La muerte en Culiacán no se acaba donde creemos

La muerte en Culiacán no se acaba donde creemos

Un hombre asesinado a balazos en Culiacán, en 2010.

A los de Culiacán nos pasan muchas cosas que parecen mentira. El otro día, mi padre me contaba sobre la muerte de un familiar: “Qué triste, esto ya se veía venir”, “pobre de su mamá”, “sufrió mucho”, y otras frases parecidas son las que a uno se le ocurren en estos casos, porque a pesar de todo, nunca hemos aprendido a reaccionar ante la muerte. Pero el asunto es que la muerte en Culiacán a veces no se acaba donde creemos y lo que mi padre realmente quería contarme era que mientras acompañaban al cortejo fúnebre se había desatado una balacera en su ruta y que junto a sus acompañantes decidieron seguir la carroza que nunca se detuvo: “Es que no podíamos dejar al muerto solo”, me dijo tan tranquilo. No, obviamente no se puede hacer eso. Porque ser culichi es ser un poquito valiente y bastante imprudente, tener por lo menos un poquito de miedo todos los días para poder sobrevivir, pero no tanto como para no seguir con tu vida. Pero es muy feo estar sobreviviendo, la gente ya no quiere ser valiente, la gente quiere preocuparse por si ganaron los Tomateros, no porque te mate una bala perdida de camino a enterrar a tus muertos.

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ElPais.com

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