Individualismo, móviles y fatiga social: ¿por qué las visitas inesperadas a casa están en peligro de extinción?
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Individualismo, móviles y fatiga social: ¿por qué las visitas inesperadas a casa están en peligro de extinción?
El sonido del telefonillo cuando no se espera que venga nadie a casa resulta, como mínimo, extraño. Sobre todo en las grandes ciudades, donde las distancias son muy amplias y el hecho de ir a ver a alguien implica cierta preparación para el desplazamiento. La casualidad del que pasaba por allí en los barrios periféricos casi siempre se descarta y los primeros pensamientos apuntan hacia la posibilidad de que se trate de un repartidor que trae un paquete o del cartero que busca que se le abra la puerta principal. Cada vez se dan menos las visitas inesperadas, aquellas de amigos, familiares o vecinos cuyo único objetivo es el de ir a casa del otro a disfrutar un rato de su compañía y después, sin más, marcharse. No se trata de quedar para verse con cierta premeditación, sino de acudir expresamente a donde no se ha sido invitado con el fin de pasar un tiempo charlando.
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