Igual que no se puede mejorar la Capilla Sixtina, 'Paddington: aventura en la jungla' no está al nivel de su segunda parte, pero sigue siendo digna de la saga

Igual que no se puede mejorar la Capilla Sixtina, 'Paddington: aventura en la jungla' no está al nivel de su segunda parte, pero sigue siendo digna de la saga

Quien no ha visto 'Paddington 2' suele creer que estamos de broma cuando sus fieles -que no somos pocos precisamente- la calificamos como una de nuestras películas favoritas. Suena a broma, a coñita post-irónica de las que se hacen guiñando un ojo, a un codazo para reírse de la industria. Pero no: la segunda parte del osito más adorable del mundo es una auténtica maravilla tanto emocional como visual en la que Paul King tocó techo. Y lógicamente, sin él al mando, todo lo que podía hacer la saga a partir de ahora era imitar su estilo, con más o menos tino. Y así es como llegamos a 'Paddington: aventura en la selva'.

Hora de Paddington llegó, coge tu sándwich y vámonos

No os toméis este párrafo inicial como un aviso contra la tercera aventura de Paddington. Por supuesto que no. Pero es como si un imitador con mucha clase de Miguel Ángel hiciera una versión de la Capilla Sixtina a ojo: puede ser impresionante a su manera, apreciable y digna de aplauso, pero no podrá de ninguna manera alcanzar su nivel de detallismo metódico y su inventiva visual. Faltos del imaginario visual de King (que, por suerte, pudimos ver intacto en 'Wonka'), Dougal Wilson, proveniente de la publicidad y los videoclips, hace lo que puede para que no se note su ausencia. Y no es poco.

'Paddington: aventura en la selva' es una aventura juvenil modélica que no trata de romper con el tono de las entregas anteriores y compensa la falta de imaginación artística con unos fabulosos papeles de Antonio Banderas y Olivia Colman, que claramente se lo están pasando como nunca. Sí, se echa de menos la emoción real y palpable de las otras dos entregas anteriores, pero lo compensa con un guion en progresión continua en el que nunca deja de haber giros inesperados, personajes decentemente construidos y una maravillosa mezcla de acción, comedia y ternura que siempre acierta en el blanco. Ah, y por mucho que el guion sea menos sensible, reconozco que cayeron un par de buenos lagrimones. Al fin y al cabo, ¿quién puede resistirse a Paddington?

Esta nueva secuela pone mucho menos interés de lo que estamos acostumbrados a ver en la relación de Paddington con los Brown, que a veces parecen simples recursos cómicos secundarios fáciles de eliminar de la trama general, casi como si resultaran una molestia para el guion, y se aleja de su lugar de confort (Londres) para indagar en sus orígenes. Y aunque a priori pueda parecer, desde su origen, un simple spin-off o un episodio de relleno, lo cierto es que lo que podría ser un absoluto fracaso acaba triunfando sin traicionar en ningún momento el alma del personaje, el tono de King ni todo lo que le hace especial. Es más: quien vea estas películas de manera casual es probable que no encuentre diferencias palpables entre 'Paddington: aventura en la selva' y las dos cintas anteriores. Pocos halagos mayores se le pueden hacer.

¿Peru que ha pasado aquí?

Aunque el crecimiento emocional de Paddington en Londres deja aún muchas historias que contar, la película prefiere alejarse, acaso para coger perspectiva general de hacia dónde quiere ir. Para ello, prefiere dejar los mejores momentos en manos de un Banderas que interpreta a casi una decena de personajes hilarantes y una Colman tan sonriente y fabulosa como siempre, dos grandes aciertos de la cinta que sirven como contrapeso de lo que, en el fondo, es una historia de aventuras que siempre tira hacia adelante, casi con una estructura de videojuego al estilo 'Uncharted', sin pararse demasiado a conocer a los personajes que tenemos delante.

Por otro lado, tampoco es necesario en una película cuyas pretensiones son tan solo las de ser una aventura liviana con cierto corazón (y que las cumple ampliamente). El mayor obstáculo para el disfrute de 'Paddington: aventura en la selva', aparte de su título en español, es la existencia de 'Paddington' y 'Paddington 2', que impiden que la veamos con ojos limpios y abiertos a su exotismo, diversión sin pretensiones y enfrentamiento entre héroes puros de corazón y villanos carismáticos con dos caras. Sí, es más cartoon e infantil que las adaptaciones de King, pero no lo suficiente como para que sea un problema en un visionado adulto.

Y ojo, porque, aunque sea más pobre artísticamente y no sea un derroche visual continuo, también tiene unas ideas fantásticas, como la representación del viaje en avión, los inventos de Jonathan, la realidad de El Dorado o los antepasados de Hunter Cabot y sus diferentes desventuras. Es como si las entregas anteriores fueran una manera de instaurar las bases de lo que debería ser una aventura perfecta de Paddington y esta quisiera, simplemente, seguirlas con más dignidad y eficiencia que talento real. No es un diez, no te va a cambiar la vida, no vas a salir del cine en volandas, pero sí te vas a divertir, emocionar y disfrutar. Y, en el fondo, ¿no es eso lo que buscamos en una película?

De acuerdo, no es 'Paddington 2', pero aquello fue un pequeño gran milagro: una película sin cortapisas que juntaba un ingenio visual increíble con un guion repleto de corazón, accesible a toda la familia y en la que todos los artificios eran naturales, entrañables y se sentían, de alguna manera, orgánicos. Sería una locura exigir lo mismo a 'Paddington: aventura en la selva', que, pese a no llegar al mismo nivel, trata al personaje con el respeto que merece, no mancilla el legado ni te hará perder el tiempo. Bastante es.

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