Juliana Gattas, de Miranda! al cine: “Cada cosa que es ajena a ese mundo me representa una bocanada de aire”
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Juliana Gattas, de Miranda! al cine: “Cada cosa que es ajena a ese mundo me representa una bocanada de aire”
Juliana Gattas (Buenos Aires, 1978) posee un dominio acabado de lo que implica estar frente a una cámara. Fundadora de Miranda!, ha protagonizado múltiples videoclips en que ha podido ejercitar su lado más lúdico. Arriba del escenario, donde la banda argentina suele preocuparse de brindar una fiesta, jugar con las cámaras también es parte de su repertorio habitual.
La cantante reconoce que se sentía “bastante desinhibida con actuar, porque siento que lo hago en mi perfil musical”. Sin embargo, la posibilidad de interpretar a un personaje en una ficción era un territorio poco o nada explorado (aunque tuvo un rol secundario en La parte ausente, estrenada en 2014).
Cuando el director y actor Iair Said, amigo suyo, le ofreció unirse al elenco de Los domingos mueren más personas, su segundo largometraje como realizador, hubo algo que le pareció intimidante de la idea.
“La parte que más me representaba un desafío era el texto, la voz hablada”, señala en conversación con Culto. “Pero, gracias a la amistad y a la cercanía que tengo con el director de la película, llegué al rodaje muy cómoda y suelta. A cada encuentro amistoso que teníamos yo llevaba el guión, porque en algún ratito quería repasar algo, ver exactamente qué palabra me quedaba más cómoda decir, me fluía mejor y no me tensaba los músculos de la cara. Fui muy cuidadosa”.
Gattas explica que fue importante detenerse a observar el trabajo como actor de Said, quien recientemente participó en Los delincuentes (2023) y en la serie División Palermo. “Él hace una cosa que para mí es muy difícil: se relaja mucho y vive las escenas muy naturalmente desde el ser y no exagera, no sobreactúa, no reacciona demás. Eso lo aprendí viéndolo a él y me lo transmitió bastante en el proceso”.
La cantante encarna a Elisa, la hermana de David (Said), un joven judío que debe regresar a Buenos Aires desde Europa para asistir al funeral de su tío. La vuelta a casa es complicada en gran medida porque se entera de que su madre (Rita Cortese) ha decidido desconectar el respirador de su padre. El reencuentro del clan está teñido por el dolor, pero también por una atmósfera enrarecida que atraviesa a todos los personajes (incluyendo a una tía interpretada por Antonia Zegers).
Estrenada en la sección ACID del Festival de Cannes 2024, Los domingos mueren más personas debuta hoy en salas nacionales. Sobre ella y la compatibilidad de su carrera musical con el cine, Juliana Gattas habla con Culto.
-Todas las relaciones familiares de la película tienen un componente disfuncional. ¿Cómo describiría la relación de su personaje con el protagonista? ¿Cuánto conversaron sobre la historia previa de estos hermanos?
La relación entre David y Elisa creo que es ese tipo de vínculo familiar en que es muy confortable existir y que a uno no le importa en lo más mínimo lo que opina o lo que piensa el uno del otro. Es esa comodidad total de no posar. Siento que Elisa hace tiempo está acostumbrada y un poco resignada, pero con una mezcla de tristeza, amor y felicidad, con que tiene que hacerse cargo y cuidar del otro. A sus hijos, a su marido, a su mamá, a su papá. Y cuando vuelve David desde España lo mira con amor y ternura, pero también siento que a ella le despierta mucha curiosidad su vida allá. Le pregunta qué hace, le pide ver fotos. Me parece que en el guión detecté esa especie de ilusión de ella por otra vida.
-La película posee un acercamiento bastante realista al duelo y a la contradicción que existe entre sentir un gran dolor y tener que continuar con la vida. ¿Fue importante para Ud. que lo hiciera con altas dosis de humor negro?
No creo que sea humor negro, sino que es simplemente humor. Yo me identifico bastante con eso y, ante las pérdidas que hubo en mi familia, tengo recuerdos muy claros de estar sufriendo un montón, sintiendo un vacío y el absurdo de la ausencia, y también estar riéndonos a carcajadas de algo. El humor nunca deja de estar presente. Menos en los momentos en que más lo necesitamos. Quizás hay gente más solemne que necesita atravesar esos momentos como un proceso duro, y eso es respetable, pero creo que los personajes de la película son más parecidos a mí, a mi familia y a personas que conozco.
-El filme tiene actuaciones contenidas, de gestos mínimos. ¿Fue un reto lograr transmitir o comunicar siguiendo ese estilo de actuación?
El minimalismo representó un desafío para mí. En gestos, en vestuario, en todo. Si bien me concentré mucho y sabía que era un mes o 20 días de estar metida en esto, había un contraste con la otra cosa que hago (la música), donde tengo que exagerar los rasgos y el vestuario, y se me tiene que ver y oír desde distancias lejanas. Bajar los faders y apagarme un poco era un desafío, pero, a la vez, también era la parte más entretenida de todo el asunto de filmar una película.
-¿Cómo fue su trabajo con Antonia Zegers? ¿Recuerda alguna anécdota junto a ella?
Mi vínculo con Antonia fue muy hermoso. Me pareció increíble que a Iair (Said) se le ocurriera ponerla en el papel de la tía. Yo la conocía por su trabajo como actriz y la había visto una que otra vez en Chile, y el día que vino a mi casa y nos reunimos hubo un código de humor. Ella es muy relajada, le hacían gracia algunos modismos argentinos, y también me encantó lo mucho que amó el guión y con las ganas con las que vino a hacer la película. Al ser el director un amigo mío, me daba mucho placer ver que todo el mundo estaba en el proyecto por amor, porque les había encantado. Antonia es increíblemente talentosa. Es muy suelta. Se entregó y se aprendió y estudió el acento, pero sin exagerarlo. Todas las intervenciones de la tía me parecen desopilantes, la encuentro cada vez más graciosa. Es un placer y un lujo para mí haber trabajado con Antonia, Iair y Rita.
-Tras el término del rodaje, ¿fue sencillo retomar su carrera sobre el escenario? ¿O hubo algo que empezó a ver con otros ojos tras esta experiencia?
No me costó retomar. Justo (2023) fue uno de los años que más actividad tuve en escenarios musicales. Me gustaría muchísimo equilibrar un poco más, porque me gustó mucho este rodaje. Pero sigue siendo una exploración y ver qué me pasa con otro rodaje. Yo hago castings. Para mí es un placer hacer castings, porque estoy actuando. Me divierten mucho las cosas que me acercan y proponen, porque me sacan de mi mundo cotidiano. Si bien me apasiona y me encanta subir al escenario a cantar, es bastante parecido hace 20 y pico de años, entonces cada cosita que es ajena a ese mundo me representa una bocanada de aire.
-¿Qué elementos tendría que reunir un proyecto para que estuviera dispuesta a hacer otra película a futuro? ¿Cree que podría compatibilizar el tiempo que le dedica a Miranda! con una carrera en cine?
Creo que sí se puede compatibilizar. De hecho, lo he metido en Miranda! Me lo inventé yo misma, porque casi toda la cuota visual en Miranda! ha sido un poco un capricho mío. A darle tanta importancia a los videoclips o la puesta en escena. Alejandro (Sergi) se ocupó siempre más de la composición, de la producción, del laboratorio, del estudio musical, y yo me ocupé de los videos, el vestuario, el maquillaje. De alguna manera, mi pasión por las artes visuales la metí de capricho en Miranda! Entonces, sí, sería compatible totalmente. Están al lado las dos carreras.
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