Paul McCartney brilla en su regreso a Chile con encendido show

Paul McCartney brilla en su regreso a Chile con encendido show

La fría noche cerrada de Macul proporcionó el marco para recibir a Sir Paul McCartney, en uno de los conciertos más esperados de la temporada. A fines de septiembre ya había pasado por Iquique para una escala técnica, antes de volar a Montevideo, pero al fin, llegaba el momento del reencuentro con la fanaticada chilena.

En su quinta visita al país, tras los shows de 1993, 2011, 2014 y 2019, el ex Beatle se presentó por primera vez en el Estadio Monumental. Antes había tocado en el Estadio Nacional y en el Movistar Arena. Los preparativos para el show comenzaron el pasado domingo 6 de octubre y se extendieron durante la semana. Un tiempo que también le sirvió como reposo al músico, de 82 años, quien venía de dos noches seguidas en el Monumental de River, en Buenos Aires.

El concierto de Paul McCartney en el país corresponde a la nueva escala latinoamericana del Got Back Tour, que arrancó en abril de 2022 en Estados Unidos, y se extenderá hasta diciembre de este año con sus últimos shows en Reino Unido.

El músico salió desde el hotel del sector oriente en que se hospedaba, rumbo al Estadio Monumental pasadas las 15:30 horas. Poco después, ya era posible notar la alta convocatoria de público que repletó las localidades del Coliseo.

La espera se amenizó con la sólida presentación de los chilenos Dënver, quienes interpretaron un set en que mostraron lo mejor de su material. Luego les siguieron, un DJ y un video introductorio que repasaba la trayectoria vital de “Macca” (con abundantes imágenes de The Beatles). Entre el público también se pudo ver al Presidente, Gabriel Boric, quien acompañado por su pareja, se ubicó en el sector Rapa Nui. Fue recibido con expresiones mixtas, entre aplausos y algunas pifias. Ahí se encontró con un célebre beatlemaníaco, el músico chileno Álvaro Henríquez, con quien se fundió en un abrazo y se tomó una fotografía para la posteridad.

Con casi 15 minutos de retraso llegó el momento esperado. Por fin, un Beatle estaba de vuelta en Chile. Una cerrada ovación recibió a Sir Paul McCartney, quien a diferencia de sus shows recientes en Montevideo y Buenos Aires, arrancó la presentación con Can’t buy me love, un clásico de la era de la Beatlemania, desatando la algarabía del respetable. De inmediato arremetió con Junior’s Farm, un clásico de Wings. Tras ese tema, saludó en español al respetable: “Hola, chiquillos y chiquillas”. Luego, siguió el show con Letting go, otro tema de la era Wings, que tuvo hasta sección de bronces tocando desde la tribuna Océano. Un animado Paul chapurreó algunas frases en español. “Qué buena onda”, dijo.

El show siguió con algunos temas del catálogo Beatle, como Drive my car y Got to get to into my life, aquel corte más recóndito y de sabor soul del legendario álbum Revolver (1966), por supuesto con la sección de bronces en escena. El show generó una espontánea respuesta del público, que coreó “dale Paul”. El exBeatle se sorprendió. “No sé lo que ustedes cantan, pero suena bien”, dijo con su habitual carisma.

Para ese punto, la primera parte del concierto, el músico mostraba una sorprendente energía y una encantadora simpatía. Bromas, pasitos de baile y búsqueda permanente de interacción con el respetable confirmaron sus palabras previas a la gira en que detalló su interés por comunicarse con la gente.

Dejando por un momento su inseparable bajo Höfner, se colgó una guitarra Les Paul con un bello acabado, para tocar el clásico de Wings, Let me roll it, la que extendió con un solo de guitarra, dedicado a una leyenda de los 60′, Jimi Hendrix. El mismo que alguna vez abrió un show haciendo una versión de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Y a propósito, de ese disco Sir Paul interpreta la siempre optimista Getting Better.

Los guiños a la fanaticada no cesaron. Promediando los primeros 40 minutos, McCartney se sentó al piano para interpretar Let’em in. Un tema de Wings at the speed of sound (1976) que es de esos clásicos más ocultos de su discografía. Le siguió My valentine, una canción romántica, de su álbum Kisses on the bottom (2012), la que dedicó a su esposa, Nancy Shevell, presente en el Monumental. Las canciones al piano (tiene dos en escena) siguieron con Nineteen Hundred and Eighty-Five y Maybe I’m amazed, una de las canciones más brillantes de su carrera. Pese a los años y al evidente desgaste de la edad, McCartney mostró una voz en forma.

Tras casi una hora de show, “Macca” se colgó la guitarra acústica para interpretar otros clásicos como I’ve Just seen a face, de la época Beatle y In spite of all the danger, la primera canción que grabó junto a John Lennon y George Harrison en el lejano 1958. Como un homenaje a los días que formaron su leyenda. Él mismo se ocupó del solo de guitarra que probablemente tocó Harrison en la grabación original.

El homenaje a esas primeras canciones Beatle, siguió con Love me do, el sencillo que presentó a los Fab Four al mundo. Allí McCartney hizo una mención a George Martin, el fallecido productor musical del grupo y clave en su despegue.

Un momento emotivo es el que dedica a interpretar Blackbird, la bella canción acústica que brilla entre los surcos del Álbum Blanco (1968). La toca solo, tal como la grabó, en un momento que se siente íntimo con el público. Le sigue el homenaje a los que no están. “Esta la escribí para mi compadre John”, dice antes de cantar la hermosa Here Today, su adiós póstumo a Lennon. El segmento cerró con Now and then, la “última canción” de The Beatles que se interpreta en vivo recién desde el arranque del tramo Latinoamericano en Uruguay. Y como en las otras paradas de Sudamérica, el público coreó “olé, olé, oleee, Lennon, Lennon”. Sir Paul acompañó el grito junto a su sólida banda. “La raja”, agradeció en perfecto argot criollo. “Este carrete está cuático”, dijo en otro momento que desató el aplauso del respetable.

Vino el clásico momento de tributo a George Harrison con la interpretación de Something, marcada por el arranque de McCartney al ukelele antes de sumar al resto de su banda. Fue otro de los puntos emotivos de la noche.

El tramo final del show estuvo cargado a los himnos. Demostrando la variedad y la potencia de un repertorio incrustado en la cultura popular; Band on the run, Get Back, Let it Be, Live and let die y Hey Jude.

El encore estuvo cargado al rock. Arrancó con I’ve got a feeling, el tema del álbum Let it Be (1970) que gracias a la tecnología vuelve a recrear la interpretación junto a John Lennon. El público alucinó con la aparición de John en las pantallas. Un justo tributo para la última canción que Lennon y McCartney escribieron juntos, como en los viejos tiempos.

El bloque rockero siguió con los decibeles a tope con el reprise de Sgt.Pepper’s, ligada a la siempre poderosa Helter Skekter, donde los músicos de McCartney volvieron a destacar por sus voces de apoyo. Para el cierre, otro guiño Beatle con la parte final del legendario popurrí de la cara B de Abbey Road, cerrando con The End.

Tras su concierto en el país, Paul McCartney dejará Chile este sábado para seguir a su siguiente destino, Brasil, donde tiene en agenda presentaciones en São Paulo y Florioanópolis. Luego volverá hasta Argentina para una presentación en Córdoba, a la que le siguen shows en Lima, Bogotá y San José de Costa Rica, para cerrar el tramo latino con cuatro conciertos en México. La leyenda no parece querer detenerse. En casi 3 horas despachó un show memorable que seguro estará entre los mejores del año.

Fuente

LaTercera.com

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