Matías Acevedo: “Va a ser muy grande la tentación de subir impuestos si no hay un acuerdo político para estabilizar la trayectoria fiscal en el mediano plazo”
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Matías Acevedo: “Va a ser muy grande la tentación de subir impuestos si no hay un acuerdo político para estabilizar la trayectoria fiscal en el mediano plazo”
Matías Acevedo acaba de debutar este mes como profesor adjunto de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de los Andes, en tareas de vinculación que hace la facultad con el sector privado y público. Sin embargo, el economista, MBA de la Universidad de Chicago y exdirector de Presupuestos de Sebastián Piñera, sigue muy de cerca el debate en torno a la compleja trayectoria que han tenido las cuentas fiscales y las posibilidades de un acuerdo político que mejore las perspectivas de gasto y deuda pública para el mediano plazo.
“Me atrevo a decir que va a ser muy grande la tentación de subir impuestos si no hay un acuerdo político para estabilizar la trayectoria fiscal en el mediano plazo”, afirma el académico en entrevista con Pulso.
A tres de años de su comienzo, ¿cuál es la evaluación que hace de la gestión fiscal que ha tenido este gobierno?
-Lo primero es decir que, a diferencia de lo que veo en otros países que me toca asesorar, en Chile existe una preocupación muy importante a nivel de autoridades y de la ciudadanía por la gestión fiscal. Eso es un activo que tenemos que cuidar. Chile es un país que dentro de las economías emergentes todavía tiene un buen rating crediticio. En deuda bruta, por ejemplo, Chile todavía está a 15 puntos de la mediana de los países clasificados en su categoría. Además, el FMI hace una evaluación anual sobre la sostenibilidad y si hacemos un ranking de países en base a esa sostenibilidad, ahí Chile aparecería dentro del grupo de países con bajo riesgo de tener problemas. Entonces, ¿por qué tenemos una discusión tan álgida respecto al tema fiscal? La respuesta es porque el problema es la tendencia (fiscal). Ahí es donde Chile no sale muy bien parado.
Si uno toma desde el año 2008 a la fecha, Chile está dentro del 20% de los países del mundo que más ha aumentado su deuda. Tenemos un déficit crónico, estructural, de un punto del PIB.
Es decir, el problema fiscal va más allá de un gobierno en particular…
-Va más allá de un gobierno… De todas formas, ese déficit crónico en los últimos dos años ha estado en torno a tres puntos del PIB. Entonces, ahí viene la preocupación. Por un lado, algunos dicen que tenemos que recortar gastos para recuperar la sostenibilidad. Otros dicen que hay que subir los impuestos o hay que aumentar la recaudación. Cuando uno mira esas promesas a través del tiempo, del año 2001 a la fecha, ninguna de ellas se ha dado. Ni las promesas de reducción de gastos, ni tampoco las promesas de mayor recaudación. Esto, a pesar de haber tenido algunas reformas tributarias entre medio. Entonces, nuestro problema es que nos estamos desangrando a goteo en términos de la situación fiscal y eso se está acumulando. Si seguimos en ese camino, suponiendo que el gasto crece al mismo ritmo que el producto, vamos a llegar de aquí al 2029 con una deuda pública en torno a 55 puntos del PIB. Nos estamos encaminando, si seguimos haciendo más de lo mismo, a perder el grado de inversión en menos de una década.
Entonces, lo que hace este gobierno no es evitar el desangre, sino manejar este complejo escenario…
-No se le puede quitar mérito a un país que, con cambio de gobierno, respeta el ajuste fiscal que le había dejado el gobierno anterior. Me ha tocado visitar países en que todavía tienen el gasto de la pandemia dentro del presupuesto y no lo han logrado sacar por razones políticas. Eso hay que valorarlo. Pero de ahí en adelante no vemos una tendencia en que el balance estructural esté yendo al equilibrio que permita estabilizar la deuda. Un balance (negativo) en torno a tres puntos del PIB no estabiliza la deuda.
¿Cree que el ministro Marcel logrará la meta de bajar el déficit estructural para este año, tal como se lo ha propuesto?
-Lo que he visto en la última semana es que Marcel tiene un compromiso genuino con cumplir la meta. Pero mi preocupación es que la meta se ha transformado en un fin en sí mismo. A mí no me da lo mismo cómo se cumpla la meta. Si la meta se va a cumplir sacrificando proyectos rentables de inversión o postergándolos, por ejemplo, eso significará pasar el problema hacia adelante. Porque ese proyecto, ese camino rural, ese puente, esa carretera, se van a hacer igual.
Es decir, para usted no da lo mismo qué tipo de recorte fiscal se haga…
-Exactamente. Si alguien me dice que se cumplirá la meta y que, en el extremo, el 80% será a través de un recorte de gasto de inversión, yo digo: ‘Mejor revisemos la meta’. Porque eso lo único que está haciendo es restándole oportunidades de crecimiento al país. Al final, la próxima administración o las que siguen van a tener que hacer igual esa carretera y ese puente que se está esperando en la región.
La meta fiscal tiene que ser, y aquí cito al FMI, técnica y políticamente factible de cumplir. Esa es como la definición clara de sostenibilidad fiscal que tiene que tener cualquier país. En este momento están todos los incentivos para poder hacer un buen acuerdo político hacia adelante, porque lo que viene hacia adelante, quien sea quien gobierne, es una situación fiscal compleja.
Me habla de un acuerdo político no sólo para el recorte de este año, sino algo de más mediano plazo entonces…
-Sin duda. Eso es lo que te permite salir de este desangramiento fiscal. ¿En qué nos ponemos de acuerdo? No nos vamos a poner de acuerdo en despedir a ciertos funcionarios públicos, no nos vamos a poner de acuerdo en qué programa vamos a tener que cortar… Pero sí nos podemos poner de acuerdo en, por ejemplo, reducir el gasto en los próximos cinco años y que éste no pueda crecer más allá del (crecimiento del) producto o que tenga que crecer la mitad del producto. Si hacemos eso, inmediatamente tenemos un punto y medio del PIB que nos ayudará a consolidar. A su vez, se puede acordar, por ejemplo, que Chile no tenga una clasificación de riesgo inferior a la categoría “A”.
¿Es posible cortar US$ 1.500 millones, como lo ha pedido el CFA para lograr la meta este año sin tocar en demasía el gasto de inversión?
-Técnicamente es posible. Políticamente es complejo. Ahí es donde la política tiene que jugar un rol.
Si no hay un acuerdo político en torno a estabilizar la trayectoria fiscal a mediano plazo, ¿la tentación de subir impuestos va a ser muy grande en un próximo gobierno?
-Muy grande. Me atrevo a decir que va a ser muy grande la tentación de subir impuestos si no hay un acuerdo político para estabilizar la trayectoria fiscal en el mediano plazo. Es una tentación muy grande para ambos sectores políticos ante las crecientes presiones sociales, tal como ocurrió en las últimas dos décadas, de fácil implementación, pero con las consecuencias negativas sobre el crecimiento y empleo que conocemos. Es cosa de mirar nuestra historia. Algunos, en un escenario futuro, podrían pedir un gesto a los empresarios, y otros podrían hablar de reducir la desigualdad y promover un aumento de los impuestos a los más ricos. Eso ha ocurrido en Chile. No nos hagamos los lesos.
Un gobierno se puede preguntar: ¿para qué hacer el trabajo de consolidación fiscal con todo el costo político que significa si no tengo garantía que el sucesor lo mantendrá? Por eso se requiere un acuerdo que trascienda el gobierno. Al inicio de Piñera 2, muchos se preguntaron si valió la pena el ajuste fiscal que se hizo en Piñera 1 si entre medio, con Bachelet 2, no hubo continuidad y se entregó un mayor déficit del que se recibió. Ese círculo vicioso es el que podemos evitar con un acuerdo.
Pero la posibilidad de alza de impuestos es contradictoria con la instalación hoy de un relato, en la izquierda y la derecha, de que es urgente volver a crecer…
-Por supuesto, pero puede llegar un minuto, y espero que no suceda, en que la necesidad obliga a tomar decisiones que no necesariamente son las que uno tenía programadas inicialmente. Espero que no lleguemos a eso porque, como todos sabemos, eso nos va a llevar a menor crecimiento, menor empleo y menor inversión.
Mario Marcel ha insistido en el proyecto del impuesto a la renta, el cual busca bajar el impuesto a las empresas compensado con el incremento en el impuesto a la renta de las personas de mayores ingresos. ¿Cuál es su viabilidad?
-El principal objetivo acá es rebajar el impuesto corporativo para promover la inversión. Hoy hay una ventana para rebajar el impuesto corporativo. Esto va a generar mayor crecimiento y va a generar mayor recaudación. Eso es innegable. Evidentemente, tiene que haber una medida compensatoria y ahí es donde está la traba.
Igualmente, es un avance notable que la izquierda, el gobierno y su sector, haya reconocido que es importante rebajar el impuesto corporativo. Despreciar eso y decir hoy: ‘dejémoslo para más adelante’, es un error. ¿Cómo podemos aprovechar esa oportunidad hoy? Primero, tiene que haber líderes en el Congreso que estén generando este proyecto. En el caso de la reforma de pensiones, la gran lección que uno saca es que hubo líderes, senadores, que estaban liderando y se pusieron de acuerdo en los objetivos. Además, no nos podemos quedar con una sola fórmula (de compensación), ni con la fórmula que les gusta sólo a los empresarios, ni con la fórmula del gobierno. Hay que buscar instrumentos y trabajar sobre eso. No nos puede pasar que tratemos de hacer algo para promover la inversión y, finalmente, ese mecanismo compensatorio haga todo lo contrario. El Congreso no se puede tomar un año sabático porque estamos en años de elecciones. Todo lo que hagamos en crecimiento económico hoy no nos va a dar fruto mañana; va a demorar un par de años en hacerlo. Entonces, el momento (de impulsar el proyecto) es ahora.
Pero muchos dicen que este proyecto de reforma tributaria debe quedar como un desafío que debe llevar adelante el próximo gobierno…
-Nunca hay que confiarse en que el futuro va a ser mejor. La historia nos ha dado varias lecciones de eso. Hay que conversar cuáles son las opciones que tenemos y ver cómo se hace esto de manera gradual. Ninguno de los dos lados va a sacar la tajada completa que quiere, pero sí estoy convencido de que se puede llegar a un acuerdo razonable, gradual, que va a generar un impacto en inversión inmediata. Esa discusión no la podemos postergar al próximo gobierno.
A contrapelo de su sector, usted se ha acoplado a la versión de la Dipres de que no ha habido un aumento de 100 mil trabajadores públicos contratados en el último año y ha hecho la diferencia entre lo que es el gobierno central y el universo ampliado que incluye a municipalidades…
-Lo primero es decir que aquí nadie sabe cuánta gente trabaja en el Estado. El problema mayor está concentrado no en el Gobierno Central, sino a todo el resto del Estado, en particular a los reportes que hacen los municipios. Pero es insólito que un país, con el nivel de desarrollo que tenemos, no sepa cuántos funcionarios trabajan en el Estado.
A su vez, y a riesgo de ser impopular, quiero decir que cuando uno mide el gasto salarial como porcentaje del producto y lo compara con países similares a Chile, el gasto que tenemos no es excesivo; es un gasto que está de la media para abajo.
¿Significa eso que no tenemos que hacer nada y que está funcionando todo perfecto? No. Hay montones de cosas que hacer. Por ejemplo, no sabemos si esa cantidad de gasto está bien localizada, es decir, si las personas están entrando (al Estado) por mérito o están entrando por decirlo “pitutos” políticos. También la movilidad (de personas) no es tan fácil en el sector público y eso hay que facilitarlo. Tampoco tenemos mecanismos para reemplazar a las personas que no estén comprometidas con el Estado y con la atención de los ciudadanos; es muy difícil sacar a alguien del Estado que no esté cumpliendo su función. Desde ese punto de vista, lo que urge es una reforma importante al empleo público, pero es la política la que no deja hacer eso.
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