trampas de desinformación.

Las noticias que no tienen detalles claros sobre fechas, lugares o protagonistas suelen ser de dudosa procedencia.

Herramientas para verificar información

Existen diversas herramientas digitales que pueden facilitar la identificación de noticias falsas. Google Lens, por ejemplo, permite buscar el origen de imágenes y verificar la veracidad de estas. Es útil cuando se sospecha que una foto ha sido manipulada o sacada de contexto.

Otro recurso valioso es Fact Check Tools, una plataforma que recopila información verificada por organizaciones especializadas en fact-checking. Estas se han vuelto indispensables en un ecosistema donde el flujo de información es constante y abrumador.

Para la verificación de los videos, InVID es una opción efectiva. Esta herramienta permite chequear la autenticidad de los contenidos audiovisuales y detectar posibles manipulaciones. Además, plataformas como Claim Check ofrecen opciones para identificar contenido desinformante en distintas redes sociales. Con esto, no solo se ayuda a clarificar la veracidad de una información, sino también se impulsa una actitud crítica y responsable hacia el consumo de noticias. “Tanto un video, una imagen, un audio o texto falso buscan dañar el sistema democrático y la confianza de las comunidades”, alerta Vanessa Zúñiga, de la UNAB.

Otro método efectivo para verificar información es consultar fuentes confiables. Al comparar las versiones de diferentes medios, se puede identificar inconsistencias y determinar cuál es la versión más cercana a la verdad. Esto ayuda a detectar noticias falsas y a generar habilidades de análisis crítico del lector, por ejemplo. La práctica de verificar fuentes también contribuye a la alfabetización mediática, clave en el siglo XXI.

Acciones responsables

Si un usuario descubre que compartió una noticia falsa, es necesario rectificar el error. Una disculpa pública, por muy ínfima que parezca, acompañada de información verificada puede ayudar a reducir el impacto de la desinformación.

“Siempre es clave la rectificación y la transparencia”, dice Zúñiga, quien sugiere utilizar un lenguaje claro y directo para corregir esos errores. Por ejemplo, un mensaje como: “Compartí información que no es cierta. Me disculpo por el error y aquí comparto la corrección” o, simplemente, “La publicación estaba sacada de contexto, así que por favor no compartir”.

Durante la pandemia de COVID-19, por ejemplo, se difundieron muchos mitos sobre tratamientos y vacunas, generando confusión y riesgo a la salud de personas.

En redes sociales, así como Instagram, se pueden utilizar historias destacadas para entregar aclaraciones. Estas pueden incluir enlaces a fuentes confiables, la noticia real y explicaciones detalladas sobre por qué la información original era falsa.

Además, eliminar la publicación errada y reemplazarla con contenido verificado es una práctica recomendada para reducir la propagación de noticias falsas. En caso de ser quien primero publicó la información, borrando el contenido, dejará de estar también en los perfiles de quienes la hayan difundido. Estas acciones también ayudan a educar a los usuarios, creando una “cadena de aprendizaje colectivo”.

Denunciar contenido también es una acción efectiva. Muchas plataformas, así como Facebook, X e Instagram, tienen sistemas que permiten a los usuarios reportar publicaciones de dudosa procedencia. Aunque estos mecanismos no siempre eliminan el contenido, sí pueden reducir su visibilidad en los algoritmos, reduciendo o limitando su alcance. Incluso, en X, se muestra el motivo por el que los usuarios la han denunciado. Este esfuerzo es esencial para crear un entorno digital seguro, pero la participación de los usuarios sigue siendo un componente necesario.

El impacto en la sociedad

Las fake news pueden tener consecuencias desastrosas en la opinión pública y en sectores clave como la política, salud y economía. Con desinformación, estas noticias pueden influir en las decisiones individuales y generales, perpetuando mitos y estereotipos que impacten negativamente. En el ámbito político, por ejemplo, las fake news pueden polarizar a la sociedad y debilitar la confianza en las instituciones democráticas. Incluso movilizar a grandes masas, en manifestaciones sin motivos reales aparentes.

En cuanto a la salud, la desinformación puede tener consecuencias graves. Durante la pandemia de COVID-19, por ejemplo, se difundieron muchos mitos sobre tratamientos y vacunas, generando confusión y riesgo a la salud de personas. En el sector económico, las noticias falsas pueden afectar la confianza en los mercados e instituciones, provocando inestabilidad y pérdidas financieras. Además, los pequeños negocios también son víctimas frecuentes, ya que rumores o información falsa pueden dañar su reputación.

A pesar de estos desafíos, los usuarios tienen que ser conscientes de tener el poder de contribuir a enfrentar la desinformación. Al adoptar hábitos de consumo informativo responsable y usar herramientas de verificación, se puede reducir el impacto de las fake news e impulsar un entorno digital más saludable. Solo cumpliendo estos puntos se puede proteger la integridad de la ciudadanía y garantizar un acceso equitativo a información veraz y confiable.

Fuente

LaTercera.com

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