Pensiones: los fantasmas que amenazan un acuerdo
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Pensiones: los fantasmas que amenazan un acuerdo
Un 4,5% para las AFP: la espina que duele en el oficialismo
Una ardiente y larga semana tendrá la reforma de pensiones, tras el acuerdo alcanzado por el gobierno y Chile Vamos, ya que perfectamente se podría terminar legislando hasta el próximo sábado.
Si bien en la Cámara Alta los votos están asegurados, la lenta revisión técnica de las indicaciones (resumidas en un texto comparado de 700 páginas, que también debe pasar por la Comisión de Hacienda) puede que retrase la votación en sala hasta el jueves o viernes de la semana entrante.
No es el único problema. El acuerdo -que “no es perfecto” ni para el gobierno ni para la oposición, según reconoció la ministra del Trabajo, Jeannette Jara (PC)- inevitablemente sufrirá desmarques por ambos lados, aunque en el oficialismo algunos reconocen que el sentimiento más bien es de resignación.
Si bien la fórmula del gobierno propone que -de los seis puntos adicionales de cotización previsional- 1,5 sean prestados al Estado para seguridad social, igualmente las administradoras quedarían con el manejo íntegro de 4,5 puntos. Los disidentes del oficialismo tampoco consideran suficiente el mayor protagonismo del estatal Instituto de Previsión Social, ya que el hito simbólico que pretendían era separar la industria de las AFP, entre sociedades inversoras y administradoras.
Curiosamente, a pesar de que el ruido al comienzo había surgido desde el Partido Comunista y luego se expandió al Frente Amplio -debido a las concesiones del gobierno que permitirán la continuidad de las AFP-, hoy la rebelión se mantiene activa mayoritariamente en las filas del PPD.
De hecho, todavía en reflexión se mantiene el senador Pedro Araya (PPD), quien podría ser el único oficialista en la Cámara Alta que no se ciña al acuerdo. “Es bastante menos que lo que originalmente se había planteado y de lo que se había logrado en la negociación con el Presidente Sebastián Piñera”, relata con desazón Araya, quien agrega que “el modelo de AFP va a seguir”.
Si bien el senador PPD señala que claramente habrá un aumento de la Pensión Garantizada Universal (PGU) “en los estratos más modestos”, dice que aún está revisando y “atento a la letra chica”.
Su discurso tiene eco en al menos la mitad de los diputados de la bancada del PPD, donde hay seis independientes que se mueven con autonomía respecto del partido.
Uno de ellos es el diputado magallánico Carlos Bianchi (independiente asociado al grupo PPD), quien, además en su calidad de presidente de la Comisión de Hacienda, podría trabar la reforma si logra que sea derivada a esa instancia. “En este gobierno se van a perpetuar in aeternum las AFP. Lo que en su momento creó José Piñera”, comenta.
La jefa de bancada PPD-Independientes, Camila Musante, es otra de las voces críticas. Incluso le reprocha al Ejecutivo haberse “arrodillado” ante las AFP. “No nos vamos a rendir tan fácil. Vamos a dar la pelea por lo que creemos justo. No este acuerdo mediocre que tiene a la gran mayoría de la derecha celebrando, lamentablemente, en complicidad con el gobierno”, dice.
En la misma posición de rebeldía se encuentra el diputado Jaime Araya (también PPD-Independiente), quien ha dicho que “no está fácil apoyar un texto que le agranda en un 45% el negocio a las AFP”.
Las advertencias de este grupo si bien no tendrían mayor incidencia en el Senado, sí podrían hacer titubear a las otras bancadas en la Cámara Baja, ya que, además, a través de Bianchi tienen un poder efectivo para ejercer maniobras dilatorias.
El objetivo de estos disidentes, en todo caso, es aprobar aquello que consideran un avance, por ejemplo, la licitación del stock de cotizantes y el papel del IPS, pero rechazar otros puntos que favorecen a las AFP para forzar una comisión mixta. Esta instancia se conformaría por cinco diputados y cinco senadores, donde podría darse un nuevo espacio de negociación.
Ese escenario no convence al gobierno. El plan gubernamental considera sacar la reforma de pensiones antes del receso legislativo de febrero, ya que a partir de marzo los ánimos podrían ser distintos y el piso que hoy tiene el proyecto podría desvanecerse.
La estrategia que está impulsando un grupo de legisladores PPD-Independientes también tiene simpatías en la bancada socialista, donde el principal crítico del acuerdo ha sido el diputado Marcos Ilabaca. La diputada Danisa Astudillo (PS) también advierte que “hay cosas que vamos a apoyar y cosas que, definitivamente, vamos a rechazar para que vayan a mixta”.
En las otras bancadas oficialistas, en tanto, la disidencia está relativamente contenida y resignada a votar a favor. Sin embargo, el viernes la diputada PC Carmen Hertz marcó la nota disonante al cuestionar que los más “satisfechos y felices con el ‘acuerdo’ de la mal llamada reforma de pensiones están el gran empresariado”.
El round por el destino del 6% y el rol del Estado que enfrenta a las derechas
“Estábamos bien hasta aquí. La sobriedad es fundamental en este tipo de discusiones, porque estamos iniciando un proceso, no estamos terminando un proceso”.
En el tercer piso del Senado en Valparaíso los aplausos fueron instantáneos. El miércoles 15, la Comisión de Trabajo -con los votos de la derecha- aprobó la idea de legislar de la reforma previsional, luego de casi un año de tramitación desde que el texto llegó el 24 de enero de 2024 a la Cámara de Diputados.
Pero la advertencia del presidente de esa instancia, Juan Antonio Coloma (UDI), frenó la celebración, haciendo ver que aún restan pasos clave. Y, también, puntos que resolver. No solo por las 176 páginas y 44 indicaciones que acumula el proyecto, sino que por la fuerte resistencia que genera en los sectores más duros del oficialismo y de la oposición, que lo ha tenido en varios episodios al borde del naufragio. El último se produjo justo la semana pasada, luego de que el Presidente Gabriel Boric acusara a la derecha de no ceder en nada. El impasse solo se superó luego de un encuentro casual entre ambos, el lunes 13, en la inauguración del Congreso Futuro.
El intercambio de visiones no fue fácil. La derecha exigió que el 6% quedara en poder de los cotizantes, y que si La Moneda insistía en la división de la industria ellos no darían sus votos para la licitación de stock. En las indicaciones se estableció que un 4,5% irá directamente a las cuentas individuales, y un 1,5% -de propiedad del cotizante- será entregado como préstamo al Estado, reembolsable al momento de la jubilación y heredable.
La luz verde fue encendida. Y Chile Vamos decidió dar el paso. Pero el “a favor” de los senadores Juan Antonio Coloma (UDI), Rodrigo Galilea (RN) y Luciano Cruz-Coke (Evópoli) no fue inocuo y desató la ira de la derecha más dura. Quien abrió los fuegos fue José Antonio Kast, candidato presidencial del Partido Republicano, al acusar a los seguidores de Evelyn Matthei de haber hecho un acuerdo “a escondidas de los chilenos”, y al advertirles que “en noviembre los chilenos se las van a cobrar”.
Todo en medio de una fuerte división en los centros de estudio de la derecha -con Libertad y Desarrollo en la posición más dura-. Y de abiertos cuestionamientos de la CPC, la Sofofa y la SNA, los que contrastaron con el apoyo de algunas voces, como las del expresidente del directorio de AFP Habitat José Antonio Guzmán y del economista David Bravo. Y también de Juan Sutil, expresidente de la CPC, quien afirmó a La Tercera que el acuerdo “es positivo, aunque hay que pulir detalles”. Y que, si se llega a un consenso, “no me parece que la izquierda siga con la martingala de ir después por una AFP estatal”.
El debate -sin embargo- siguió su curso también en las redes sociales. El más visible fue entre el diputado RN Diego Schalper con casi toda la bancada de Kast. “Entiendo que estén ansiosos porque se les apareció K (Johannes Kaiser)”, les dijo. Mientras el abogado Axel Kaiser se sumó afirmando que los congresales de Chile Vamos “merecen ser destrozados en las próximas elecciones por traidores”.
Pese a la arremetida de la tienda de Kast, en el círculo de la exalcaldesa se confidencia que el diseño se va a mantener invariable. Simplemente, no habrá respuesta. Y tampoco se cederá a las intenciones de ningún actor de presidencializar el debate.
“Hay muchos que ven con escepticismo lo que se ha logrado estos últimos días. A ellos les digo que los entiendo. Pero los chilenos ansían el progreso y la estabilidad. Y eso no se logra con actitudes extremas ni de revancha. El senador Coloma y los senadores Galilea y Cruz-Coke han logrado algo que parecía imposible: que se respete el 6% de cotización individual y que nuestros fondos sigan siendo nuestros”, dijo ayer tras ser proclamada por el consejo general de la UDI. Antes lo había hecho RN.
En diciembre -cuando encendió alertas sobre el segundo informe técnico de los expertos-, Matthei decidió pasar a la ofensiva, tras un criticado silencio. De ahí que esta semana salió a avalar las tratativas, aunque advirtió que resta conocer si la reforma tiene sostenibilidad fiscal. Punto en el que insistió ayer.
Por lo pronto, aunque hay cierto orden en las bancadas, también hay disidencias. Uno de ellos es Cristián Labbé (UDI), quien anunció que no está en condiciones de aprobar la enmienda. “Es una aberración política. Hemos defendido en todas las tribunas que el 6% debe ser de propiedad del trabajador y hoy día nos traen un documento con un 4,5% a cuentas individuales y un 1,5% que es un reparto disfrazado”, sostuvo al asegurar que no es el único en esa posición. En RN hay al menos cuatro diputados y dos senadores con dudas: Alejandro Kusanovic y María José Gatica.
En la derecha, partidarios del proyecto cuestionan que Matthei no haya tomado un rol más activo, porque -advierten- ello le va a impedir capitalizar un eventual acuerdo. Mientras que los detractores arguyen que con su inacción le va a dar un triunfo a Boric; va a abrir la puerta a nuevos cambios a futuro; va a alejar a una parte importante de la derecha económica -cuyo apoyo es vital para la presidencial-, y además le va a tocar implementar gran parte de este nuevo transatlántico si es que llega a La Moneda en 2026.
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