Las grabaciones encontradas de Manolo Juárez expanden el legado de un pianista extraordinario
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Las grabaciones encontradas de Manolo Juárez expanden el legado de un pianista extraordinario

Dos discos inéditos y nuevo material audiovisual permiten una visión más profunda de un gran protagonista de la historia de la música popular argentina en el siglo XX, talentoso y carismático
Dos álbumes inéditos del pianista y compositor Manolo Juárez, junto con material audiovisual hasta ahora desconocido, se publicaron en plataformas digitales y en su sitio web oficial. Esta recuperación, cuyos discos llevan por título el calamaresco Grabaciones encontradas, no solo ofrece un homenaje a su legado, sino que también permite un acercamiento a la obra de uno de los artistas más influyentes de la música popular argentina del siglo XX.
Manolo Juárez (1937-2020) fue un creador de múltiples facetas: pianista, compositor, arreglador y docente, aunque la fría caracterización periodística no alcance para describir su aura de extraordinario músico y sus dotes de conversador nato (a veces graciosamente cascarrabias) y apasionado melómano. El hombre amaba lo que hacía, que más se puede decir. “De lo que me siento más orgulloso en la vida es de haber fundado la Escuela de Música Popular de Avellaneda”, le dijo alguna vez a Sergio Pujol y es un buen resumen de su personalidad.

Tuvo una trayectoria que abarcó tanto la música sinfónica y de cámara como la música popular argentina, con igual inspiración. Su carrera comenzó en la música clásica, pero en los años 60 se volcó al folclore, integrando elementos de la música académica y el jazz en un lenguaje propio. Como intérprete, llevó su música a escenarios de todo el mundo, con actuaciones destacadas en el Teatro Colón, el Lincoln Center de Nueva York y festivales de jazz en Europa y América Latina.
Juárez defendía una visión abierta y vanguardista del folclore, sosteniendo que la tradición debía evolucionar sin perder su esencia. “El folclore no es un museo, es un arte vivo que necesita renovarse”, afirmaba, en referencia a su búsqueda de nuevas armonías y estructuras. Su estilo pianístico se caracterizaba por la riqueza armónica y una expresividad que equilibraba la sutileza con la potencia rítmica. Consideraba que el piano, a menudo relegado en la música folclórica, podía ser un vehículo central para la reinterpretación del género. “El piano en el folclore no debe imitar la guitarra, sino encontrar su propio lugar”, explicaba.

Abril en Nueva York
El lanzamiento consta de dos álbumes inéditos que fueron recuperados y digitalizados: Manolo Juárez en New York/Grabaciones Encontradas 1 y Manolo Juárez Quinteto/Grabaciones Encontradas 2. A esto se suman archivos audiovisuales con registros de conciertos, entrevistas en radio y televisión, e incluso momentos cotidianos del artista -disponibles en YouTube-, donados al Fondo Manolo Juárez del Archivo IIAC-Untref de la Universidad de Tres de Febrero
La historia detrás de estos discos es tan llamativa como la música que contienen. En 1993, Juárez viajó a Nueva York con la intención de grabar un álbum solopiano en un estudio de alta calidad. Sin embargo, al escuchar el resultado final, el sonido no le convenció. Desilusionado, decidió archivar la cinta y no volver a escucharla. Pensó en descartarla previo a una mudanza. Su hija Mora Juárez la encontró casi/bastante por casualidad y la guardó sin saber su importancia. Recién en 2019, con ayuda del técnico Nano Suárez y de Lito Vitale, pudo ser rescatada y masterizada.

El álbum resultante, Manolo Juárez en New York/Grabaciones Encontradas 1, presenta un repertorio íntimo y personal, en donde explora su relación con el piano en soledad. Los temas seleccionados revelan un ordenamiento afectivo, reflejado en los títulos de las piezas. La serie se abre con “Pablo y Alejandro” y “Mora”, dedicadas a sus hijos, y concluye con “Villa del Parque”, obra de Alejandro en homenaje a uno de los barrios que marcaron su vida. También forma parte del álbum “Presencia del diablo”, una pieza que Juárez había registrado en los años 80 junto al multiinstrumentista Jorge Cumbo y que aquí cobra una nueva dimensión.
El concierto en el Teatro Colón, en febrero de 2003, fue único testimonio -hasta ahora- del espíritu y resultado de ese formato. El repertorio transitaba entre la tradición y su propia obra, con la resignificación de clásicos del folclore como “La añera” y “Zamba de mi esperanza” con un sello distintivo. La interpretación de “Una vez por todas”, del vanguardista compositor, arreglador y bandoneonista Eduardo Rovira -video que ilustra el encabezado de esta nota- es un gesto de afinidad con otro creador que, como él, exploró caminos innovadores en la música popular.

Un quinteto vibrante
El segundo álbum recuperado, Manolo Juárez Quinteto/Grabaciones Encontradas 2, ofrece una faceta distinta del músico. Grabado en 2002 con su quinteto, el disco combina elementos de jazz, folklore y música académica con una vibrante energía colectiva.
El grupo, que se presentó en escenarios emblemáticos del circuito jazzero porteño como Oliverio y Notorious, contaba con Arturo Ritrovato en bajo, Sergio Liszewski en guitarra, Colo Belmonte en batería y Leo Bernstein en teclados. Para algunas de sus presentaciones en vivo, participaron Nicolás Guerschberg, José Luis Colzani y Luis Ceravolo.
El repertorio de este álbum responde a una construcción emocional distinta a la del disco solista, con un enfoque menos introspectivo y más orientado al intercambio colectivo. Se incluyen composiciones de referentes admirados por Juárez, como “Al pie de la cordillera”, de Oscar Alem, y clásicos infaltables del folclore argentino, entre ellos “La humilde” y “La nochera”, que siempre formaron parte de su universo musical. A ello se suman piezas de su autoría, como una cueca dedicada a Daniel Homer y una nueva versión de “Tarde de invierno”, que comienza con un diálogo sutil entre el piano y la guitarra, para luego expandirse hasta alcanzar una intensidad vibrante en el despliegue de la formación.
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