Por qué es tan difícil separarse, según Luciano Lutereau

Por qué es tan difícil separarse, según Luciano Lutereau

En este episodio de La Fórmula Podcast, el psicoanalista explora la complejidad de la cultura de la pasión amorosa y reflexiona sobre la dificultad de aceptar las inseguridades propias y ajenas, así como el miedo al reemplazo en relaciones a largo plazo. Además, explica cómo actúa la ansiedad en los procesos de separación y el duelo

¿Qué es el amor? ¿Por qué se instaló tan fuertemente en nuestra sociedad la idea del amor romántico? ¿Nos podemos preparar para recibir al amor? Las personas buscan sinceridad y responsabilidad absolutas en sus relaciones amorosas, pero la verdadera experiencia del amor está marcada por la ambigüedad y las imperfecciones propias del ser humano.

En este episodio de La Fórmula Podcast, el psicoanalista Luciano Lutereau reflexiona sobre el amor, la separación, el duelo y el desenamoramiento. Además, explica cómo las expectativas culturales sobre la pasión amorosa afectan la percepción de las relaciones y la necesidad de cuidar el amor en la cotidianidad para evitar la disolución gradual de los vínculos. El episodio completo podés encontrarlo en Spotify yYouTube.

Luciano es Licenciado en Psicología y Filosofía. Se desempeña como docente e investigador de las cátedras de Estética, Psicología Fenomológica y Clínica de Adultos en la UBA, es miembro del Foro Analítico del Río de la Plata y autor de varios libros, entre los que se destacan: Amar, temer, partir; Adiós al matrimonio y Contactos frágiles, que escribió junto a Esteban Dipaola.

(Imagen Ilustrativa Infobae)
El amor puede ser muchas veces eterno, pero también tiene su costado de finitud y concluye. Tiene intensidades fluctuantes, explica el experto (Imagen Ilustrativa Infobae)

— Hay una frase tuya que dice: “En el amor nadie es tan consciente, sincero y responsable como quisiera”. ¿Qué significa?

Tenemos una expectativa de sinceridad, de honestidad, de que el amor sea del todo transparente y por lo general en el amor descubrimos opacidades. El sujeto, por decirlo así, amoroso, no es transparente para sí mismo, duda de sus afectos, incluso muchas veces estos se le presentan con cierta ambigüedad. La responsabilidad está bien, es importante como principio o como idea práctica en el sentido de “tratemos de cuidarnos, de tener cierta responsabilidad recíproca”. Pero lo cierto es que siempre esperamos mucho más la responsabilidad del otro y del lado de uno es un poco más esquivo. Hay toda una cultura de la pasión amorosa que no es lo mismo que el amor.

Hoy esa pasión o esa cultura de la pasión amorosa, nos trae muchos problemas porque las prescripciones de la cultura de la pasión amorosa nos dice cómo deberíamos estar viviendo el amor con conceptos como: “debería ser así”, “tendría que ser así”, “tengo que sentir esto” y “si no siento esto está mal”. Es una cultura de la pasión amorosa muy normativa. A mí me interesa pensar más bien en el amor desde la ambigüedad, desde sus matices. Creo que es la forma más humana que también tiene el amor de vivirse y, que al mismo tiempo, permite reconocer que el amor puede ser muchas veces eterno, pero también tiene su costado de finitud, concluye, tiene reverses, intensidades fluctuantes. La cultura de la pasión amorosa es “tenés que estar enamorado todo el tiempo, absolutamente, el otro tiene que ser todo para vos”, pero eso es una norma, no es una vivencia.

CAPTURAS La Fórmula con Luciano Lutereau
El psicoanalista sostuvo que le interesa pensar más bien en el amor desde la ambigüedad, desde sus matices. "Creo que es la forma más humana que también tiene el amor de vivirse", sostuvo

— En relación a eso, hay otra frase en la que expresas: “La pareja hoy no tolera que el otro quiera algo diferente. Si soy tu pareja tengo que ser eminentemente el objeto de tu deseo, si no soy eminentemente el objeto de tu deseo entonces no me querés”.

—Esa frase tiene que ver con que más que una cultura del amor, la nuestra es una cultura que refuerza todo el tiempo el enamoramiento y esa intensidad asociada a la cultura de la pasión amorosa, genera una gran exigencia de prioridad. Plantear matices no es que no crea en el amor, sino porque busco un amor menos ideal y más real. En cierta medida los principios o las prescripciones amorosas hoy en día restringen mucho la posibilidad de vivir el amor porque no nos aceptamos, tenemos un montón de requisitos y nos vamos volviendo más grandes, pero seguimos amando como si fuéramos muy chicos.

Esta idea del amor omnipotente, la incondicionalidad amorosa, para alguien que por ejemplo se separa, tiene hijos, no puede vivir esa pasión amorosa, el amor por los hijos… Esto es muy común escucharlo en la experiencia del psicoanálisis de conflictos en relación con que una nueva pareja se pone celoso o celosa de los hijos de la pareja del otro. El amor es una experiencia de integración, de acercamiento y de apertura de mundos. No me gustan mucho las definiciones, pero un filósofo francés que se llama Gilles Deleuze dice que en el amor conocemos el mundo de otro y conocemos el mundo a partir de otro, y esa idea de conocimiento de mundo, de apertura de mundo me parece que es muy enriquecedora. No es ser la prioridad. En el amor conozco a alguien que es el objeto absoluto de mi deseo, se me abre un mundo, el otro retrocede un poco y yo conozco, puedo ver el mundo a través del otro y tengo un mundo nuevo para mí a partir del otro. La idea de un amor más real, que no es real en sentido de la resignación, al contrario, creo que destaca mucho más lo que tiene la realidad de posibilidades, de potencia y no tanto el ideal como una cosa fija que tiene que ser así o no es nada.

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Las expectativas en torno al amor a menudo son demasiado idealizadas, lo que genera una profunda frustración cuando las relaciones no cumplen con los estándares de la cultura de la pasión amorosa, según el experto (Imagen Ilustrativa Infobae)

— ¿Por qué crees que, aun cuando ambas personas reconocen que la relación no funciona, cuesta tanto separarse?

Separarse es más difícil que hacer el duelo porque son experiencias distintas. La separación es una experiencia de profunda ansiedad, donde se revisa, se edita la experiencia en relación a la presencia del otro y hasta qué punto podemos contar con la ausencia del otro, si yo siento que si el otro no está me muero, es un tipo de ansiedad muy profunda. Por eso hoy en día, sobre todo desde ciertas perspectivas psicoterapéuticas, se empezó a hablar más que de amor, de apego y apego ansioso o se recuperó la noción del psicoanalista John Bowlby de la angustia de separación, que nombra algo que no tiene que ver tanto con lo amoroso en sí, sino que tiene que ver con nuestras actitudes en relación a la presencia del otro y separarse es poder hacer un movimiento en relación a la presencia del otro, que la ausencia del otro no se nos vuelva intolerable, esto de sentir que si el otro no está me caigo, me derrumbo.

Es muy complejo eso y durante el primer tiempo es preciso poder garantizar la supervivencia. En un primer momento en una separación sin duda se transita la ansiedad de separación y después en la medida en que uno ya aseguró que va a seguir viviendo, por así decirlo, empieza el proceso del duelo, que a veces coincide con el inicio de otra relación. No necesariamente las cosas son tan ordenadas; son mucho más mixtas, tienen más superposiciones. A muchas personas les pasa que inician una nueva relación y están bien, están contentos con un nuevo vínculo, pero en el inicio de ese vínculo empiezan a soñar con su pareja anterior. Ahí empezó el proceso del duelo, justamente con el inicio de un vínculo trae el duelo del vínculo anterior, porque hasta ese momento quizás estuvieron más dedicados a poder tolerar la separación que es muy difícil porque, en última instancia, también es separarse de algo de uno. Sentimos que perdemos una parte interna muy importante, nos perdemos a nosotros mismos, puede ser en una separación de pareja, pero también de un trabajo o personas que se jubilan o dejan de trabajar y se deprimen. El proceso de separación es de pérdida de una parte buena de uno mismo y no siempre estamos en las mejores condiciones. Quizás la pregunta sea no solamente por qué nos duelen las separaciones, sino cómo podemos o cómo atravesar separaciones para que justamente no sean experiencias de derrumbe.

— ¿Hay una manera inteligente de atravesar una separación y el duelo?

— A veces eso se lo tiende a pensar moralmente, por ejemplo, alguien sabe que está en un vínculo que ya no ama y no se separa, entonces todos le dicen: “Si ya no amas, tienes que separarte” como si fuera algo deshonesto. Pero no siempre se está en condiciones de atravesar un proceso de separación, porque la separación es internamente desestructurante y puede ser muy despersonalizante también. Sí creo que para esos momentos es importante contar con una buena red de apoyo, otros en quienes apoyarse, sostenerse. En el duelo uno podría pensar en distintas etapas y creo que lo central tiene que ver ya no tanto con separarse de algo de uno sino con poder quedarse uno con algo del otro y poder reconocer que en uno va a haber algo del otro que no se va a ir.

Una parte del amor del otro que se queda con nosotros, independientemente de que no nos haya gustado más el modo en que nos amaba o que se haya terminado nuestro amor, en ese punto hay algo del amor que es eterno, que permanece, se transforma. La separación no tiene ese poder transformador que sí tiene el duelo, claro que no solamente esa persona va a volver a amar porque, en última instancia, la pregunta del duelo no es si voy a volver a amar, sino que no se vuelve a amar de la misma forma. Muchas veces nos quedamos con algo del amor del otro. Siempre en el amor hay algo prestado. Para jugar un poco con los términos la idea del amor propio puede ser contrastada con esta idea de que hay algo del amor que siempre viene de afuera. El amor propio en realidad es la sedimentación del amor que nos dieron, por eso es tan duro a veces cuando alguien piensa poder hacer un duelo cuando alguien siente que no fue amado. Eso no ayuda en nada, porque la sensación de no haber sido amado es muy impotentizante.

(Imagen Ilustrativa Infobae)
La cultura actual del amor promueve la idea de que la autosuficiencia emocional es una condición previa para estar bien en una relación, pero esta narrativa muchas veces exagera el individualismo, olvidando que el amor es también una experiencia de integración y transformación (Imagen Ilustrativa Infobae)

— Es frecuente escuchar la idea de que, para estar bien con alguien, primero hay que ser autosuficiente y estar bien con uno mismo. ¿Qué opinás de esa narrativa?

— Tiene una parte de verdad y una exagerada, demasiado individualista estar bien con uno mismo. Creo que si de eso dependiera lo cierto es que estaríamos solos. Sí lo que refleja esa frase de una manera más realista es que muchas veces buscamos estar con alguien por cuestiones no resueltas, utilizamos el amor como el vehículo de elaboración de cuestiones o de otras frustraciones que no logramos resolver. Entonces el amor tiene un costado un poco ansiolítico, antidepresivo, lo que pasa que se puede volver un consumo más. En cierta medida yo creo que reformularía esa frase en términos de que lo mejor que nos puede pasar es que cuando recurrimos al amor, no necesitemos mucho del amor. Si necesitamos mucho del amor, si tiene que funcionar como ese ansiolítico cotidiano para que uno no se sienta mal consigo mismo. O tiene que ser un antidepresivo en el sentido de que si no yo ando bajón o no me gusto a mí mismo, le voy a estar pidiendo demasiado. Como experiencia humana el amor da muchísima gratificación, pero le da mucho más a quién más da, no a quién más pide.

—Te escuche hablar de cómo, hay veces es mucho más fuerte lo que no pasó entre dos personas que lo que sí pasó. Hoy en día se habla mucho de los “casi algo”. ¿Qué pasa con los vínculos que no llegaron a ser o no fueron lo que podrían haber sido?

— Sí, todo lo que no fue sufre melancólicamente y la pregunta que queda ahí es: “¿Y si hubiera pasado?” Hay una canción muy linda que en una parte dice: “¿Dónde quedó el beso que nunca me diste?” ¿Dónde quedó eso? ¿Dónde está? ¿Qué pasó? Porque para el duelo eso es fundamental. Volviendo a lo que decíamos antes, en el duelo uno hace un repaso de lo vivido, uno desglosa los recuerdos junto a otro, puede volver a escenas por las que pasó, pero ¿por lo que no pasó? ¿cómo volvemos? Son duelos imposibles y lo que no ocurrió entristece profundamente. Por eso a muchas personas les pasa que tienen amores imposibles. Por ejemplo, tuvieron una historia de tres meses con alguien, eso no prosperó y vuelven a verse después de un tiempo. Y vuelven, y eso queda como algo que se arrastra melancólicamente como un amor. Milan Kundera hablaba de los amores ridículos, yo creo que la nuestra es un poco la época de los amores melancólicos, que son amores que podrían haber sido, que quedaron de pendientes de realización y que son muy dolorosos. Porque uno puede hacer un duelo por lo que vivió, pero sí hacer el duelo por un deseo no realizado.

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La pasión amorosa y las prescripciones culturales en torno a ella crean normas estrictas sobre cómo debería vivirse el amor, generando expectativas irreales que pueden llevar al fracaso de las relaciones (Imagen Ilustrativa Infobae)

— ¿Cómo funciona el desenamoramiento y cómo opera en nuestras relaciones?

— El desenamoramiento es un proceso espontaneo, dada la ilusión del enamoramiento, la realidad misma va deshilvanando esa ilusión. Ahora otra cosa es poder vivir con amor como una tarea cotidiana. Hay una canción de Daniel Melero que dice algo así como “enamorarse es fácil, más difícil es vivir con amor”. Es una tarea cotidiana y tenemos una inclinación a dar por sentado la presencia del otro. Entonces la pareja en la medida que dos personas empiezan a articular sus vidas, se empieza a dar por sentado que el otro está y el amor que no se cuida no resiste el tiempo. El amor requiere cuidado, no es un trabajo en el sentido de un esfuerzo, no es que vamos a programar. El amor, creo yo, es un cuidado cotidiano que no requiere grandes inversiones. Es el pequeño gesto, saber que el otro está, no volverse invisible cada uno para el otro. Porque cuando se llega a esa instancia de que ya nos alejamos, no sabemos dónde estamos. Nos alejamos tanto a lo largo de este tiempo que ya no sabemos en qué anda cada uno. Creíamos que estaba todo bien y de golpe nos miramos y estamos en dos mundos totalmente distintos. Por eso se dice “volver a enamorarse”, volver es muy difícil, el amor es de un solo trayecto.

Parejas en casas separadas
El amor, lejos de ser una experiencia transparente y sincera, está lleno de ambigüedades y dudas que reflejan la complejidad de los sentimientos humanos y la imposibilidad de alcanzar un ideal amoroso sin fisuras, una realidad que muchas veces contrasta con las expectativas de la cultura de la pasión amorosa

— ¿Crees que es difícil vivir en el amor por estas narrativas que nos contamos?

— Estoy mencionando muchas canciones, pero pienso en la de Phil Collins que se llama “You can’t hurry love”, “No puedes apurar el amor”. Es eso en definitiva no podes apurarlo, no podes decidir amar. Muchas de las preguntas actuales es “¿cómo hago para tener pareja?” no funciona así. Para que sea una experiencia amorosa hay que recorrer otros caminos, hay que hacer algunos rodeos, hay que estar en una disposición y en todo caso si se puede dar a veces puede no ser correspondido también. La experiencia amorosa no es solamente sentimental, sino que es una experiencia de desarrollo personal. No hay tips, consejos o recetas.

Pero me parece que eso sí hay algo que se puede medir. Cuando uno conoce a alguien, está todo bien y hay una buena química creo que algo que a veces no le prestamos atención. Pero que es muy importante, es si el otro tiene lugar para alguien en su vida o no. Eso es algo que uno lo puede medir de antemano, con alguien puede estar todo bien. Pero la disposición al amor se acompaña de hacerle lugar a alguien en tu vida. El tiempo siempre se hace, eso está claro. Nadie lo tiene de antemano el tiempo, el tiempo sin duda se produce. Pero creo que lo que se puede verificar es si alguien está dispuesto a hacer ese movimiento. Como el amor es una experiencia de transformación personal, el otro va a entrar y va a generar algo. La frase: “Quiero estar con alguien que sume”, en realidad, la idea de la suma no es adecuada porque alguien que entra en tu vida se acomoda. Algunas cosas se empiezan a ir, a partir de conocer a alguien, cosas que te gustaban te dejan de gustar. Te empiezan a gustar otras. No es solamente una cuestión mecánica.


Fuente

Infobae.com

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