La columna de Hermann González: “El potencial de la minería y el futuro de Antofagasta”

La columna de Hermann González: “El potencial de la minería y el futuro de Antofagasta”

El año 2024 el sector económico que más creció fue la minería. El PIB minero creció 6,2%, triplicando la expansión de sólo 2% de los sectores no mineros. Este sólido crecimiento del sector lamentablemente no es lo común. La minería se contrajo en los últimos tres años y, en la última década, el crecimiento promedio del sector fue negativo: -1,3%. Continuamente se destaca el enorme potencial de nuestro país frente a la transición energética, por su riqueza y condiciones inmejorables para la producción de cobre y litio, pero ¿estamos haciendo lo suficiente para aprovechar este potencial?

Pienso que no, y ello tiene un impacto directo en la población, porque perdemos oportunidades que aprovechan otros países. Este impacto se amplifica cuando nos referimos a la situación de las regiones mineras, como Antofagasta, donde la minería explica más de la mitad del PIB, más de 90% de las exportaciones y dos tercios del empleo (directo e indirecto). Chile ha perdido más de diez puntos de participación de mercado en la producción mundial del cobre en los últimos 25 años. De acuerdo con cifras del Consejo Minero, las empresas del sector enfrentan una alta carga tributaria, pero, además, deben enfrentar largos e inciertos procesos para materializar un proyecto de inversión -la famosa “permisología”-. Desde 2020 los costos de producción han subido más que en el resto del mundo y el país ha perdido competitividad internacional.

En el caso del litio, este año deberíamos ver efectos más concretos de la estrategia lanzada por el gobierno hace dos años, pero que aún no se traduce en mayor inversión, producción, empleos o ingresos fiscales. El tiempo apremia y otros países avanzan rápido.

Una buena noticia para la región de Antofagasta es que en el último catastro de inversión de la Corporación de Bienes de Capital la región concentra un tercio de la inversión proyectada en el quinquenio 2024-2028. La minería de cobre y litio, así como los proyectos de energía, permiten anticipar un futuro, pero es necesario tener una estrategia para aprovechar esta oportunidad. No se trata de inventar la rueda. El país puede seguir en Antofagasta el ejemplo de ciudades como Shenzhen en China, Tel Aviv en Israel o Bangalore en India.

Antofagasta podría llegar a convertirse en un polo de desarrollo porque cuenta con una ubicación estratégica en el epicentro de la minería del cobre y del litio, que son recursos claves para la transición energética. Pero no es lo único, porque también el desierto de Atacama tiene condiciones únicas para la observación espacial, para la investigación sobre energía solar y para experimentos en condiciones extremas. Es la región que más puede beneficiarse de un boom minero, pero ello requiere primero que el país sea parte de ese boom y, segundo, contar con una visión de largo plazo que incluya una estrecha coordinación del gobierno con el sector privado y la academia. En un año electoral, el desarrollo del potencial minero del país y de las regiones mineras debiese ser un tema prioritario en la agenda de los candidatos a la presidencia y al Congreso.

El autor de la columna es Coordinador Macroeconómico de Clapes UC y socio de Valtin Consulting.

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LaTercera.com

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