La victoria de Trump deja a China al mando de las negociaciones climáticas de la COP 29

La victoria de Trump deja a China al mando de las negociaciones climáticas de la COP 29

Con la victoria electoral de Donald Trump, Estados Unidos se dirige de nuevo hacia su salida del Acuerdo de París, el pacto internacional sobre el clima firmado hace casi una década, y hacia una política energética inspirada en el mantra de campaña de Trump: “drill, baby, drill”.

China, en cambio, parece más comprometida que nunca con el acuerdo. Ha saltado al liderazgo mundial en el despliegue de energías renovables y está gastando miles de millones de dólares en proyectos de energía verde en todo el mundo en desarrollo. Los países más pobres buscan cada vez más ayuda de Beijing para abandonar los combustibles fósiles.

Se espera que la aguda divergencia entre las dos superpotencias dominantes se cierna sobre la conferencia anual de las Naciones Unidas sobre el clima, conocida como COP 29, que empezó el lunes en Bakú, Azerbaiyán. Por razones económicas, medioambientales y geoestratégicas, los dirigentes chinos han respaldado el cambio hacia las energías limpias con su titánico poder económico.

“China está dispuesta a trabajar con otras partes para defender el objetivo, los principios y el sistema de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Acuerdo de París”, comentó el viernes la representante del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Mao Ning.

La victoria de Trump ha subrayado lo que muchos países ya creían: que las divisiones políticas internas de Estados Unidos significan que no puede liderar de forma confiable la diplomacia climática mundial. Si Trump sigue adelante con la retirada, sería la tercera vez en este siglo que un Presidente republicano saca a Estados Unidos de un importante acuerdo internacional sobre el clima.

“Todo el mundo mira ahora a China”, dijo Jonathan Pershing, un alto negociador climático de Estados Unidos bajo los gobiernos de Obama y Biden. “Creo que con Estados Unidos fuera, China dará un paso adelante, pero de una manera muy diferente”, añadió.

La victoria de Trump ha dejado a los negociadores estadounidenses en Bakú con un mandato efímero. Están dirigidos por John Podesta, el enviado climático del gobierno de Biden, que no tendrá influencia en la política una vez que Trump asuma el cargo el 20 de enero. El presidente chino, Xi Jinping, envió a Ding Xuexiang, viceprimer ministro y uno de sus hombres de confianza, a la cumbre de líderes que comenzó este martes.

En anteriores cumbres de la ONU sobre el clima, las conversaciones entre Washington y Beijing han propiciado avances en las negociaciones. En 2015, ayudaron a forjar el propio Acuerdo de París, que insta a los gobiernos a limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados por encima de las temperaturas preindustriales y exige a las naciones ricas que envíen más de US$ 100.000 millones al año al mundo en desarrollo para proyectos de cambio climático.

La voluntad de los dos mayores emisores de gases de efecto invernadero del mundo de ponerse de acuerdo para limitar sus emisiones sirvió de poderoso incentivo para que el resto del mundo se sumara a la iniciativa. Los equipos negociadores estadounidenses también dedicaron incontables horas a presionar a los dirigentes chinos para que abandonaran más rápidamente la electricidad generada con carbón. Esa presión pareció tener algún efecto en la postura climática de China, comentó Li Shuo, un experto en política climática china en el Asia Society Policy Institute, un grupo de expertos.

“El efecto dominó de la presidencia de Trump será un factor negativo no solo para la acción climática de China, sino para la acción climática a nivel mundial”, sostuvo Li, y agregó que la decisión de Trump de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París en 2017, amortiguó la ambición climática en todo el mundo después de unos años.

China ha desplegado energías renovables mucho más rápido de lo que casi nadie esperaba hace siete años. El ritmo de aumento de la capacidad eólica y solar de China es ahora más o menos suficiente para cubrir su crecimiento de la demanda energética, lo que significa que sus emisiones pueden haber alcanzado ya su punto máximo. Y lo que es más importante, los sectores de tecnología verde se han convertido en el núcleo de la economía china; los funcionarios chinos se refieren a los paneles solares, los vehículos eléctricos y las baterías como el “nuevo trío” de la base industrial del país.

Todo ello significa que el interés de China por impulsar la transición hacia una energía limpia es mucho mayor que en 2017. Beijing está utilizando la diplomacia climática para proyectar su influencia económica en el extranjero, en el mundo en desarrollo, encontrando nuevos mercados para sus fabricantes de energías renovables líderes en el mundo. Eso es clave para Beijing en un momento en que los productores chinos de paneles solares, vehículos eléctricos, baterías y otros equipos se tambalean por el exceso de capacidad masiva y se enfrentan a nuevos aranceles pronunciados de Estados Unidos, Europa y otras grandes economías. Aunque el tamaño de las inversiones de China en el extranjero ha caído bruscamente desde 2016, el número de inversiones en energía verde ha desafiado esa tendencia.

“Este es un mercado de exportación en el que Estados Unidos debería estar compitiendo”, señaló Pershing, “y una de las consecuencias potenciales de la retirada es que perdemos esa competencia”, agregó.

En la conferencia de Bakú, la principal tarea de los negociadores es llegar a un acuerdo sobre un nuevo objetivo para que los países ricos proporcionen financiación climática al mundo en desarrollo después de 2025, una tarea establecida por el acuerdo climático de París. Una exigencia clave de los países ricos es que China, que siempre ha sido considerada como un país en desarrollo en los acuerdos climáticos de la ONU, acepte parte de la responsabilidad de proporcionar fondos para el clima en el marco del Acuerdo de París.

“Los países desarrollados deben cumplir seriamente con sus responsabilidades y proporcionar un fuerte apoyo financiero a los países en desarrollo para su respuesta climática”, afirmó Mao. “China continuará ofreciendo asistencia a los países en desarrollo compañeros en la medida de su capacidad”, comprometió.

Incluso si Trump no hubiera ganado, el equipo negociador estadounidense tendría poca credibilidad en este asunto. Estados Unidos no ha cumplido sus promesas de financiación para el clima debido a la oposición de los republicanos en el Congreso. En una conferencia sobre promesas de contribuciones para un nuevo fondo destinado a compensar a los países en desarrollo por los graves efectos del cambio climático -llamados pérdidas y daños-, Estados Unidos sólo aportó US$ 17,5 millones, frente a los US$ 430 millones de las naciones europeas.

China aún no ha contribuido al fondo, pero ha aceptado una disposición que permitiría a los países en desarrollo hacerlo. Los analistas están pendientes de si Beijing acepta empezar a aportar financiación para el clima a través de la ONU.

“Por el momento, su postura no ha sido muy enérgica ni muy insistente”, declaró un funcionario internacional especializado en financiación climática que participó en las conversaciones de Bakú. “La realidad es que China está haciendo ahora más por el clima que nadie y con mucha diferencia”, aseguró.

-Traducido del inglés por Pulso.

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LaTercera.com

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