La mejor arquitectura de 2024

La mejor arquitectura de 2024

Que la arquitectura nunca parte de cero lo sabían hasta los arquitectos modernos que defendían el borrón y cuenta nueva. Restar hasta que no quedara casi nada era su manera de librarse de lo prescindible —las jerarquías o los ornamentos— y defender un diseño más económico y, por lo tanto, se suponía que más democrático. Lo que quedó de aquel deseo fue, salvo unos pocos proyectos excepcionales, más barato que democrático. Los edificios modernos que se salvaron fueron audaces, ingeniosos, pero también terriblemente caros: el muro interior de ónice de Marruecos en la Casa Tugendhat, que Mies van der Rohe levantó en Brno, costó lo mismo que levantar un bloque entero de viviendas. Ningún arquitecto que se precie ignora el punto de partida. Todos saben que nunca es ni cero ni un folio en blanco. Saben, además, que el contexto no solo es urbano. Es también social, económico, tecnológico, geográfico (y, por lo tanto, biológico y climático. Y es también cultural. En ese último epígrafe se esconde la actualización de la tradición: el caballo de batalla de los últimos años.

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ElPais.com

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