¿Qué es un ajolote y cómo este extraordinario animal pasó del estrellato al borde de la extinción?
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¿Qué es un ajolote y cómo este extraordinario animal pasó del estrellato al borde de la extinción?
El laboratorio del profesor James Monaghan utiliza la salamandra ajolote para investigar la base celular y molecular de la regeneración de tejidos complejos. Los ajolotes tienen la asombrosa capacidad de regenerar grandes porciones de sus extremidades, cola, corazón y médula espinal y por eso se han convertido en una animal de extremo interés para los científicos.
Su laboratorio estudia el desarrollo y la regeneración del sistema nervioso y de las extremidades y las interacciones que tienen lugar entre estos sistemas de órganos para preguntarse, ¿por qué son necesarios los nervios para la regeneración de tejidos complejos? y ¿qué propiedades celulares poseen los ajolotes que les permiten regenerar extremidades y médula espinal?
Estas importantes preguntas tienen el potencial de impactar nuestra comprensión de la homeostasis animal, así como de la medicina regenerativa.
Ajolote: cómo este extraordinario animal pasó del anonimato al estrellato y al borde de la extinción
Esta salamandra de inusual aspecto, originaria de México, puede regenerar partes del cuerpo lesionadas o perdidas sin problemas y sin dejar cicatrices. Por eso Monaghan, profesor asociado de Biología en la U. de Northeastern (EE.UU.), está tratando de aprender cómo lo hacen los ajolotes, con la esperanza de que algún día se pueda replicar un proceso similar en los humanos.
“Reactivan genes que tú y yo desactivamos para siempre”, dijo Monaghan en un comunicado, quien tiene unos 400 axolotes en su laboratorio en Northeastern. “Tenemos todos los genes para formar una extremidad, sólo que no sabemos cómo coordinarlos. Ellos sí”.
El científico ha estudiado durante mucho tiempo a los ajolotes y sus extraordinarias capacidades regenerativas. “Los ajolotes han ganado popularidad en los últimos años”, dijo.
“Nadie sabía entre el público en general qué era un ajolote, así que tenía que explicarlo”, dijo en una nota de prensa, contrastando eso con la situación actual: “Ahora simplemente puedo decir: ‘Oh, trabajo con ajolotes’, y todos se iluminan”.
Monaghan señaló que los jóvenes, en particular, se sienten atraídos por los ajolotes, probablemente debido a su encanto estético.
“Son rosados y tienen plumas”, dijo. “Bueno, en realidad no tienen plumas, pero sus branquias son plumosas. Tienen una pequeña sonrisa constante en su rostro. Si tuvieras que crear un animal lindo que no creerías que existiera de manera natural, sería algo así como el ajolote. Tiene las vibraciones de un dragón, pero un dragón lindo”.
Según el científico, la especie reactiva genes que los humanos desactivan para siempre. “Tenemos todos los genes para formar una extremidad, sólo que no sabemos cómo coordinarlos. Ellos sí”.
A medida que un feto humano se desarrolla, las células se dividen y se diferencian en tipos específicos para formar nervios, tejidos, huesos y órganos. Pero, en su mayor parte, estos procesos cesan una vez que alcanzamos la madurez completa. Nuestro cuerpo no nos hará crecer otro brazo si perdemos uno.
Los ajolotes y otras salamandras pueden volver a poner en marcha estos procesos de desarrollo cuando sufren una lesión. Las células cercanas a la herida se desdiferencian y vuelven a ser tipos de células más parecidas a las células madre, capaces de generar tejido nuevo. Mientras se lleva a cabo este proceso, cientos de genes se activan y desactivan en diferentes células. Para poder trasladar esto a los humanos, los investigadores necesitan identificar exactamente qué genes desencadenan los cambios.
Pero el genoma del ajolote es más de diez veces más grande que el genoma humano, lo que lo hace particularmente difícil de analizar. Finalmente, fue secuenciado en 2019, lo que creó oportunidades para nuevas vías de investigación.
“Hace diez años, habría dicho que ni siquiera pensar en regenerar el brazo de una persona era una posibilidad”, afirmó Monaghan. “Pero cuanto más sabemos, más factible parece”.
Aunque los ajolotes se reproducen fácilmente en el laboratorio, su número ha disminuido drásticamente en la naturaleza. Se encuentran exclusivamente en el lago Xochimilco, los restos de un gran sistema lacustre que se ha reducido a una serie de canales en la parte sur de la Ciudad de México. Otras especies de salamandras también están perdiendo su hábitat, luchando por hacer frente a los depredadores invasores y muriendo a causa de una infección fúngica particularmente desagradable.
La pérdida de estas poblaciones significa la pérdida de diversidad genética que podría ayudar a los investigadores a comprender las increíbles capacidades de estos animales. Monaghan dijo que entre los asistentes habrá investigadores que estudian la ecología y la conservación de las salamandras, así como sus capacidades regenerativas.
“Si trabajas con salamandras, te queremos allí”, dijo Monaghan.
Una especie única en el mundo
El ajolote es una especie de anfibio caudado de la familia de los ambistomátidos relacionado con la salamandra tigre. Fue descrito originalmente por George Kearsley Shaw y Frederick Polydore Nodder bajo el sinónimo de Gyrinus mexicanus.
El ajolote pertenece a la familia de las salamandras topo. Tienen la cabeza ancha y un aspecto robusto, de cuerpo grueso. Su tamaño alcanza los 29 cm.
Monaghan señala que el ajolote está “arraigado en la cultura mexicana. Su nombre proviene de un dios azteca, Xolotl”.
Las larvas son acuáticas y tienen branquias externas plumosas, y una aleta caudal muy desarrollada. Los anfibios, generalmente, pierden las branquias cuando se transforman en adultos reproductores maduros, y pasan al medio terrestre, pero en el caso de los ajolotes se pueden reproducir en estado larvario en el agua y conservan las branquias externas. Este fenómeno biológico se denomina neotenia. Los machos atraen a las hembras con secreciones de las glándulas abdominales y desprenden el esperma en un espermatóforo que se sumerge en el fondo. A continuación la hembra reposa encima del espermatóforo y lo recoge en su cloaca para una fertilización interna.
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