La obsesión de Pablo Neruda por las caracolas y sus misteriosas historias: “Recorrí los siete mares buscándolas”

La obsesión de Pablo Neruda por las caracolas y sus misteriosas historias: “Recorrí los siete mares buscándolas”

Del brazo de su pareja Delia del Carril, Pablo Neruda llegó a Cuba en 1942 sin saber que conocería a uno de los grandes amores de su vida. Fue invitado por el polígrafo José María Chacón y Calvo, jefe de la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación. El poeta chileno daría tres conferencias en La Habana, así que la pareja se hospedó en el Hotel Packard, en el Paseo del Prado, cerca de esa ciudad, según Ángel Augier.

Como era de esperarse, la presencia de Neruda en el país no se limitó a tres charlas. Una serie de homenajes y actividades esperaban al autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada (1924). Uno de ellos fue ofrecido por el Frente Nacional Antifascista, donde en un acto, el intelectual cubano Juan Marinello leyó su conferencia Tránsito y residencia de Pablo Neruda.

Marinello fue el responsable del inminente enamoramiento del poeta. Este le presentó a Carlos de la Torre, un prestigioso malacólogo de 88 años. “Se juntaron una larga tarde para charlar de poesía y moluscos (…) Don Carlos llevó a Neruda a su casa y allí lo acercó a su abismo submarino, a su maravillosa colección, una de las más grandes y famosas del mundo”, escribe Nicolás Guillén en la revista Nerudiana, de la Fundación Pablo Neruda.

Carlos de la Torre.

El intelectual cubano, considerado uno de los más sabios de su época, fue rector de la Universidad de La Habana y miembro del Congreso Nacional. Además, era especialista en caracolas y las coleccionaba.

Miles de pequeñas puertas submarinas se abrieron a mi conocimiento, desde aquel día en que don Carlos de la Torre, ilustre malacólogo de Cuba, me regaló los mejores ejemplares de su colección”, escribió Pablo Neruda en Confieso que he vivido (1974). Neruda conoció ahí el amor y la obsesión por las caracolas.

Ahora esas Polymitas—la especie obsequiada por el cubano—descansan en la Sala Museo Gabriela Mistral, ubicada en la Casa Central de la Universidad de Chile. Estas, con sus colores llamativos y sus diversos tamaños, son parte de la exposición Mollusca. Poesía de Caracolas. Sumergirse en la colección de Neruda, realizada bajo el concepto artístico de la artista visual Elizabeth Burmann Littin y la colaboración de la Coordinadora del Área de Educación del Archivo Central Andrés Bello y Sala Museo Gabriela Mistral, Nathaly Calderón, y la Coordinadora de Área de Conservación, Loreto Millar.

Mollusca. Poesía de Caracolas. Sumergirse en la colección de Neruda. Sala Museo Gabriela Mistra. Cedida.

Carlos de la Torre le presenta las caracolas de forma más científica. A Neruda siempre le inspiró el mar, porque vivía en las costas, pero él le abrió una forma nueva de ver las conchas”, explica a Culto Nathaly Calderón. “También le regaló micromoluscos”.

Así comenzó el amor y la obsesión de Neruda por estos bienes naturales. “Desde entonces y al azar de mis viajes recorrí los siete mares acechándolos y buscándolos (…) En México fui por platas, me sumergí en las aguas transparentes y cálidas y recogí maravillosas conchas marinas”.

¿Cómo llegaron a la UCh?

Cuando cumplió 50 años, en 1954, Pablo Neruda donó gran parte de su colección de caracolas y textos al acervo personal de la Universidad de Chile. En su casa en La Reina, ubicada en Avenida Lynch 164, realizó una ceremonia privada junto a sus amigos, entre quienes estaban el rector de esa casa de estudios, Juan Gómez Milla, Salvador Allende, Volodi Teitelboim, Alejandro Lipschtz, Delia del Carril, Laura Reyes, entre otros.

“Neruda donó a la Universidad todo lo que había recolectado y coleccionado a lo largo de su vida, hasta los 50 años. Entrega alrededor de 5.107 libros, 263 revistas, 155 discos también y 8.400 caracolas”, comenta Nathaly Calderón, licenciada en Historia y Educación Media.

Por este hito, y también porque este año se cumplen 120 desde el nacimiento del poeta, la Sala Museo Gabriel Mistral se convirtió en la vitrina de cerca de mil de estas caracolas. En tanto, las restantes siguen en el Archivo Central Andrés Bello o forman parte del inventario de la Fundación Pablo Neruda.

En su discurso de entrega—manuscrito que igualmente integra la muestra—evidencia sus intenciones para realizar su donación. “Yo fui recogiendo estos libros de la cultura universal, estas caracolas de todos los océanos, y esta espuma de los siete mares la entrego a la Universidad por deber de conciencia y para pagar, en parte mínima, lo que he recibido de mi pueblo”, consignó Neruda en su discurso.

Mollusca. Poesía de Caracolas. Sumergirse en la colección de Neruda. Sala Museo Gabriela Mistra. Cedida.

Llegó a recolectar más de 8.000 caracolas, provenientes de lugares como Australia, Cuba, Paris, Malasia, Sudáfrica, Japón, Filipina o China. No fue un esfuerzo solitario. “En Cuba y otros sitios, así como por intercambio y compra, regalo y robo (no hay coleccionista honrado) mi tesoro maravilloso que se fue acrecentando hasta llenar habitaciones y habitaciones de mi casa (…) “Exageré mis caracoles hasta visitar mares remotos. Mis amigos también comenzaron a buscar conchas marinas, a encaracolarse”, narra Neruda en sus memorias.

China y un hermano

Era la primera vez que Neruda estaba en China. Aún no era Premio Nobel, hace un año había dejado la senaduría y había publicado más de una decena de libros.

En su paso por el país oriental consiguió uno de sus más grandes tesoros. “Recuerdo que en el museo de Pekín abrieron la caja más sagrada de los moluscos del mar de China, para regalarme el segundo de los dos únicos ejemplares de la Thatcheria mirabilis. Y así pude atesorar esa increíble obra en la que el océano regaló a China el estilo de templos y pagodas que persistió en aquellas latitudes”, escribió en Confieso que he vivido (1974).

La Thatcheria mirabilis es una de las primeras caracolas que puede apreciarse en la exposición. “Este tipo se encuentra muy poco y es de aguas profundas”, precisa Nathaly Calderón. Es más, los rumores dicen que fue el mismo presidente chino Mao Zedong quien le entregó la Thatcheria mirabilis a Pablo Neruda.

Mollusca. Poesía de Caracolas. Sumergirse en la colección de Neruda. Sala Museo Gabriela Mistra. Cedida.

Justo tras esa especial caracola hay otra de mayor tamaño, que se la regaló al poeta su amigo Rafael Alberti. Ambos escritores tenían una profunda relación, que el mismo Neruda definía como una hermandad.

Dentro de la caracola, unas palabras intentan sobrevivir el paso del tiempo. “Aún no logramos descifrar lo que dice, porque está muy borroso, pero Alberti lo firma”, comenta Nathaly Calderón, quien agrega que tampoco se tiene claridad de la fecha de su procedencia.

Muchas de esas caracolas llegaron a las manos de Neruda por caminos insospechados. Avanzando por el costado derecho de la sala, dentro del gabinete, hay una serie de caracolas con los rostros de personas insertas en las conchas, gracias a técnicas de sublimación. “Es una familia completa, no sabemos quiénes son, ni cómo Neruda las encontró. Está incluso la casa representada”, relata Calderón.

Mollusca. Poesía de Caracolas. Sumergirse en la colección de Neruda. Sala Museo Gabriela Mistra. Cedida.

Además de caracoles, el estante está lleno de libros sobre moluscos. “En la colección de libros que él donó, hay muchos de malacología y conchitología, como se le llamaba antes. Eso de cuenta de que, además de inspirar su obra, le interesaba la parte más científica de los moluscos”, comenta la mediadora.

Al centro de ese costado, un gran ejemplar de Canto General se posiciona abierto en el poema Mollusca Gongorina, que nombra una serie de moluscos como el Múrex espinoso, la Sílice, una Cyprea, una Scalaria, Spondylus, entre otros.

Mollusca. Poesía de Caracolas. Sumergirse en la colección de Neruda. Sala Museo Gabriela Mistra. Cedida.

La exposición

“El Mar que no se aprende sin verlo”, dice Poema de Chile (1967) de Gabriela Mistral, la dueña y señora de la sala.

Al entrar al lugar, la luz tenue evoca la profundidad del océano y las estructuras que sostienen las caracolas figuran como corales en movimiento. Para Elizabeth Burmann, artista visual encargada del montaje, sigue siendo un misterio por qué a Neruda le interesaban tanto estos objetos. “Ese misterio va inundando el relato”, dice a Culto.

Mollusca. Poesía de Caracolas. Sumergirse en la colección de Neruda. Sala Museo Gabriela Mistra. Cedida.

La exposición en su conjunto, según ella, “revela la pulsión de Neruda por aprehender la naturaleza, una melancolía muy romántica, que termina por convertirla en objeto de contemplación e inspiración… Pero la naturaleza siempre se le escapa al poeta y ahí la pasión por perseguirla, rodearse y escribir sobre ella”.

En los gabinetes, las caracolas flotan. “A modo de dioramas, las vitrinas van presentando diversos aspectos. Es la iluminación que desarrollamos junto a Pascual Mena, una estrategia para vernos inmersos en la profundidad marina. El recorrido invita a sumergirse dentro de un universo de conchas y caracolas, a imaginar sus formas de vida”, explica la artista.

En medio de las vitrinas, versos de Los nacimientos (1950) y Oceana (1961) de Pablo Neruda se disponen como olas del mar. “A través de las caracolas se puede conocer al poeta, sin embargo, lo que a mí más me interesaba era hacer el ejercicio inverso, seguir los rastros de los moluscos que habitan estas conchas y poder descubrir la poesía inscrita en las caracolas”.

Mollusca. Poesía de Caracolas. Sumergirse en la colección de Neruda. Sala Museo Gabriela Mistra. Cedida.

Según la encargada de la conservación, Loreto Millar, todas las estructuras y la iluminación están diseñadas para resguardar la seguridad de las caracolas. “El trabajo fue de carácter multidisciplinario. Teníamos que mediar que esta propuesta artística fuera de la mano con cuidar las caracolas”.

Un aspecto que releva Millar es el buen estado en que estaban las caracolas. “Uno logra de alguna forma comprender o dimensionar de que Neruda tenía una relación muy profunda y cercana con sus caracolas. Las quería y las cuidaba mucho. De manera general, la mayoría de los ejemplares están en muy buen estado de conservación”.

Esta no es la primera vez que se realiza una exposición con la caracolas. Después de que la colección fue sometida a un proceso de limpieza técnica y a su catalogación a cargo de la malacóloga Cecilia Osorio —que también colaboró en la muestra en curso—se publicó el libro Amor al mar. Las caracolas de Pablo Neruda (2006).

Asimismo, entre los años 2008 y 2010, el Archivo Central Andrés Bello expuso 400 caracolas en Amor al Mar: las caracolas de Neruda, en Madrid, Santiago y Antofagasta.

Mollusca. Poesía de Caracolas. Sumergirse en la colección de Neruda. Sala Museo Gabriela Mistra. Cedida.

Los enfoques

Uno de los objetivos de la exposición es mirar las caracolas desde un punto de vista ecológico. “La idea es tomar conciencia de la importancia y el rol que cumple cada molusco en el ecosistema. Cuando los moluscos mueren, esa conchita debería volver al sustrato, al fondo del mar, porque ahí sirven de hábitat para otros moluscos y le aporta calcio también. Tiene que cumplir con ese ciclo. Entonces, cuando hay intervención humana de sobrextracción, afecta al ecosistema”, explica Nathaly Calderón.

Una de las especies que sufre las consecuencias de la intervención humana son las Polymitas, las favoritas de Neruda, actualmente en peligro de extinción.

Mollusca. Poesía de Caracolas. Sumergirse en la colección de Neruda. Sala Museo Gabriela Mistra. Cedida.

Sobre enfoques, tratar la figura del Premio Nobel también es un desafío. “Neruda, durante todo el siglo XX, fue una figura muy importante. Durante la primera década del siglo XXI, se transforma una figura controversial, sobre todo por su declaración de violación, que es pública. Desde ahí en adelante, se ha generado una problemática también en torno a su figura, de cómo tratarla. Yo diría que cuando las cosas se vuelven más complicadas de tratar, hay que hablar más de ellas. En ese sentido, esta colección permite dar una vuelta a una figura que, a pesar de sus avatares, dejó un legado de objetos muy significativo para el país. Esta colección de caracolas permite que muchos públicos hoy día puedan venir a conocer cosas que probablemente nunca en su vida podrían ver debajo del mar o en algún otro lado; y permite que reflexionemos sobre otras cosas como por ejemplo, el cambio climático”, reflexiona Gabriel González, Coordinador del Área de Gestión Cultural de Extensión del Archivo Central Andrés Bello.

Mollusca. Poesía de Caracolas. Sumergirse en la colección de Neruda. Sala Museo Gabriela Mistra. Cedida.

La inauguración de la exposición es este viernes 25 de octubre y contará con la presencia de la ministra de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, Carolina Arredondo, la rectora de la casa de estudios, Rosa Devés, entre otras autoridades.

La apertura al público es el martes 29 de octubre y la exposición funcionará de martes a jueves, desde 10:00 a 17:00 horas, y los viernes de 10:00 a 16:00 horas (cerrado feriados y fin de semana). Para recorridos mediados escribir a smgabrielamistral@gmail.com.

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LaTercera.com

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