Laura Pons: cómo convertirse en la única mujer buceadora caza minas de España
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Laura Pons: cómo convertirse en la única mujer buceadora caza minas de España

Sagrario Ortega
Madrid, 16 mar (EFE).- Laura Pons es la primera y única mujer buceadora de caza de minas de España; se enroló en las Fuerzas Armadas para tres años, los que le podrían servir de experiencia para después poder regresar a la que creía, influenciada por su juventud, mejor considerada empresa privada. Pero lo que se encontró la sedujo tanto que ha celebrado ya las "bodas de plata" en su institución, la Armada.
Esta misma semana Pons recibió de manos de la ministra de Defensa, Margarita Robles, el premio "Soldado Idoia Rodríguez" que, en memoria de la primera mujer militar fallecida en una misión internacional -murió en 2007 en Herat (Afganistán)- reconoce las actuaciones relevantes o ejemplares que potencian el papel de la mujer en las Fuerzas Armadas.
La buceadora mallorquina cuenta, en una entrevista con EFE, que ingresó en la Armada en diciembre de 1999, cuando tenia 23 años. En ese momento trabajaba en una agencia de tripulación para yates de lujo.
Muy "autodisciplinada", porque "he heredado la genética de intentar hacer las cosas bien", pero también "muy aventurera", como ella misma se define, a Pons siempre le había llamado la atención "lo militar".
En una isla, Mallorca, donde recalan yates de lujo y personas millonarias, Pons pensó, como otros jóvenes, que en el mundo de los barcos podría encontrar un trabajo muy bien remunerado.
Y como ya era secretaria en la agencia de tripulación para yates, creyó que si ingresaba en la Armada se le quitaba el "gusanillo" de servir a su país y, además, cargaría su mochila con una importante experiencia en barcos que le permitirían después trabajar en el mundo privado en algún puesto bien pagado.
Tres años le bastarían para adquirir esa experiencia y eligió especializarse en maniobra y navegación, algo que le vendría muy bien en su proyecto "civil".
Pero la Armada cambió sus planes. "Lo que me encontré fue gente muy profesional, grandes personas con las que trabajar codo con codo, aunando sacrificio y esfuerzo para conseguir algo. Todo ello creó en mi un sentimiento de equipo, de camaradería, de pertenencia a un grupo. Algo que no había sentido nunca antes, ni siquiera cuando jugaba al voley", relata Pons.
Y fue eso -continúa- "lo que me enganchó a la Armada y los tres años se han convertido en 25".
De fotógrafa en una agrupación de la OTAN
Con el buen inglés que traía de casa porque su madre es inglesa, a Pons, que ahora se prepara para sargento, lo que mejor se le daba en el barco eran las comunicaciones, pero también las maniobras de navegación en el puente.
En el Buque Castilla coincidió con un Comandante que, en breve, mandaría como almirante una agrupación de la OTAN en el Atlántico y en el Mediterráneo y que le sugirió intentar incorporarse, como fotógrafa, al equipo que iba a liderar. Reto que aceptó y que, tras superar varias entrevistas y un periodo de formación, consiguió y cumplió durante un año.
Reconoce que no entró en la Armada con el objetivo de un puesto concreto, sino que se fue encontrando por el camino distintas opciones. "Es lo bueno que tiene la Armada, porque en una misma institución puedes trabajar en mil cosas diferentes", recalca Pons.
Cuando ella entró, había muy pocas mujeres en su brigada. Ni siquiera llegaban al 10 por ciento. Desde el principio -afirma esta sargento alumna- fueron muy bien aceptadas, y salvo algún compañero con actitud "más conservadora", todos valoraban la competencia de sus colegas femeninas.
Tras un año en el buque anfibio, Pons dio el paso a buques de ámbito diferente, en concreto a la fragata Canarias. Sufrió un pequeño periodo de "desánimo" y se fue destinada a la estación naval de Porto Pi, cerca de su familia, con la intención de "a lo mejor" licenciarse.
Sin embargo, lo que veía en Mallorca no le gustaba comparado con lo que estaba viviendo en la Armada. Así que pidió el curso de cabo y fue "acumulando experiencias" de norte a sur, de Rota (Cádiz) a Ferrol (A Coruña).
Era lo que quería, coleccionar experiencias dado su espíritu aventurero, que aún mantiene "a pesar de mis 49 años", dice a EFE. Porque cree que si la vida le pone por delante algo, hay que intentar cogerlo para "ir descubriendo cosas".
De juguetear en el agua a cazar minas
Fue su actual compañero quien al verla "juguetear" en el agua descubrió el potencial de Pons como buceadora. Como nada se le resiste, y a pesar de que nunca había tenido relación con el buceo, probó suerte y comprobó que se le daba bien.
Así, en 2009 hizo en Cartagena (Murcia) el curso más básico, el que capacita para bucear con equipos de buceo con aire, y que también incluye para marinería una especialidad de nadador de salvamento.
De ahí, pasó a hacer el curso más complejo, el de buceador de caza de minas, que realiza un buceo más técnico con un equipo semicerrado. Eso significa que en lugar de expulsar hacia fuera la mezcla que se espira, parte se vuelve a introducir en el equipo pasando por un filtro absorbente de CO2, que lo retira y así se puede volver a respirar.
¿Qué hacen los buceadores de caza de minas de fondo y de orinque? Pons explica que lo primero es localizarlas para después neutralizarlas colocando una pequeña cantidad de explosivo a una distancia determinada y detonarlas de forma controlada.
Puede ser peligroso, reconoce Pons, pero por eso se preparan con un sinfín de ejercicios para conocer todo tipo de minas y saber cómo aproximarse a ellas teniendo en cuenta sus características, es decir, si su sistema de activación es por presión, por sonido, por influencia magnética...
No hay muchos especialistas en la Unidad de Buceadores de Medidas Contraminas de Cartagena. Entre 35 y 40 son los que realizan labores como las de Pons, la única mujer de esta especialidad en la Armada y, por tanto, en España.
No sabe por qué ninguna de las otras mujeres que tienen el curso básico de buceo realizan el de caza de minas, y eso que ella las anima y les dice que necesita compañeras en el vestuario. "Supongo que tienen que confluir muchas cosas: espíritu aventurero, facultades físicas, arrojo, no importarte embarcarte ahora aquí, ahora allí... Supongo que todas esas cosas han confluido en mí", concluye. EFE
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