HABLEMOS DE LA TELE. Globalizar y/o copiar

HABLEMOS DE LA TELE. Globalizar y/o copiar

No faltan por los canales de televisión voces que convocan a la represión, la violencia inusitada en nuestra larga frontera -incluidas bombas antipersonales, zanjas, ataques armados- contra migrantes, como única solución. Los noticiarios y “reportajes” muestran su peor cara de xenófobos, racistas y discriminadores ante una realidad que no sólo afecta a nuestro país, sino a todo el mundo ante las olas migratorias en todo el planeta.

José Luis Córdova. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 23/1/2024. ¡Señoras, señoritas y señores televidentes: Manuel Monsalve, Kathy Barriga, Jorge Valdivia y Maite Orsini no son los únicos protagonistas interesantes de la actualidad televisiva nacional! La agitada farándula, la actividad judicial, el crimen organizado, la delincuencia y la seguridad no son temas exclusivos ni excluyentes que deberían preocupar a la teleaudiencia.

Resulta que, sin considerar el morbo y el sensacionalismo imperante en los medios de comunicación, hay otro mundo real que pasa por avances científicos, tecnológicos, recogidos -por ejemplo- en el Congreso del Futuro y otras iniciativas como las leves modificaciones al sistema de pensiones en nuestra sociedad.

Es cierto que estamos en plena era del Antropoceno, cuando la Humanidad está destruyendo al planeta Tierra, pero -con todo- hay ciertos logros destinados a salir de la mediocridad imperante en algunos medios de comunicación de masas y redes sociales.

La televisión se ha constituido en el medio más trascendentes de la comunicación masiva, (incluidas o no las plataformas digitales, la Inteligencia Artificial y redes sociales). Estos medios nos hacen creer qué es lo más “importante”, lo que nos debe preocupar a partir del sensacionalismo y el morbo imperantes.

Las transmisiones de las formalizaciones y juicios desde el Canal del Poder Judicial, las emisiones “en vivo y en directo” de las fiscalizaciones matutinas en autopistas y barrios “conflictivos” y las persecuciones al comercio ambulante copan la agencia noticiosa cotidiana.

Lamentablemente las informaciones difundidas por los medios no siempre reflejan la realidad y siempre muestran cierto sesgo clasista, discriminatorio y a menudo excluyente de la realidad del país.

La televisión chilena es presa de los intereses de las grandes corporaciones transnacionales, de la publicidad del retail y de los monopolios sin considerar los de las mayorías naciones, como es el caso de la salud, la educación, el sistema previsional, la vivienda, el empleo, el costo de vida y el bienestar de la población.

La seguridad nacional, la lucha contra el narco tráfico y el crimen organizado, son hoy en día meras banderas de lucha para una férrea e inclemente oposición política que no reconoce esfuerzo alguno para enfrentar nuevos y poderosos enemigos de la institucionalidad.

No faltan por los canales de televisión voces que convocan a la represión, la violencia inusitada en nuestra larga frontera -incluidas bombas antipersonales, zanjas, ataques armados- contra migrantes, como única solución. Los noticiarios y “reportajes” muestran su peor cara de xenófobos, racistas y discriminadores ante una realidad que no sólo afecta a nuestro país, sino a todo el mundo ante las olas migratorias en todo el planeta.

La televisión, en lugar de banalizar y farandulizar situaciones debería aportar al debate constructivo de soluciones o rumbos de acciones que conduzcan a la buena convivencia, más allá de costumbres, temperamentos y tradiciones de grupos sociales y nacionales extranjeros.

La migración es un fenómeno planetario que para la industria de la televisión ha significado, un aporte decisivo al surgimiento de este medio en nuestro país con directores, jefes de arte, compaginadores (montajistas), expertos en audio, iluminación, fotógrafos, escenógrafos, con los que Chile está en deuda histórica. Hablemos de cineastas de la talla de Diego Bonascina, Carlos Piaggio, Jorge Di Lauro, Rodolfo Tosto, Enrique “Chacho” Urteaga, Antonio Ottone, “Coco” Bartizagui y muchos más. Desde México, Perú hasta Irán (con Abdullah Ommidvar) decenas de extranjeros contribuyeron a los comienzos de la televisión chilena.

La mentada globalización en sus comienzos permitió el surgimiento de la industria televisiva desde que Mario Kreutzberger copiara el exitoso programa “Sábados Circulares” de Pipo Mancera en Argentina y posteriormente desarrollamos espacios similares y las primeras telenovelas que probaron su popularidad en México, Perú y Colombia antes de llegar a nuestro país.

Entonces vinieron las telenovelas: “Su vida me pertenece” (Brasil) 1951; “Senderos de amor” (Cuba),” Ángeles de la calle” (México). “Los días jóvenes” (Chile, 1967) por Canal 13; “Simplemente María” (Perú, 1971)  La madrastra” (1981, Chile). ¿Globalizar y/o copiar? ¡Esa es la cuestión!

 

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ElSiglo.cl

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