No era el día de Nadal, era la fiesta de Países Bajos

No era el día de Nadal, era la fiesta de Países Bajos

Asiste el público del Martín Carpena con resignación a un espectáculo bien diferente al que se preveía para este viernes: ahí abajo no está España y, por tanto, no hay rastro alguno de Rafael Nadal ni, en consecuencia, grandes signos de fiesta. Los planes soñados e imaginados por muchos saltaron por los aires la noche del martes, cuando Países Bajos, una aparente Cenicienta, eliminó el equipo anfitrión de esta Copa Davis y disipó la posibilidad de una velada especial, de ese homenaje que al final terminó siendo de dudosa factura; más bien “cutre”, que decía el preparador del mallorquín, Carlos Moyà. En los graderíos no están Djokovic, Gasol o Murray, ni tampoco los políticos ni los representantes ni las celebridades varias que pensaban acudir para el adiós. En vez de eso, mucha cancelación de hotel, mucho palco VIP vacío y una atmósfera fría hasta que Tallon Griekspoor, sensacional, certifica el 2-0 ante Jan-Lennard Struff (6-7(4), 7-5 y 6-4) y resuena por todo lo alto: “¡Holland, Holland, Holland!”.

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