La columna de Gonzalo Said: “Chile ante la encrucijada: una reforma política para el desarrollo y la estabilidad”
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La columna de Gonzalo Said: “Chile ante la encrucijada: una reforma política para el desarrollo y la estabilidad”
Si bien el país ha experimentado avances en diversos ámbitos, el sistema político actual no permite un progreso sostenido y, por el contrario, muestra signos de fragmentación y desconfianza que limitan nuestro potencial. Chile necesita una reforma profunda y ambiciosa del sistema político que esté a la altura de los desafíos que enfrenta el país en las próximas décadas.
La reforma debe basarse en ciertos pilares que permitan fortalecer los partidos políticos, reducir la fragmentación y fomentar una participación ciudadana más efectiva. Las recomendaciones de la Comisión de Expertos del último Consejo Constitucional, aunque perfectibles, ofrecen un camino para avanzar en estas áreas clave.
Uno de los principales problemas en el sistema actual es la debilidad de los partidos políticos, lo que ha favorecido la aparición de pymes electorales -con partidos débiles y con independientes que no responden a nadie- y discursos populistas. Para revertir esta situación, se requiere un umbral electoral mínimo del 5% para obtener representación parlamentaria. Este umbral no solo fortalecería a los partidos, sino que también reduciría el número de fuerzas políticas sin peso real, facilitando los acuerdos y otorgando coherencia a las decisiones.
El fraccionamiento político no solo complica la toma de decisiones, también erosiona la confianza en las instituciones y promueve la inestabilidad. Otra de las propuestas a rescatar es incorporar nuevas causales de cesación para los parlamentarios que renuncien a sus partidos. Al mantener un compromiso mínimo con la colectividad a la que pertenecen, los legisladores evitarían el discolaje, que tienden a priorizar agendas personales y diluyen los esfuerzos colectivos. Esto contribuiría a que los partidos mantengan una cohesión y que el debate parlamentario se enfoque en temas de interés nacional.
Creo que además se pueden rescatar algunos mecanismos de iniciativas populares que permitan a los ciudadanos presentar propuestas y aportar en temas cruciales, con ciertos requisitos de participación mínimos. Esta interacción no solo mejora la calidad de la democracia, sino que también promueve la confianza, ya que la ciudadanía puede sentir que tiene una voz en las decisiones que afectan su vida cotidiana.
Las elecciones recientes de alcaldes, concejales y gobernadores no deberían desviar la atención de los objetivos que todos los sectores políticos deben perseguir en conjunto. Chile necesita una política que busque solucionar los problemas del momento y que plantee un proyecto país de largo plazo. Este enfoque requiere madurez y responsabilidad por parte de los líderes, quienes deben dejar de lado los cálculos políticos a corto plazo y priorizar una mirada amplia y consensuada en la que la estabilidad y el desarrollo sean los fines últimos.
Es el momento de un cambio de mentalidad que ponga el bienestar común y el desarrollo nacional por sobre las disputas internas y los intereses particulares. Al consolidar un sistema político moderno, Chile podrá sentar las bases para un desarrollo sostenible y verdaderamente democrático, en donde el consenso y la colaboración guíen el camino hacia una nación más justa y próspera.
*La columna es autor vicepresidente de Sofofa
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