La última sangre de Santa María de Iquique: cuando un español acuchilló a un general para vengar a su hermano

La última sangre de Santa María de Iquique: cuando un español acuchilló a un general para vengar a su hermano

Durante las primeras horas del calor estival, el general Roberto Silva Renard caminaba por la avenida Viel, cercana al Parque O’Higgins, rumbo a su oficina la Fábrica de Cartuchos del Ejército, donde era el director. Eran las 10.15 de la mañana del 14 de diciembre de 1914. Un hombre pasó a su costado. “Buenos días”; lo saludó, el militar respondió, y casi al momento Silva Renard sintió un cuchillazo en su cuerpo. Luego otro, y otro. Sorprendido, el uniformado apenas opuso resistencia ante el ataque del español Antonio Ramón Ramón.

Ramón continúo agrediendo a cuchillazos al militar, hasta que vio que los ojos acusadores de la gente lo observaban. Soltó a Silva y arrancó. En su carrera, ingirió un veneno contenido en una botella que llevaba entre sus ropas. Pero este no surtió efecto. Fue un gendarme que se dirigía a su trabajo el que terminó por atraparlo.

En rigor, lo que estaba haciendo Ramón -en su lógica- era tomar justicia por su propia mano. Resulta que su medio hermano, Manuel Vaca, también ciudadano español, había sido una de las víctimas de la tristemente célebre matanza de la Escuela Santa María de Iquique, de 1907, donde efectivos del Ejército abrieron fuego contra un grupo de obreros del salitre movilizados por mejorar sus condiciones laborales. Al mando de la operación estuvo justamente Silva Renard.

Fotografía de la ciudad de Iquique en año de la matanza de la escuela Santa María, como consecuancia de la huelga de trabajadores del salitre.

Ramón, como decíamos era español, y había llegado a Chile unos años antes. El historiador Igor Goicovic ha investigado la historia de este personaje. “Este sujeto provenía de un sector que los mismos españoles denominan la Andalucía profunda, fuertemente ligada a la explotación de cítricos y en condiciones bastante precarias desde el punto de vista material”, comenta en declaraciones recogidas por el sitio de la escuela de Historia de la USACH, de donde es académico.

En su investigación, Goicovic logró recuperar el testimonio que el mismo Ramón dio a la policía una vez detenido. Con mucha claridad, reconoció sin rodeos su accionar. “Yo soy el autor de las lesiones del general don Roberto Silva Renard, y las he perpetrado en venganza por haber sido el general Silva Renard quien dirigió el fuego contra los obreros asilados en la Escuela Santa María de Iquique, entre los cuales estaba mi hermano ilegítimo Manuel Vaca, que pereció a consecuencia de la descarga de la tropa. Este hermano era un único pariente varón que tenía y por ese motivo pensé en vengarme del jefe que comandaba las tropas que lo mandaron”.

Por entonces, comenzó a surgir la hipótesis de que Ramón Ramón pertenecía a algún movimiento anarquista, y que el ataque estaría llevado por un fin ideológico. ¿De dónde habría salido dicha idea? Goicovic explica: “El acto que él protagoniza y los instrumentos que utiliza para tal efecto, la daga o la ingesta del veneno al momento de la huida, son propios de los que podríamos denominar un tipo de cultura política de la cual eran depositarios los anarquistas a fines del siglo XIX y comienzos del XX, es lo que se conoce como la propaganda por el hecho. Al observar la acción, lo primero que le viene a la mente tanto a los medios de comunicación como los tribunales de justicia, y a la policía que lleva a cabo las primeras diligencias, es que andan detrás no solo de un anarquista, sino que de una conspiración anarquista que se dirige contra el responsable de la matanza de Santa María. Es el sentido básico de la asociación, que se estableció para ese efecto”.

Roberto Silva Renard.

Sin embargo, en la investigación -que incluyó registro de la pieza que ocupaba el hispano en avenida Viel- la tesis de que Ramón Ramón era anarquista comenzó a perder fuerza, ya que quedó demostrado que no pertenecía a ningún movimiento. “El informe evacuado el 21 de diciembre de 1914 señala: 1º El reo Ramón no pertenece en esta ciudad a sociedad alguna. 2º la única persona que visitaba a Ramón era un sujeto de nacionalidad española, alto, delgado, de poco bigote, el cual cambió a Ramón de domicilio llevando sus enseres de casa en un caballo. 3º Tanto en la avenida Ecuador (cuartillo en el Nº3425) como en la avenida Viel, el reo Ramón no hablaba con nadie, ni resibía [sic] visitas. Salía por la mañana y volvía en la noche, haciéndose él mismo su comida. 4º La mayordoma del conventillo Nº1882 [Gumercinda Mearzo] de la avenida Viel, en donde el reo vivía a la fecha del atentado contra el general Sr. Silva Renard, dice que el reo Ramón llevaba una vida ordenada y nunca vio que fuese visitado”.

Goicovic comenta al respecto: “Revisé bastante prensa del período y de diferente connotación. La oficial, más ligada al discurso del Estado y de las elites oligárquicas, pero también de la prensa obrera, que era bastante profusa en este período, y que tiende a confundir al sujeto y verlo como un vindicador anarquista y reivindicarlo como tal. Cuando esa noción se diluye, esta prensa deja también de registrarlo y de contenerlo dentro de sus ediciones. Eso es interesante. Es como si ya no reuniese los parámetros y el sujeto pasa a un cierto olvido”.

Antonio Ramón Ramón fue condenado a cinco años de prisión por el ataque a Silva Renard, quien no pereció en el acto. Eso sí, las heridas que le quedaron producto de los hechos le generaron tal daño que debió retirarse del Ejército. Decidió radicarse en Viña del Mar, y falleció en la Ciudad Jardín el 7 de julio de 1920. En tanto, sobre el destino de Ramón Ramón, no existen fuentes documentales fiables que indiquen claramente lo que ocurrió con él.

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LaTercera.com

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