Nicolás, el niño que desafió la enfermedad y se convirtió en general por un día en la Dirección de Operaciones Especiales
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Nicolás, el niño que desafió la enfermedad y se convirtió en general por un día en la Dirección de Operaciones Especiales

Entre ceremonias, entrenamientos y momentos de diversión, El pequeño de tan solo siete años vivió una jornada inolvidable en una jordana junto con los agentes policiales dejando huella en todos los que lo acompañaron
En una mañana soleada, los agentes de la Dirección Nacional de Operaciones Especiales (Dinoes) se alinearon con precisión, esperando a un visitante especial. Aquel día no era común en las instalaciones de la fuerza policial. Un niño de siete años, con la determinación que pocos adultos poseen, estaba por cruzar la entrada vestido con un uniforme impecable. Giovanni Nicolás González, de tan solo siete años, conocido entre los suyos como Nico, había llegado para cumplir un sueño: convertirse en general por un día.
Desde los once meses, Nicolás enfrenta una enfermedad que marcó su infancia con hospitalizaciones y tratamientos. Sin embargo, su espíritu nunca flaqueó. La Dinoes, conmovida por su historia, decidió organizar un día especial en el que el pequeño pudiera vivir de cerca la experiencia de liderar una unidad de élite. Con la solemnidad de una verdadera ceremonia militar, el recibimiento fue imponente. “Buenos días, mi general Giovanni Nicolás González. La Dirección de Operaciones Especiales le da la bienvenida. La Guardia de Honor se encuentra sin novedad. Permiso para continuar, mi general”, anunciaron los agentes, rindiendo honores a su nuevo comandante.
Nicolás no tardó en asumir su rol con entusiasmo. “Continúe usted”, respondió con determinación antes de recorrer las instalaciones. Vestía un uniforme diseñado a su medida y en su rostro se dibujaba una sonrisa inquebrantable. La admiración de los agentes era evidente. Para ellos, aquel niño representaba un verdadero ejemplo de lucha.
La primera parada fue el área de paracaidismo. “Hoy nos toca hacer un salto. ¿Están listos?”, exclamó con emoción. Su fascinación por los aviones lo llevó a explorar el interior de una aeronave. “Me gustan los aviones porque llevan más pasajeros y llegan más rápido, pero también me da miedo por los accidentes y la altura”, confesó con la sinceridad de un niño que sueña con volar, pero que entiende los riesgos.
Más tarde, equipado con todo lo necesario, se preparó para una sesión de rapel. El calor limeño obligó a hacer una pausa en la piscina semiolímpica, donde, junto a otros niños del curso Mini Comandos, disfrutó del agua. “Es que nadie me ayudó. Me enseñaron muchas cosas, pero lo que más me gustó fue plancharme el pelo para lavarlo”, comentó entre risas, demostrando que incluso en los momentos más intensos encuentra espacio para la diversión.

Un guerrero dentro y fuera de la Dinoes
Fabiola, su madre, observaba cada momento con una mezcla de orgullo y emoción. “El diagnóstico de Nico es tumor de células germinales. Es un diagnóstico raro y puede aparecer en cualquier parte de su organismo”, explicó. Desde sus primeros meses de vida, Nicolás tuvo que enfrentar procedimientos médicos constantes. “Si bien el tema oncológico ya está controlado, la quimioterapia dejó secuelas muy agresivas a nivel pulmonar”, agregó.
La vida hospitalaria es una constante para él. “El año pasado estuvo internado cuatro veces por procesos respiratorios graves”, contó su madre. Pero Nicolás no se ha dejado vencer. En cada visita al Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN), además de sus controles médicos, lleva juguetes para compartir con otros niños. “Para tener siete años, que normalmente los chiquitos son posesivos, él siempre piensa en los demás”, señaló su madre con orgullo.
Un general con un mensaje

La jornada en la Dinoes no podía concluir sin la ceremonia oficial. Agentes de unidades élite desfilaron en su honor, y Nicolás, con la autoridad que le confería su rango temporal, dirigió el acto. “Quiero agradecerles por haber cumplido mi sueño de ser general por un día y pertenecer a esta gloriosa Dirección de Operaciones Especiales”, expresó.
Su madre no pudo contener las lágrimas. “Estoy agradecida con la Policía Nacional porque han hecho de este un día inolvidable para mi hijo. Él lo merece. Ha pasado por tantas cosas y verlo así, disfrutando, me llena de felicidad”, afirmó.
Mientras Nicolás se despedía de los agentes, una ovación lo acompañó hasta la salida. Su historia había dejado una marca imborrable en quienes lo conocieron. Su valentía, su deseo de ayudar y su capacidad de soñar más allá de la enfermedad lo convirtieron en un ejemplo de fortaleza. Un niño que, aunque aún enfrenta desafíos médicos, demuestra que no existen límites para quien se atreve a soñar y luchar por cada día de vida.
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