Nosferatu, el más triste de los vampiros

Nosferatu, el más triste de los vampiros

En una de las escenas culminantes del Nosferatu de 1979, dirigido por Werner Herzog, el horripilante conde pronuncia cierta frase que puede operar como su cable a tierra o tal vez su conexión emocional con los humanos. Después de husmear y acechar en el puerto de Wismar, ya en casa de Mina Harker y convencido de que nunca será correspondido, el cadavérico antagonista pronuncia: “La falta de amor es el más abyecto de los dolores”.

Se refiere evidentemente a sí mismo y por una vez en toda la película sentimos compasión por un vampiro. Es el mismo conde Drácula de las decenas de versiones que han llegado a la pantalla grande a través de los años, pero hay algo de diferente en su naturaleza: no es capaz de ser magnético con ninguna mujer. Por el contrario, es un alma torturada, un calvo antihéroe moderno de filudos incisivos que si no fuera por su espíritu maligno bien podría ser atracción de feria.

En esta primera semana de enero, a 46 años del estreno del filme de Herzog, otra vez Nosferatu llegó a las pantallas chilenas, aunque en una versión más bien elusiva. Hasta ahora no hay fotografías de difusión del protagonista, pero ya se sabe que no es el mismo siniestro y espigado de 1979 ni menos el de 1922. Bajo una máscara que mezcla algo del viejo Nosferatu con el rostro del sangriento noble rumano Vlad Tepes, el actor sueco Bill Skarsgård (sí, el mismo de las dos películas recientes de It) es el encargado de sembrar el temprano miedo y también la tardía compasión en la nueva película.

La cinta, que ha sido un éxito de crítica y boleterías desde su estreno en Navidad en Estados Unidos, es dirigida por Robert Eggers (1983), uno de los cineastas más destacados del llamado nuevo horror “folk”, corriente que busca encontrar el espanto y el terror en los más atávicos e inveterados miedos humanos. La brujería, las tradiciones ocultas y las creencias milenarias forman parte del menú de este cine que también tiene al menos otros dos cineastas entre sus portaestandartes.

Ellos son Ari Aster, responsable de Midsommar (2019) y El Legado del Diablo (2018); entre otras; y Jordan Peele, quien tiene un espíritu más burlón y social y dirigió la trilogía de ¡Huye! (2017), Nosotros (2019) y Nop (2022).

Al lado de ellos, Eggers sea tal vez el más clásico y así lo demostró en sus anteriores La Bruja (2015), acerca de los orígenes demoníacos de la religión establecida en Estados Unidos; El Faro (2019), sobre la soledad llevada al grado de la locura; y El Hombre del Norte (2022), una mirada salvaje y nada idealizada de la cultura vikinga.

De Schreck a Skarsgård

Pero volvamos a los orígenes del Nosferatu de Eggers, filme donde también intervienen el cada vez más ascendente Nicholas Hoult como Thomas Hutter; Lily-Rose Depp (en la foto) en el rol de Ellen Hutter; y Willem Dafoe como el profesor Albin Eberhart Von Franz. Los tres constituyen el arco de resistencia frente al conde Orlok/Nosferatu (Bill Skarsgård), el vampiro en busca de sangre y posesión.

En ese sentido, el filme de Eggers es un anti-Nosferatu, lejos del sentimiento de compasión que alguna vez despertó la criatura que en 1922 interpretó el alemán Max Schreck y en 1979 su compatriota Klaus Kinski. Por lo pronto, alguien que usa bigotes y se parece al Vlad Tepes (o Vlad Drácula, su otro nombre) del siglo XV rumano no despierta pena ni tristeza.

Así las cosas, el largometraje puede conectar también con el protagonista del ya clásico Drácula (1992) de Francis Ford Coppola, al menos en los orígenes reales del personaje. Eso sí, el afiebrado romanticismo del largometraje del realizador de El Padrino está lejos de la frialdad de los paisajes físicos y espirituales de este Nosferatu modelo siglo XXI.

La luz como inyección letal

Si Robert Eggers no quiere que sintamos piedad por su monstruo, si desea que admiremos su puesta en escena y el detallismo en cada uno de los cuadros de la película. La manera en que Skarsgård se mueve y se impone en la pantalla (mide 1,92 metros frente al 1,65 de Lily Rose Depp) y los tonos ocres, sepias y azules de las tomas resaltan todo el aspecto expresionista y gótico de los dos Nosferatu previos. Y este conde Orlok también tiene debilidad ante la luz.

Al respecto hay que recordar que aquel conde de la película de 1979 inspirada en el clásico del maestro del expresionismo alemán Friedrich Wilhelm Murnau (1888-1931) se diferenciaba en un crucial aspecto del clásico vampiro delineado por la pluma del escritor irlandés Bram Stoker en 1897: la luz del día sí lo mataba. Con el tiempo, el sol entró a formar parte también de la imaginería anti-vampírica junto a las cruces, estacas y matas de ajo.

Tal ha sido la influencia del Nosferatu de 1922 (y también del que corresponde a 1979, que su legado se confunde con el de la propia novela y con las sucesivas versiones fílmicas.

Lo paradójico es que el largometraje original nació como una versión “pirata” de la novela original. Sin recursos para poder pagar por los derechos de adaptación de la narración de Bram Stoker, los productores de la película decidieron cambiar los nombres de los personajes, darle un aspecto aún más salvaje al protagonista y pasar de Gran Bretaña a Alemania como una de las locaciones de la historia.

Así es como el conde Drácula pasó a llamarse Conde Orlok y su querida Mina Harker ahora fue Ellen Hutter. El cazador de vampiros Abraham Van Helsing, por cierto, se llamó profesor Bulwer y era un seguidor de las teorías alquímicas del médico renacentista Paracelso.

La película de Murnau fue un éxito, pero ese tipo de resultados no le gustó a alguien con demasiada influencia: la viuda del escritor Bram Stoker. Florence Balcombe demandó por infracción de derechos de autor y un tribunal alemán que falló en su favor ordenó destruir cuánta copia fuera posible en todo el mundo. Afortunadamente en Estados Unidos no todos hicieron caso y se conservaron furtivamente algunas cintas de la película. Gracias a eso pudo volver a verse y convertirse en el clásico que hoy todos admiran.

Fuente

LaTercera.com

LaTercera.com

Lo + visto

Comentarios

Escribe un comentario