Luces y Sombras del Orden Económico Internacional a 35 años del Fin del Muro de Berlín

Luces y Sombras del Orden Económico Internacional a 35 años del Fin del Muro de Berlín

El 9 de noviembre del 2024 se cumplen 35 años de la caída del muro de Berlín que simbolizó por más de cuatro décadas la separación Este-Oeste en Europa y la división de la economía internacional entre un sistema capitalista liderado por Estados Unidos y un sistema socialista de planificación central y partidos únicos encabezados por la entonces Unión Soviética.  

Andrés Solimano. Economista. “La Hora Digital”. Madrid. 11/2024. El término de la guerra fría creó optimistas expectativas de que estábamos en presencia del “fin de la historia” y el triunfo definitivo del capitalismo y la democracia a nivel planetario. Las instituciones de Bretton Woods, (Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial) ambas localizadas en Estados Unidos, prepararon sendos programas de préstamos y asistencia técnica para los países que estaban abandonando la órbita soviética, incentivándolos a emprender una rápida transición a la economía de mercado, según la doctrina del “Consenso de Washington”. 

Se recomendaba políticas de tipo neoliberal como la desregulación de precios, privatización masiva de empresas públicas, apertura financiera externa, flexibilización de los mercados laborales y prioridad a los intereses del capital privado. Esta agenda fue implementada en una modalidad de “tratamiento de shock” en Polonia, Rusia, Bulgaria, Rumania, aunque asumió versiones más graduales en Checoslovaquia, Hungría y otras naciones. 

Las instituciones estatales y el sistema de empresas públicas que regían por décadas en los países socialistas, por lo general, fueron desmanteladas rápidamente, lo que creó un vacío que muchas veces fue llenado por nuevas oligarquías económicas que se beneficiaron de la nueva revolución de mercado. Occidente visualizó Europa del Este como fuente de nuevos negocios, mano de obra de bajo costo y un mercado de nuevos consumidores. 

En oriente, China, un país de cerca de 1.200 millones de habitantes en esa época, se estaba abriendo al mercado, pero siguiendo una estrategia más gradualista de prueba y error, evitando los tratamientos de shock y la pulverización de las instituciones existentes. Se prefirió implementar reformas económicas en regiones y sectores específicos (agricultura, por ejemplo), monitoreando sus efectos antes de seguir en otras áreas. Se descartó aplicar un “big-bang” generalizado de privatizaciones y desregulaciones como el que se hacía en los países de la órbita post-soviética, siguiendo las recomendaciones de Occidente. Quizás en China, la memoria de las adversas consecuencias económicas, sociales y políticas de los experimentos de industrialización forzada del “Gran Salto Adelante” de 1958-1962 y de la “Revolución Cultural” de 1976-1986 en el período de Mao hizo a la dirigencia china más cautelosa a la hora de embarcarse en nuevos experimentos de radical ingeniería social.     

La Transición al Mercado en Europa del Este, Rusia y Ucrania. 

Las transiciones post-socialistas en Europa central y del Este y la ex Unión Soviética fue compleja y costosa. En los años iniciales de aplicación de las reformas de mercado ocurrieron fuertes reducciones del Producto Interno Bruto (PIB). Algunas estadísticas: en Polonia la reducción del PIB entre 1989 y 1991 fue de 16 por ciento; en la República Checa de 12 por ciento entre 1991 y 1993; en Bulgaria de 22.4 por ciento entre 1988 y 1993; en Hungría de 19.1 por ciento entre 1989 y 1993, en Rusia de 42 por ciento entre 1990 y 1996 y en Ucrania de 60.25 por ciento entre 1990 y 1998.  

La magnitud de estas recesiones o depresiones fue en varios casos superior a las ocurridas durante la gran depresión de 1930 y fueron acompañadas además de reducciones muy fuertes de las inversiones en capital fijo y de los salarios reales de los trabajadores. 

Posteriormente, estas economías se recuperaron y empezaron a crecer a distintos ritmos, aunque sufrieron, la mayoría de ellas, nuevas recesiones durante la crisis financiera global de 2008-2009. Luego, con el ingreso de las economías de Europa del Este a la Unión Europea, estas se modernizaron tecnológicamente, elevaron sus niveles de consumo por habitante y se integraron con la economía internacional; por otro lado, también sufrieron procesos de emigración persistentes a Europa Occidental, en especial se fueron muchos jóvenes a otros países en busca de mejores oportunidades económicas. También, la desigualdad aumentó fuertemente en varias de estas economías, en especial en Rusia. 

China 

La economía china evitó completamente las recesiones de las transiciones post-socialistas que tuvieron lugar en la década de 1990 en los países del ex bloque socialista de Europa Oriental y la URSS. En efecto, las ultimas recesiones en China en los últimos 50 años tuvieron lugar en 1974 y en 1976.  

En la década de 1990 este país aceleró fuertemente su ritmo de crecimiento alcanzando tasas de crecimiento del PIB entre 8 y 9 por ciento anual, las que se han desacelerado a cerca de 5 por ciento anual en los últimos años. El rápido crecimiento chino desde la década de 1990 llevó a la economía China a pasar de una participación del ingreso global cercano a 1.5 por ciento en 1990 a 18 por ciento en el 2023, medido en paridad de poder de compra.

Es interesante notar que la economía china en la última década ha pasado de ser un súper-exportador global de manufacturas livianas (ropa, juguetes, muebles, repuestos) a un productor y exportador de manufacturas avanzadas, incluyendo semiconductores, automóviles eléctricos, paneles solares, computadores, celulares y otros productos, compitiendo con Estados Unidos en estas áreas. 

Sin embargo, el rápido avance económico de China ha generado efectos políticos en EE.UU principalmente, país que pasó de una política de acomodación con el gigante asiático a una suerte de “guerra comercial y tecnológica” iniciada en la administración de Trump y seguida en la administración de Biden, quien ha colocado altos aranceles a los productos tecnológicamente avanzados provenientes de este país. 

Por el lado social, cabe mencionar que China logró sacar cerca de 800 millones de personas de la pobreza, según las medidas de dos dólares diarios del Banco Mundial, lo que ha sido su contribución central a la reducción de la pobreza a nivel mundial en los últimos 35 años. Sin embargo, la desigualdad en China se ha elevado desde aproximadamente 25 por ciento (coeficiente de ingresos de Gini) en la década de 1980, a 45 por ciento en el 2020, lo que es un aumento muy considerable; sin embargo, esto tiene lugar en torno a un nivel de vida promedio bastante superior al de la década de 1980.    

Neoliberalismo, Globalización, Desigualdad y el Calentamiento Global  

Tras las fin de la mayoría de los regímenes socialistas de planificación central, simbolizado con la caída del Muro de Berlín, se impulsó fuertemente la globalización económica en el mundo, incluyendo el comercio internacional, la movilidad de capitales y los flujos migratorios, aunque esta última dimensión ha sido menos impulsada por los gobiernos. 

En América Latina, región que experimentó en la década de 1980 una seria crisis de la deuda externa, con altas inflaciones, inestabilidad cambiaria y frágiles transiciones a la democracia después de periodos autoritarios en la década de 1970, se adoptó en diversos países políticas neoliberales de privatización de empresas públicas, apertura al capital financiero, desregulación de los mercados y control salarial. Cabe mencionar en este contexto la privatización de los sistemas de pensiones en Chile, Argentina, Bolivia, México, Perú, República Dominicana y otros.  

Sin embargo, entre el 2000 y 2012 este proceso de reformas neoliberales empezó, en diversos aspectos, a ser revertido por gobiernos de Lula en Brasil, Chávez en Venezuela, los Kirchner en Argentina, Evo Morales en Bolivia, Correa en Ecuador y, parcialmente, con Bachelet en Chile. El cambio más notorio fue quizás la desprivatización del sistema de pensiones empezando con Argentina en el 2008, tendencia que fue seguida por Bolivia y Ecuador. No obstante, México, Chile y Perú avanzaron menos en esa dirección. En Europa del este, que también se embarcó en privatizaciones del sistema de pensiones en los 90, empezaron también procesos de desprivatización de la seguridad social en Hungría (2010), Rusia (2012), Polonia (2013-2014), República Checa en 2016 y Rumania (2017). 

A nivel mundial, la globalización de la década de 1990 sufrió una serie de retrocesos a partir de la primera década del siglo 21. El golpe más severo ocurrió con la crisis financiera del mercado inmobiliario de Estados Unidos, que explotó el 2008 y que se extendió principalmente a España, Irlanda, Portugal, Grecia y otras economías.  La fe en la capacidad de los mercados financieros de asignar eficientemente los ahorros de los depositantes fue quebrantada por malas inversiones, en especial en el sector inmobiliario (un proceso exacerbado por la pobre regulación de los gobiernos). 

Quedó en evidencia que la desregulación económica y la globalización ya no traían solo prosperidad sino también podían generar crisis financieras, desempleo, inseguridad y desigualdades. La recuperación de estas crisis fue muchas veces errática y en varias economías del sur de Europa como Grecia, España y Portugal se adoptaron costosas políticas de austeridad monitoreadas por el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional, la “Troika”.  

Otro golpe a la globalización fue el Brexit, es decir el proceso de retiro del Reino Unido de la Unión Europea (UE), siguiendo un referéndum ciudadano en el 2016; la salida efectiva se concretó a inicios del 2020. Si bien Gran Bretaña nunca se plegó al euro y mantuvo siempre en circulación la libra esterlina, su importancia como miembro de la UE era gravitante. Así su salida debilitó el proceso de integración europeo y en definitiva a la globalización a nivel global. 

Un tercer golpe a la globalización es la ya mencionada guerra comercial entre Estados Unidos y China, que siendo ambas las mayores economías en tamaño del mundo equivalen a una suerte de “guerra fría económica” difícilmente compatible con una filosofía de libre comercio, apertura de mercados y cooperación económica internacional.  Adicionalmente, otro shock a la integración económica global tiene lugar el 2022 con la aplicación de sanciones económicas, en especial a Rusia tras su invasión a Ucrania a inicios de dicho año. Si bien, dichas sanciones fueron dirigidas a un país (aunque también hay sanciones a países como Irán, Cuba, Venezuela) el hecho de que afecte las transacciones en el sistema bancario internacional a través del sistema SWIFT, ha hecho que surjan propuestas de desdolarización de la economía internacional, tema aún en desarrollo, en especial tras la cumbre de los BRICS ampliados en Kazán en Rusia, entre el 22 y 24 de Octubre de 2024.   

En la dimensión social y política, un tema que ha tensionado la globalización post caída del muro de Berlín ha sido la persistencia de la desigualdad internacional y su acentuación en las últimas décadas y en distintos grados, en un conjunto de economías tan importantes como Estados Unidos, Reino Unido, Rusia, China, sin mencionar la desigualdad crónica de América Latina, África sub-Sahara y el sudeste asiático. 

Es interesante notar que hay países como Japón y Corea que dentro de la globalización han logrado evitar aumentos de la desigualdad económica. En particular, la desigualdad de riquezas es especialmente aguda a nivel mundial con el uno por ciento más rico de los ciudadanos adultos del planeta (registrados), siendo los propietarios a nivel global de cerca del 50 por ciento de la riqueza personal.   

Por otra parte, el 40 por ciento de la población adulta mundial posee una riqueza neta que no excede los 10 mil dólares, lo que equivale a casi no poseer riqueza alguna. En el otro extremo, hay cerca de 3000 adultos que poseen una riqueza neta de más de mil millones de dólares: los llamados billonarios, los contrastes son enormes. 

Finalmente, un tema de primera importancia a nivel global es el cambio climático con aumentos sostenidos de las temperaturas del planeta y sus secuelas de sequías, huracanes, incendios forestales, derretimiento de glaciares y efecto con caracteres de irreversible de los llamados “limites planetarios”, proceso que los gobiernos no logran detener en forma efectiva y que constituye una amenaza real a  la supervivencia de la vida humana en el planeta. 

Reflexiones Finales

El fin de los ‘socialismos reales”, una forma de socialismo que dominó en el siglo 20 dio origen a expectativas de prosperidad, cooperación internacional, reducción de la pobreza y bienestar generalizado. Sin embargo, la realidad de los últimos 35 años ha sido más matizada y varias de estas expectativas se han visto frustradas. Si bien ha habido crecimiento económico y una fuerte expansión del comercio global, además del desarrollo impresionante de nuevas tecnologías digitales, la nueva prosperidad y modernidad son procesos volátiles, puntuados por recurrentes crisis financieras, shocks geopolíticos y tensiones comerciales. 

En lo social, la pobreza global disminuyó en forma significativa según sus formas tradicionales de medición, en gran medida por el espectacular crecimiento económico de China y en parte también de la India.  Sin embargo, el planeta es escenario también de altos niveles de desigualdad económica, incertidumbres políticas e incapacidad de contener el deterioro ecológico, quizás el problema más grave a nivel internacional que enfrentamos para el resto del siglo 21.    

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ElSiglo.cl

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