Iván Marinovic: “Más que un triunfo de Trump fue una derrota del progresismo identitario”
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Iván Marinovic: “Más que un triunfo de Trump fue una derrota del progresismo identitario”
Iván Marinovic lleva más de 17 años en Estados Unidos, donde actualmente es profesor en la prestigiosa escuela de negocios de la Universidad de Stanford. Una experiencia que le ha permitido ver de primera mano la creciente polarización que vive el país. “Desde 2020, Estados Unidos ha enfrentado una pequeña revolución progresista que ha polarizado los dos lados, en términos de sus posturas y su retórica”, dice en esta entrevista con La Tercera.
Según él, esa polarización se ve en el día a día de su labor universitaria. “Tanto los alumnos como los profesores se autocensuran y es difícil tener una conversación abierta con alguien que piensa diferente”, dice. Existe hoy en Estados Unidos, agrega Marinovic, quien está inscrito, pero no votó en esta elección, “una sensación de que no es posible un diálogo sobre temas políticos, sociales y culturales, porque uno se arriesga a que lo cancelen, a que lo acusen de fascista, racista, sexista, etc.”.
En este ambiente polarizado, ¿cuáles cree que son las principales razones que llevan finalmente a Trump a ganar con bastante más claridad de la que se preveía?
La victoria de Trump fue un resultado inesperado. Ninguna encuesta anticipó un resultado tan rotundo. Parte del resultado se debe a la baja participación de los demócratas, a quienes Kamala Harris no logró entusiasmar. Trump consiguió el mayor número de votos electorales para la derecha desde 1988. Ganó todos los swing states. Fue la primera vez que la derecha gana el voto popular desde 2004. En ese sentido, no fue solo una victoria, sino que fue una victoria rotunda, lo cual es importante, porque existía el temor de que, si el resultado hubiese sido menos claro, el país caería en una crisis política y social, con protestas en las calles, demandas y todo tipo de intentos de revertir el resultado en los tribunales. Hay que agradecer que la victoria haya sido clara, porque el país necesitaba estabilidad. Y hay que reconocer también que Kamala Harris aceptó el resultado de la elección rápidamente, sin cuestionar la legitimidad de la votación. Pero, además de eso, lo otro interesante es el apoyo que tuvo Trump entre diferentes grupos demográficos. El apoyo subió fuertemente entre latinos y asiáticos. Entre los latinos, Trump logró aumentar su apoyo en más de 20 puntos comparado con la elección de 2020, es decir, una reversión muy fuerte. También el apoyo entre los jóvenes subió fuertemente.
¿Y qué explica ese triunfo? ¿Fue una victoria de Trump o una derrota de los demócratas, como algunos han planteado?
Mi impresión es que más que un triunfo de Trump fue una derrota del progresismo identitario. Harris recibió donaciones por más de un billón de dólares para su campaña. Trump, en cambio, solo gastó un tercio de esa suma. Harris contaba con el apoyo mayoritario de la prensa. A pesar de ello, la participación de los votantes demócratas disminuyó en comparación con 2020. No pretendo quitarle mérito a Trump y su campaña. Según el historiador Niall Ferguson, Trump logró el mayor regreso en la historia de Estados Unidos, es decir, la mayor resurrección política en la historia del país. Después del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, todos los analistas, de izquierda y derecha, daban por terminada la carrera política de Trump. Se equivocaron. Trump fue atacado sin piedad por la prensa y en los tribunales. Tuvo que enfrentar dos acusaciones constitucionales, cuatro acusaciones criminales, algunas claramente políticas y difíciles de racionalizar. Fue perseguido por fiscales demócratas elegidos bajo la promesa de atrapar a Trump. Enfrentó un sinnúmero de demandas civiles, recibió multas millonarias en Nueva York, e intentos de llevarlo a la quiebra. Y ello, sin contar los dos intentos de asesinatos. La manipulación de la justicia para detener a Trump fue contraproducente, lo hizo más popular, lo hizo subir en las encuestas. En el fondo, creo que hay un rechazo al establishment del Partido Demócrata. A la manipulación sin precedente del sistema judicial de EE.UU. con fines políticos. Un rechazo al complejo de superioridad moral de creer que basta con cancelar y envilecer a quienes se opongan a tu proyecto político para vender ese proyecto al votante. Un rechazo al autoritarismo “woke”. Martin Gurri, un escritor de centro, que definitivamente no es un fan de Trump, escribió un buen artículo en The Free Press diciendo que, en el fondo, esta era una elección entre quienes quieren controlarlo todo y quienes no quieren ser controlados. Efectivamente, en el Partido Demócrata hay un ala autoritaria que quiere controlar nuestra dieta, el tipo de auto que manejamos y hasta la manera en que usamos el lenguaje, los pronombres que usamos.
¿Cree que el apoyo entre los jóvenes, que tradicionalmente votaban más demócrata, es producto de eso también, del rechazo a las políticas identitarias o hay algo más?
El apoyo a Trump entre los jóvenes aumentó más de 15 puntos respecto de 2020. Quizás esto manifieste el descontento de los jóvenes frente al proyecto político que dominó los últimos cuatro años. Los jóvenes son los que más sufren el ambiente de censura que hemos vivido en estos años. Cada cosa que dices puede ser usada en tu contra, te pueden cancelar, puedes perder amigos, tu carrera, oportunidades de trabajo etc. Se ha perdido el sentido del humor. El ambiente dentro de las universidades puede llegar a ser muy opresivo para los alumnos. Hasta hace poco, en Stanford (y en muchas otras universidades de EE.UU.) teníamos un sistema de denuncias anónimas para que los estudiantes se acusaran mutuamente por sesgo o incorrección política. Un sistema que parecía copiado de la Stasi de Alemania Oriental.
Al ver el mapa de Estados Unidos, sorprende también el quiebre entre el mundo rural y las áreas urbanas. ¿Qué cree que explica esa división? ¿Influye en eso, por ejemplo, la brecha educacional?
Históricamente las élites con educación universitaria tienden a apoyar al Partido Demócrata y el mundo rural tiende a apoyar al Partido Republicano, por muchas razones. El votante rural tiende a ser más religioso que las élites urbanas, especialmente las de la costa este y oeste. Las élites culturales, los periodistas, profesores y artistas se inclinan marcadamente por ideas de izquierda y se retroalimentan entre ellas. Si tú miras un campus como el de Stanford, donde trabajo yo, el 95% del campus vota por los demócratas. Según Thomas Sowell, los intelectuales se inclinan por el colectivismo. Tienden a pensar que las masas no saben lo que quieren o no son suficientemente refinadas moral e intelectualmente y que, por tanto, son ellos los iluminados, los llamados a ejercer el control social. Esto llevaría a los intelectuales a preferir soluciones más estatistas. Estoy simplificando mucho, pero creo que hay algo de cierto en el análisis de Sowell. Es tentador experimentar y tratar de moldear la realidad a imagen de nuestras teorías. A muchos intelectuales les atrae la ingeniería social. Te doy un ejemplo actual: hoy, tanto académicos como reguladores promueven la idea de censurar la desinformación en internet, advirtiendo que representa una amenaza para la democracia. Aunque eliminar la desinformación puede parecer una propuesta positiva, en esencia es un proyecto que va en contra de los principios liberales. Implica que una autoridad central, los ‘expertos’, decida qué ideas y opiniones deben ser censuradas o amplificadas. Personalmente, prefiero la competencia abierta en el mercado de las ideas.
Uno de los temas que marcaron esta elección y el discurso del Partido Demócrata fue el riesgo para la democracia que representaría Trump. ¿Ve un riesgo para la democracia en Estados Unidos?
Trump tiene un estilo y retórica que para muchos resulta desagradable. Su conducta es a veces objetable. Sin embargo, la idea de que Trump representa una vuelta al fascismo, de que Trump sería otro Hitler, es una reacción histérica que no se condice con el primer gobierno de Trump ni con las políticas que apoya. A diferencia de lo que le tocó sufrir a él, Trump no persiguió legalmente a sus enemigos políticos. Sus políticas son de centro. Quiere terminar la guerra en Ucrania. Respecto del aborto, Trump adoptó una política a la izquierda de lo que tradicionalmente apoyan los republicanos: no quiere una prohibición del aborto a nivel federal, sino que prefiere que sean los estados los que decidan independientemente. Su postura sobre el tema ‘trans’ también se sitúa en el centro: Trump se opone a políticas promovidas por sectores progresistas, como la inclusión de personas transexuales en cárceles y deportes femeninos, la financiación de cirugías de cambio de sexo para presos e inmigrantes, y la exposición de menores a cirugías irreversibles y de alto riesgo. Ahora tú me preguntas ¿hay riesgo? Claro que sí. No hay garantía de que el segundo gobierno de Trump sea igual al primero, es muy posible que sus asesores cambien. Es probable que, a diferencia de su primer gobierno, Trump nombre asesores más “leales”, dentro de los cuales hay gente que no parece tan confiable. También la falta de contrapeso en el Congreso es un riesgo, ya que podría ser abusada. En todo caso, Trump no es un ideólogo, sino un hombre de negocios, pragmático.
En el plano económico, ¿cree que una política más proteccionista pueda tener un efecto a nivel global y generar una escalada proteccionista en el mundo?
Trump cree en el proteccionismo. Amenaza con poner aranceles de 60% a China y entre 10% y 20% para el resto del mundo. Ahora, de nuevo, hay que entender que Trump es un negociador y estas amenazas pueden ser parte de una estrategia de negociación. La esperanza es que sus asesores y la realidad lo moderen en sus instintos proteccionistas.
En términos generales, Estados Unidos parecen ir bien encaminado económicamente, con un crecimiento del orden del 3% y un desempleo en torno al 3,5%, ¿por qué no repercutió eso en el votante medio?, ¿en qué medida la inflación ha sido tan determinante y cómo ve lo que viene para adelante?
Muchos analistas piensan que Kamala Harris perdió por el tema económico. Si uno compara el primer gobierno de Trump con el gobierno de Biden, la economía de Trump tuvo un rendimiento excepcional. Durante el primer gobierno de Trump, el ingreso familiar mediano ajustado por inflación creció a un ritmo de 2,09% al año, más que todos los gobiernos anteriores desde Nixon, según Niall Ferguson. Durante el gobierno de Biden, en cambio, el ingreso familiar mediano creció solo a un 0,4% anual. Por otro lado, la inflación acumulada durante el gobierno de Biden fue muy alta. Tenemos una inflación acumulada de 20%, lo que afecta muy directamente la vida de las personas. El mercado de capitales reaccionó positivamente a la elección de Trump. El índice Dow Jones tuvo su mayor aumento en dos años, lo que sugiere que el mercado espera una expansión de la economía. Veremos... Además, hay mucha esperanza cifrada en lo que pueda hacer alguien como Elon Musk para aumentar la eficiencia del Estado, disminuir regulaciones innecesarias y liberar la energía creadora de la economía norteamericana. Pero Trump enfrentará muchos desafíos en el plano económico. Está el tema de la deuda y el déficit fiscal. Trump no parece tener gran interés y voluntad de resolver esos problemas. Quiere, además, bajar los impuestos a las personas, y los impuestos corporativos, y eso podría tener un efecto inflacionario.
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