Los avances de las dos vacunas chilenas contra el cáncer

Los avances de las dos vacunas chilenas contra el cáncer

Cada vez que la terapia TAPcells y la vacuna TRIMELvax avanzan en sus estudios clínicos, la ciencia chilena da un paso importante y, hasta ahora, impensado. Se trata de las primeras vacunas chilenas contra el cáncer desarrolladas por el equipo liderado por el doctor Flavio Salazar, en el Laboratorio de Inmunología Anti-Tumoral (LIAT) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Desde 2019, esta es la principal causa de muerte en el país.

La terapia TAPcells se basa en la estimulación del sistema inmune para que reaccione contra las células malignas que originan el cáncer. Con ella es posible tratar el melanoma (cáncer de piel), el cáncer de próstata y eventualmente para otros cánceres. Se utiliza sangre del propio paciente para procesarla en el laboratorio y obtener más células dendríticas.

Las células dendríticas son parte del sistema inmune y se especializan en identificar y procesar patógenos o células cancerígenas para que sean destruidas. Por eso, se les administra en el laboratorio extractos tumorales del mismo tipo que tiene el paciente para educarlas y luego son reinyectadas en los individuos como una vacuna.

“Cuando ingresan en el cuerpo, van a los ganglios linfáticos y les avisan a los linfocitos, que son los verdaderos soldados de la respuesta inmune, para que vayan a todos los lugares y maten a todos los tumores”, explica el doctor Flavio Salazar, quien también fue ministro de Ciencias.

“Ahora estamos avanzando para hacer un ensayo en fase III en Brasil, en melanoma y cáncer de próstata”, dice Flavio Salazar, respecto a la terapia TAPcells.

“Respecto a TAPcells, tenemos un seguimiento de más de 150 pacientes durante 15 años en promedio. Algunos llevan más de 20 años. La tasa de respuesta inmunológica es del 60% y la sobrevida a 5 años es alrededor del 30% lo que es muy alto, porque está probada en pacientes con cáncer avanzado, etapa IIIC o etapa IV”, cuenta Flavio Salazar.

“Es claramente tecnología que va a la vanguardia porque hoy día los tratamientos médicos están buscando lo que se llama medicina personalizada, Que es cómo adaptar los tratamientos médicos a la realidad de cada paciente”, comenta Rodrigo Aguilar, académico e investigador del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Andrés Bello UNAB.

“No podemos usar una sola droga para toda la gente, especialmente en cáncer. Por lo tanto, tener esta tecnología en realidad es un avance y es hacia dónde va la medicina del futuro”, complementa.

El camino hacia la internacionalización

Los buenos resultados de esta investigación que partió en 2002 requirieron la creación de una empresa que pudiera llevar a cabo la transferencia tecnológica al mercado. Oncobiomed, que partió como un spin-off de la Universidad de Chile, pero ahora está en manos de privados.

Oncobiomed es la empresa biotecnológica –donde el doctor Salazar oficia de asesor científico— que implementó esta terapia y la puso a disposición de los pacientes. De este modo, situó a Chile como líder regional en inmunoterapia contra el cáncer, lo que también le ha permitido comenzar a realizar ensayos clínicos fuera del país.

Los estudios clínicos en fase I, que prueban la seguridad de la terapia, y los de fase II, que dan cuenta de su efectividad, se desarrollaron con éxito en territorio nacional. “Ahora estamos avanzando para hacer un ensayo en fase III en Brasil, en melanoma y cáncer de próstata”, dice Flavio Salazar.

“Estamos trabajando con el hospital Albert Einstein de Sao Paulo. Y estamos llenando todas las solicitudes para que pueda ser aprobada por ANVISA (Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria) y hacer estudios clínicos con un mayor número de pacientes en Brasil”, indica Flavio Salazar.

“Con TAPcells lo que queremos –es el gran desafío pero también requiere un gran esfuerzo— es lograr avanzar a la última fase, la fase III, donde se busca la autorización y el registro para su futura comercialización”, comenta el ex ministro. Para eso, están trabajando junto a la incubadora RxBio en Brasil y con inversionistas locales.

Un ensayo clínico esperanzador

Mientras la terapia TAPcells es una especie de vacuna personalizada con tecnología autóloga, es decir, que utiliza la misma sangre del paciente, la vacuna TRIMELvax es más parecida a una vacuna estándar que se puede usar en distintos individuos.

Está diseñada para tratar el melanoma, pero el doctor Salazar comenta que se espera probarla en cáncer de colon. ”Esta vacuna en ratones funciona muy bien. La probamos en melanoma, la probamos en cáncer de colon en ratones y los tumores no crecieron”, dice Flavio Salazar.

Después de años de trabajar en el desarrollo de TAPcells, “nos dimos cuenta que uno de los elementos clave para toda esta tecnología eran los lisados, o sea, los extractos de células tumorales”, comenta Flavio Salazar. Estos se incorporan con el objetivo de que la vacuna contenga algunas proteínas de las células cancerígenas para activar la respuesta del sistema inmune.

La vacuna además contiene una proteína que se llama hemocianina y que está presente en un molusco, el loco, cuyo nombre científico es concholepas concholepas. Esta funciona como una especie de estimulante inmune, un activador.

“Lo que en la teoría creemos es que van a permitir activar el sistema inmune que está exhausto, que está atenuado, porque el tumor genera un efecto en las células que normalmente podrían destruirlo, las inactiva”, dice el doctor Roberto Estay.

Roberto Estay es oncólogo del Hospital del Salvador e investigador asociado del Centro de Prevención y Control de Cáncer (Cecan), junto a un grupo de científicos e investigadores, acaba de llevar a cabo el primer estudio oncológico de TRIMELvax, íntegramente realizado en un hospital de la red pública de salud.

Las vacunas

Se trata de un ensayo clínico en fase I, es decir, un estudio de seguridad, donde se probó en 19 pacientes con melanoma metastásico, que no han respondido al mejor tratamiento de inmunoterapia convencional y tienen una enfermedad muy resistente. Siete de ellos no continuaron el proceso por motivos médicos asociados a la agresividad de su cáncer.

Los participantes “son pacientes que en general tienen una enfermedad bastante agresiva y están en un estadio donde lo único que les podemos ofrecer es cuidar sus síntomas, hacer cuidados paliativos”, explica Roberto Estay.

Al grupo de estudio se les administró cuatro dosis de TRIMELvax separadas por un mes. El primer objetivo fue “ver que los pacientes reciban las terapias y que los efectos adversos que presenten sean razonables, o levanten la alerta si tuviéramos efectos adversos graves”, cuenta Roberto Estay.

“En el equipo clínico estamos muy satisfechos con el perfil de seguridad que ha mostrado el tratamiento. O sea, es como una luz positiva”. Los investigadores esperan publicar los detalles y los resultados oficiales próximamente.

El segundo interés –aunque no era el objetivo central— fue tener una aproximación inicial y muy preliminar a ver qué pasó con los pacientes que recibieron la vacuna. “Hay algunos pacientes que tuvieron respuestas muy interesantes, esperanzadoras”, dice Roberto Estay.

El equipo espera que estos pequeños hallazgos en el futuro puedan dar paso a un estudio de efectividad, que requieren muchos más pacientes y un diseño distinto. “Son estudios más grandes, donde el centro está en comparar si efectivamente el beneficio que se observa en un paciente tiene que ver con el tratamiento o es producto de otras cosas”, explica Roberto Estay.

Además del doctor Estay, este ensayo clínico, fue conducido por un equipo de investigadores del Laboratorio de Inmunología del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Chile liderado por la inmunóloga Mercedes López. También contó con la participación de las oncólogas Bettina Müller y Analía Cortés.

Parte del equipo que participó en el primer ensayo clínico de la vacuna TRIMELvax en el Hospital Salvador. En la foto Betina Müller, Analía Cortés junto a Roberto Estay.

“Si este experimento no existiera, la mayoría de la gente nos diría que es imposible que un país como Chile, tan alejado, con nuestro nivel de recursos, pudiera pensar nuevas terapias para el cáncer, probarlas en un laboratorio, tener éxito y empezar a probarlas con pacientes. Para mí es un honor estar en esto”, comenta Roberto Estay

“En un momento donde lo público está muy poco valorado, que una universidad pública y un hospital público estén intentando aportar su granito de arena en las terapias contra el cáncer, creo que es un orgullo muy grande para nuestro país”, concluye.

Nuevos laboratorios bajo estrictos estándares

Tanto TAPcells como LycellvaxTM –la tecnología detrás de TRIMELvax— fueron patentadas por la Universidad de Chile y Oncobiomed tiene sus derechos de explotación, por los que pagaría un royalty a la casa de estudios en caso de lograr su comercialización.

Por eso, la empresa acaba de realizar una inversión de 200 millones de pesos para construir unos laboratorios de 120 m2 en un sector de Quilín, donde se producirán las TAPcells y las TRIMELvax bajo todos los estándares que exige el Instituto de Salud Pública ISP. Se espera que la obra esté en pie en un par de meses.

“Oncobiomed se está asesorando por una empresa regulatoria y estamos trabajando en concordancia con el ISP para establecer cómo se tiene que hacer el laboratorio y cuáles son los procesos de producción para lograr la aprobación de los productos para la utilización clínica e investigación”, explica Flavio Salazar.

El académico UNAB Rodrigo Aguilar valora este desarrollo científico. “Lo encuentro fantástico, porque la población chilena tiene algunas enfermedades, algunos tipos de cánceres que son propios de nuestras características genéticas únicas”.

Necesitamos que los científicos nacionales investiguen, por ejemplo, cuáles son los tipos de cáncer de piel más comunes que se presentan en Chile, que eso es lo que hace el grupo de Flavio Salazar y que a partir de esa información digan: este es un tratamiento para la población chilena que asegura mejores niveles de éxito y tiene más casos de cura”, agrega.

Los investigadores están convencido de que las tecnologías que han desarrollado son competitivas y que solo faltan los estudios que son de más envergadura y que requieren mayor financiamiento.

El doctor Salazar dice sentir mucho orgullo por lo realizado. “Estamos hablando de más de 20 años trabajando con un equipo multidisciplinario que no es tan fácil de hacer concordar entre equipos, oncólogos clínicos, biólogos, doctores en ciencia, inmunólogos”, comenta.

“Hemos establecido ciertas capacidades en nuestro país que nos han permitido ir avanzando. Primero pasar de la ciencia básica a la aplicada, a la tecnología, a la transferencia tecnológica, a la generación de empresas spin-off y a la internacionalización de las tecnologías. Creo que esa experiencia nos posiciona en una vanguardia internacional”, asegura Flavio Salazar.

“Por lo tanto estamos muy convencidos de que nuestras tecnologías son competitivas y que falta un impulso nuevo que tiene que ver con los estudios que son de mayor envergadura y que requieren montos de financiamiento mayores. Pero estamos confiados de que va a haber una valorización de esta tecnología y vamos a conseguir esos fondos”, indica.

Lo que este tipo de descubrimientos muestra es que “en las últimas décadas, la ciencia chilena está muy avanzada en Latinoamérica. E incluso es competitiva en el contexto global. Tenemos muy buen capital humano, muy buenos científicos”, dice Rodrigo Aguilar.

“Los científicos producen, y a pesar de que los recursos son relativamente limitados, de acuerdo a lo que se encuentra en otros países de la OCDE, las capacidades intelectuales científicas siempre se han logrado mantener competitivas con el resto del mundo”, concluye el investigador del Instituto de Ciencias Biomédicas UNAB.

Fuente

LaTercera.com

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