Los 7 riesgos para la salud de beber alcohol
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Los 7 riesgos para la salud de beber alcohol

La moderación no es garantía de seguridad según expertos. Recientes hallazgos cambian las perspectivas sobre los riesgos asociados al consumo habitual
Desde hace milenios, el consumo de alcohol forma parte de la cultura humana. Se bebe en celebraciones, reuniones sociales o simplemente como parte de la rutina diaria. Sin embargo, la ciencia ha demostrado que sus efectos pueden ser mucho más perjudiciales de lo que se creía, incluso en cantidades moderadas.
En enero de 2025, el cirujano general de Estados Unidos, Vivek Murthy, emitió un informe advirtiendo sobre la relación directa entre el alcohol y el cáncer. “El alcohol es una causa bien establecida y evitable de cáncer responsable de cerca de 100.000 casos de cáncer y 20.000 muertes por cáncer en Estados Unidos, pero la mayoría de los estadounidenses no son conscientes de los riesgos”, afirmó Murthy en su declaración, según National Geographic.
1. El alcohol y el cáncer
El consumo de alcohol es un carcinógeno del grupo 1, lo que significa que está científicamente comprobado que causa cáncer en humanos. Según el Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU.: “Hay un firme consenso científico de que el consumo de alcohol causa varios tipos de cáncer”.
Los tipos de cáncer relacionados con el alcohol incluyen:
- Cáncer de boca, faringe, laringe y esófago
- Cáncer de hígado
- Cáncer colorrectal
- Cáncer de mama
Para este último, la evidencia es alarmante. De acuerdo con el informe del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EEUU, “16.4% de los casos de cáncer de mama son atribuibles al consumo de alcohol”.

En 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que no existe una cantidad segura de alcohol y que los posibles beneficios cardiovasculares del vino tinto no compensan sus riesgos cancerígenos.
2. Impacto en el cerebro
El alcohol interfiere con las vías de comunicación del cerebro, lo que afecta el estado de ánimo, la claridad mental y la coordinación motriz. Según el Instituto Nacional sobre Abuso de Alcohol y Alcoholismo (NIAAA), estas alteraciones pueden hacer que la persona tenga dificultades para pensar con claridad, moverse con coordinación y tomar decisiones.
A largo plazo, el consumo excesivo puede provocar pérdida de memoria y deterioro cognitivo, afectando las capacidades mentales incluso en edades más tempranas.
3. Efectos en el corazón
Beber en exceso, ya sea de forma ocasional o habitual, daña el corazón y puede provocar:
- Miocardiopatía (debilitamiento del músculo cardíaco).
- Arritmias (latidos irregulares).
- Accidentes cerebrovasculares.
- Hipertensión arterial.
Según le dijo a National Geographic, el experto Ian Colrain, del instituto de investigación MRI Global, el alcohol también eleva la frecuencia cardíaca durante el sueño y evita que el corazón tenga el descanso necesario.

4. Mayor vulnerabilidad en las mujeres
Las mujeres metabolizan el alcohol de manera diferente a los hombres y son más susceptibles a sus efectos. Como explica la periodista Meryl Davids Landau, esto se debe a que tienen más tejido adiposo y menos agua corporal, lo que provoca una mayor concentración de alcohol en sangre.
Entre los principales riesgos específicos para las mujeres están:
- Aumento del riesgo de cáncer de mama en hasta un 9% con solo una copa diaria.
- Impacto en la fertilidad y la menopausia.
- Mayor tasa de mortalidad relacionada con el alcohol en comparación con los hombres.
5. Envejecimiento y menor tolerancia al alcohol
Con la edad, el cuerpo pierde agua corporal y reduce la producción de enzimas metabólicas, lo que aumenta la sensibilidad al alcohol. “Si bebes la misma cantidad a los 80 que a los 30, tu nivel de alcohol en sangre será mucho más alto”, advierte Alison Moore, directora del Instituto Stein de Investigación sobre el Envejecimiento.
Esto incrementa el riesgo de:
- Caídas y fracturas.
- Disminución del tiempo de reacción.
- Mayor vulnerabilidad del cerebro a los efectos del alcohol.

6. Problemas de sueño y ansiedad
El alcohol es un desregulador del sueño, incluso en pequeñas cantidades. Puede alterar el sueño REM, producir insomnio y aumentar el riesgo de apnea del sueño.
Además, tiene un efecto sobre la ansiedad. Según Stephen Holt, del Hospital Yale-New Haven, incluso cuando el alcohol ya ha sido eliminado del cuerpo, su subproducto tóxico, el acetaldehído, sigue causando síntomas de nerviosismo y malestar.
7. Beber en un avión: un riesgo adicional
Consumir alcohol durante un vuelo tiene efectos más agresivos en el cuerpo. Según un estudio reciente, el alcohol agrava los efectos de la altitud, reduce los niveles de oxígeno en sangre y aumenta la deshidratación.
Las consecuencias pueden ser graves para personas mayores o con problemas cardíacos o respiratorios.

La buena noticia: los efectos pueden revertirse
A pesar de todos estos riesgos, el cuerpo tiene una gran capacidad de recuperación si se deja de beber. Según el investigador Paul Thomes, de la Universidad de Auburn: “Las tres primeras etapas de la enfermedad hepática relacionada con el alcohol pueden revertirse simplemente dejando de beber”.
Abstenerse del alcohol durante un mes puede mejorar:
- La función hepática.
- La calidad del sueño.
- La presión arterial.
Alternativas al alcohol: nuevas tendencias
Cada vez más personas optan por reducir su consumo de alcohol o eliminarlo por completo. Algunas alternativas que han ganado popularidad incluyen:
- Cócteles sin alcohol, que imitan el sabor de las bebidas alcohólicas.
- Viajes sin alcohol, organizados para quienes buscan experiencias libres de bebidas alcohólicas.
Como explica Lauren Burnison, fundadora de We Love Lucid, una agencia de viajes sobrios: “Hay un ambiente animado y está genial despertarse sin resaca”.
El alcohol sigue siendo una parte importante de la vida social en muchas culturas, pero la ciencia ha demostrado que su consumo no está exento de riesgos, incluso en cantidades moderadas. Con un vínculo comprobado con el cáncer, problemas cardíacos y deterioro cerebral, cada vez más expertos insisten en que no hay una cantidad segura de alcohol.
Por eso, iniciativas como la actualización de las etiquetas de advertencia y la popularización de alternativas sin alcohol pueden jugar un papel clave en la reducción del impacto del alcohol en la salud pública.
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