La descomposición como camino: De Mesalina a Lily Philips

La descomposición como camino: De Mesalina a Lily Philips

Mesalina, muerta de celos y desesperada por defender su reputación secreta de la mujer más deseada de Roma, llamó a Escila para mantener un duelo, que consistía en tener relaciones sexuales con más hombres en una sola noche. La joven británica Lily Phillips ahora es más famosa que Mesalina. Dominando los imperios más poderosos de la época actual, que son las redes sociales y la semipornoplataforma Onlyfans, esta muchacha subió al Olimpo del “glamour” notificándole al mundo que, después de haber avisado por TikTok en octubre su objetivo de acostarse con 100 hombres en un solo día, cumplió con la misión superando la meta: estuvo con 101 hombres. Los jóvenes educados en el extremo individualismo neoliberal, si no se ofrecen a un pornotelemaratón público, esperan alimentar sus egos con el número de conquistas, ya que ni son capaces de caminar juntos callados sintiendo lo que no está en las palabras, ni se sentirán menos solos pese a cualquier acrobacia carnal. Todo puede ser parte del aprendizaje, pero el problema es otro. Imponiéndonos los modelos, gustos y preferencias, no nos permiten aprender nada y hablándonos de libertad individual nos exigen otra cosa: obedecer.

Oleg Yasinsky. “RT”. 12/2024. Cuenta la leyenda que una vez, la mujer más poderosa y promiscua de la Roma antigua, la emperatriz Mesalina, esposa de Claudio, supo de la existencia de una prostituta llamada Escila, famosa por su belleza y habilidad. Mesalina, muerta de celos y desesperada por defender su reputación secreta de la mujer más deseada de Roma, llamó a Escila para mantener un duelo, que consistía en tener relaciones sexuales con más hombres en una sola noche.

El evento clandestino se realizó en un burdel, a donde llegaron los senadores, comerciantes y soldados del imperio. Según la historia, el reto fue ganado por Mesalina, pero las estadísticas de los cronistas discrepan bastante. Unos dicen que recibió a 25 hombres, otros que a 70 y hay quienes aseguran que a más de 200.

Más allá de estos y otros detalles íntimos devorados por la oscuridad del tiempo, hay un hecho curioso: aquel lejano amanecer y el actual crepúsculo de la civilización occidental repiten el mismo sello de lo que es la decadencia y la descomposición absolutas, uniendo al poder y al dinero en un juego macabro del sinsentido, donde el cuerpo humano se convierte en la herramienta de experimentos para la destrucción total de su espíritu.

No lo digo por moralismo, sino desde la evidencia de que no es un camino de búsqueda del placer sino de permanente constricción e imposición de dolor y sufrimiento. La descomposición consiste en el placer no por compartir y amar sino por dominar y matar. Es la búsqueda del Tánatos y no del Eros. Es pulsión de muerte y no de vida.

La joven británica Lily Phillips ahora es más famosa que Mesalina, aunque probablemente no sepa nada de la emperatriz romana. Dominando los imperios más poderosos de la época actual, que son las redes sociales, el TikTok, YouTube y la semipornoplataforma Onlyfans, esta muchacha de 23 años subió al Olimpo del “glamour” notificándole al mundo que, después de haber avisado por TikTok en octubre su objetivo de acostarse con 100 hombres en un solo día, cumplió con la misión superando la meta: estuvo con 101 hombres.

El 7 de diciembre, el youtuber Josh Pieters estrenó su documental sobre este gran evento, que con el creativo y sutil título I slept with 100 men in one day” creo que no requiere ni traducción ni mayores explicaciones.

En el documental, cumpliendo el formato telenovelesco de los romanticismos de estos tiempos, Lily Phillips cuenta sus sentimientos, llora un poco y conquista las simpatías del público. Orgullosa de su hazaña sexual, tiene otro desafío para el año que viene: pretende romper el récord mundial de encuentros sexuales, establecido en 2004 por la estadounidense Lisa Sparks con 919 hombres en 24 horas. Así, de las orgías romanas, la humanidad en solo un poco más de 2.000 años pasó a las competencias anglosajonas.

A pesar de tantas risitas y chistecitos machistas y feministas al respecto, el tema es muy triste. Las redes sociales, que educan ahora más que ayer la escuela y la televisión juntas, han creado un verdadero universo del morbo, que atrofia en sus habitantes los sentimientos de compasión y empatía, algo esencial para destruir el tejido social de nuestras sociedades.

La natural curiosidad se convierte al morbo al igual que la natural y bella sexualidad humana se transforma en algo profundamente repugnante, tanto como para generar entre las personas sanas un profundo rechazo hacia la genialidad y la belleza de nuestro cuerpo y la poesía de nuestro corazón, donde el erotismo sin amor simplemente no se da. Obviamente, todo esto acompañado por el exacerbado discurso sobre las libertades y los derechos individuales…hasta para recibir a mil clientes por día.

Castrando con su infinita ordinariez lo más bello y lo más frágil del ser humano, ¿que podrían decir los carniceros del sexo de estas líneas del gran poeta colombiano Porfirio Barba Jacob?:

Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,

que nos depara en vano su carne la mujer:

tras de ceñir un talle y acariciar un seno,

la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer

El inframundo de las drogas, del reggaeton y del pensamiento plástico nos roba la capacidad de sentir la belleza, de gozar los sabores y los olores de la vida, de disfrutar las relaciones humanas.

Las chicas que convierten la prostitución en un deporte fácil y rentable son la mejor muestra de este suicidio cultural y emocional de generaciones enteras, neutralizadas por el poder, incapacitadas para cuestionar absolutamente nada de lo social, ya que lo único social que entienden es el número de sus clientes que las usan para masturbarse.

Siempre se consideró que la pérdida del pudor sexual era un síntoma inconfundible de disfunciones mentales. Ahora se presenta casi como un símbolo de liberación. La liberación de lo ético.

En esta guerra mundial contra el ser humano, se elige su parte más vulnerable. Crear una generación que vea en el sexo un deporte, en la cultura una entretención y en la política un negocio, es el máximo ideal para este decadente proyecto capitalista. El lumpen no podrá ver que seguir las estúpidas modas extravagantes, en vez de hacerlo alguien especial o único, lo lumpeniza más y lo convierte en alguien mucho más bajo, porque el cambio no llega de afuera.

Los jóvenes educados en el extremo individualismo neoliberal, si no se ofrecen a un pornotelemaratón público, esperan alimentar sus egos con el número de conquistas, ya que ni son capaces de caminar juntos callados sintiendo lo que no está en las palabras, ni se sentirán menos solos pese a cualquier acrobacia carnal. Todo puede ser parte del aprendizaje, pero el problema es otro. Imponiéndonos los modelos, gustos y preferencias, no nos permiten aprender nada y hablándonos de libertad individual nos exigen otra cosa: obedecer.

El obedecer para este sistema neoliberal supone ser individualista, competitivo, estar dispuesto a usar al otro como a un objeto. Tener las metas claras en los “likes”, en el número de los clientes y en los ceros en las cuentas bancarias.

La pobre Lily Phillips no comete ningún pecado especial, es la microempresaria de su propio cuerpo, asistida por talentosos gerentes en un mundo donde cada uno es víctima de una violación constante y donde también viola al otro a su manera, ya que el bajo horizonte de sus paisajes no da cabida para otro tipo de relaciones.

La emperatriz Mesalina en la Roma antigua convocó el concurso solo para satisfacer su propio ego, defendiendo lo que entendía ella como su honra. Al parecer, la decadencia ha evolucionado en los últimos 2 000 años. Una de las seguidoras de Lily Phillips en las redes lo explicó así: “El feminismo es muy simple: si una mujer se sale con la suya, se siente empoderada; si no, se siente oprimida. Esto significa que el éxito de una mujer es suyo, mientras que sus fracasos son siempre culpa de otros”.

 

 

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ElSiglo.cl

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