José F. Yuraszeck, capellán Hogar de Cristo: “Si la pobreza era el panorama habitual, hoy es menor, pero mucho más complejo e invisible”
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José F. Yuraszeck, capellán Hogar de Cristo: “Si la pobreza era el panorama habitual, hoy es menor, pero mucho más complejo e invisible”
El 19 de octubre recién pasado el Hogar de Cristo cumplió 80 años desde su fundación. Con ese aniversario como excusa, la ONG decidió lanzar este jueves el libro llamado “1944-2024: 80 avances para reducir la pobreza”, en el que analiza la evolución del fenómeno en Chile. “Lo habíamos pensado para el aniversario 75 y vino justo el estallido social y la pandemia, entonces este libro lo empezamos a preparar hace cinco años. Más que mirarnos a nosotros, queremos mirar Chile y cómo ha cambiado en estos 80 años”, dice José Francisco Yuraszeck, capellán de la organización.
¿Cómo diría que ha evolucionado la pobreza en Chile?
Desde fines de los 80 hasta ahora ha ido descendiendo notablemente en términos de ingresos y ha ido al mismo tiempo haciéndose menos visible. Por la década del 40 o 50 estaban las grandes tomas, las poblaciones callampas, era bien evidente que había marginalidad y exclusión. Hoy eso está mucho más escondido, podemos pasar por la autopista sin darnos cuenta de esa realidad. Si antes la pobreza era el panorama habitual, hoy es mucho menor, pero mucho más complejo e invisible.
¿Cómo se entiende la pobreza hoy?
Chile ha ido midiendo la pobreza a través de la encuesta Casen e inicialmente solo evaluaba ingresos. Desde 2013 incluye también vivienda, salud, trabajo, entorno y redes, y un ítem de cohesión social. Si empiezas a analizar uno por uno, a lo mejor hay personas que ya no son pobres por ingresos, pero que tienen alguna carencia en otras dimensiones y eso hace que sean sumamente vulnerables. Chile ha bajado mucho la pobreza por ingresos, sobre todo por transferencias directas del Estado. Pero eso no genera una capacidad autónoma de la persona de ponerse de pie. Una vez que se acaba ese aporte puede perfectamente quedar desamparada.
¿Cómo se ha atendido esa multidimensionalidad de la pobreza?
Se atiende, pero es muy complejo porque la lógica del Estado es por ministerio, por sectores, y cuesta esa mirada intersectorial. Cuesta porque las intervenciones en políticas públicas habitualmente tratan de apuntar a un objetivo.
Algunos quedan de lado.
Exactamente. Y una cosa son las políticas sectoriales -vivienda, salud, trabajo-, pero también hay que tener la mirada territorial. Es muy distinta la realidad en Arica que en Santiago o Punta Arenas, y la política pública tiende a estandarizar. Hasta hace poco la vivienda era igual en Arica que en Punta Arenas. No puede ser. Con el fortalecimiento de las autoridades locales, particularmente de gobernadores que ahora son elegidos, tiendo a creer que se están tratando de subsanar algunos de esos problemas.
¿Son suficientes las políticas públicas existentes?
Lo principal debería ser, para atacar la pobreza, promover a las personas desde la infancia a tener una mejor educación y prepararse para el mundo del trabajo. Y creo que estamos muy al debe. Por supuesto que hay cosas que se hacen bien, pero todavía no hay cobertura universal de sala cuna, de jardines infantiles. Hay 230.000 niños expulsados del sistema escolar. ¿Qué futuro tienen ellos para cualquier trabajo? Para casi todo te exigen cuarto medio, para tener licencia de conducir te lo exigen. También hay que cuidar el crecimiento: un estancamiento de la economía y un menor crecimiento a la larga afecta a los más pobres. Si Chile crece y recuperamos la senda del crecimiento lo que ocurre es que eso dinamiza el mercado del trabajo, hay más oportunidades.
¿Cómo proyectan que será la pobreza en Chile de aquí a 5 o 10 años?
Nos hemos propuesto como meta acabar con la pobreza en Chile, nos encantaría y creo que es posible. Para eso está esta comisión de actualización de la Casen, porque nos hemos dado cuenta que la manera como se mide la pobreza hay que actualizarla para que nos dé datos que sirvan para las políticas públicas. Hoy prácticamente no se usa la Casen en las políticas públicas, en el fondo cada ministerio hace sus propios estudios.
¿Y cuál es el rol de las instituciones que no son del Estado para incidir en la reducción de la pobreza?
El rol de la sociedad civil es fundamental porque al Estado lo necesitamos por su robustez y por el alcance territorial que tiene. Pero el Estado es como un elefante que camina lento y las organizaciones de la sociedad civil tenemos más agilidad y en algunos momentos también un rol más de denuncia.
¿Cuál fue la motivación para escribir este libro?
El propósito es conmemorar los 80 años del Hogar de Cristo, pero no tanto mirándonos a nosotros como institución y quienes trabajamos acá, sino que mirando Chile y cómo en estos 80 años del Hogar de Cristo ha ido cambiando el rostro de la pobreza.
¿Cuáles son los principales hitos que pudieron relevar?
Hay cuestiones bien notables de estos 80 años, por ejemplo, todo el trabajo que se hizo para acabar con la desnutrición en Chile, que no se le puede atribuir a una sola persona y hoy tenemos un problema serio de obesidad. En el fondo es interesante cómo de un problema que se supera pasamos a otro. Otra cosa muy importante es las distintas políticas públicas y cómo se ha ido transformando la institucionalidad del Estado. Uno puede notar cómo eso ha ido cambiando en políticas de salud, en nutrición, de vivienda, de salubridad. Eso ha hecho que aumente la esperanza de vida. Es un salto gigantesco y tiene que ver con muchas personas, sobre todo con la robustez de las instituciones que hemos ido creando.
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