Qué fue de los palos selfie: auge, caída y resurrección de un cacharro amado y odiado a partes iguales
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Qué fue de los palos selfie: auge, caída y resurrección de un cacharro amado y odiado a partes iguales
Vamos a hacer un ejercicio. Piensa en el verano de 2014-2015. Recuerda dónde estabas, esas vacaciones tan chulas que te pegaste eh, ¡vaya viajecito! Recuerda la playa, la comida, los monumentos, mira las fotos que tienes. ¿Ves algo que te llame la atención? ¿Es posible que en un buen puñado de fotos aparezcan personas al fondo usando un palo selfie?
Es más, ¿es posible que todos los selfies que tengas de ese verano los tomases con un palo selfie? Digo más, ¿es posible que tengas un amigo que en 2014-2015 no dejaba de dar la vara con hacerse las fotos con un palo selfie? Que siempre lo llevaba en la mochila o en el bolso o peor, se paseaba por ahí con el móvil siempre encajado al palo selfie y hasta lo usaba como una especie de gimbal mientras se reía diciendo "¡UN PALO, UN PALO!" (alta referencia al mejor anuncio de la historia que, por aquellos entonces, ya tenía dos años).
Vale, pues ¿dónde están ahora los palos selfie?
Selfiiiiiiiie
Estamos en el año 2014. Conchita Wurst gana Eurovisión con su tema 'Rise Like a Phoenix', se estrena 'Big Hero 6' en cines, Electronic Arts lanza 'Los SIMS 4' y la revista Time nombra al palo selfie uno de los grandes inventos del año. Este cacharro consistente en un mango, un extensor telescópico y un agarre para móviles era la sensación del momento. Aunque no era un invento nuevo (hay patentes de productos similares del año 1983 y en el año 1995 ya aparecía en el libro '101 inventos japoneses inútiles'), era ahora cuando empezaba a petarlo.
Había versiones de todos los tipos. Los había con un control remoto vía Bluetooth, otros que tenían un botón en el mandito y se conectaban al móvil por el jack de auriculares y otros, los más simplones, que eran poco más que un agarre y obligaban a hacer todo tipo de malabares y volteretas para hacer una foto. El precio también oscilaba desde los cinco euros hasta lo que estuvieras dispuesto a gastarte, como todo en el sector de la tecnología.
Si echamos un vistazo a Google Trends veremos que la popularidad de los palos selfie se disparó en diciembre de 2014, siendo probablemente un regalo estrella en Navidad (regalo muy socorrido para el Amigo Invisible, sin duda) o un utensilio de uso frecuente en las cenas de Nochebuena y fiestas de Nochevieja. En declaraciones a La Vanguardia, Amazon aseguraba que solo en diciembre las ventas de los palos selfies aumentaron un 400% en Amazon España debido a dos factores: su precio y la posibilidad de usarlos con amigos.
Y es que 2014 fue el año del selfie. Concretamente, del selfie de Ellen Degeneres en la gala de los Oscars que durante mucho tiempo fue una de las fotos más populares y uno de los tweets con más RT de la historia. ¿Se hizo con un palo selfie? No. La foto la hizo Bradly Cooper sujetando un Samsung Galaxy Note 3 y lo que quizá se nos ha olvidado es que fue parte de una acción publicitaria (relativamente espontánea) por la que Samsung pagó alrededor de 20 millones de dólares. El caso es que este año se publicaron varios selfies de cierta relevancia en el mundo del showbussines y claro, la cabra tira al monte.
Fun Fact 1: el tweet de Ellen Degeneres decía "ojalá el brazo de Bradley fuera más largo". Probablemente eso nos ayude a entender el melocotonazo de los palos selfie. Fun Fact 2: después de esta foto, la presentadora siguió publicando selfies tomados durante la gala, pero esta vez desde su iPhone.
Los selfies siempre han estado ahí. A todos nos ha gustado siempre la "foto Tuenti", la fotito en el espejo to vasilones antes de salir un viernes por la noche. Nos gusta vernos, nos queremos (a veces demasiado poco). Ahora son selfies con la cámara delantera o con el x0,5, pero antes fueron fotos a un espejo enseñando la cámara digital esa que le habían regalado a tus padres tras meses coleccionando cupones del supermercado o, si eras rico, tu móvil con cámara. Siempre han estado ahí. El palo selfie, simple y llanamente, lo hizo más fácil y permitió que saliesen más personas o más fondo.
Porque los palos selfie se popularizaron por una razón: el campo de visión de las cámaras internas era muy bajo. Eso nos hacía elegir: o se veía nuestra cara o nos cortábamos la cara y enseñábamos algo del fondo. Una de dos. Los palos selfie solucionaron este problema al alejar el móvil. También nos dieron alas para hacer dos de las cosas que más nos gustan a los seres humanos: jugarnos la vida y molestar.
Empiezan los problemas
Si 2014 fue el año de los selfies, 2015 fue el año de los selfies peligrosos. Vimos de todo aquel año. En enero, tres estudiantes indios fueron atropellados tras pararse a hacerse un selfie con un tren en movimiento. Dos personas murieron por hacerse una foto con una granada a la que habían quitado el seguro en los Montes Urales. Otro por caerse al cráter del Monte Merapi en Indonesia (más tarde, se habilitaría un "punto selfie" para evitar más muertes). En España, un hombre de 32 años murió mientras se fotografiaba corriendo delante de un toro en Villaseca de la Sagra. No fue una vez, ni dos, ni tres.
En Rusia llegó al gobierno. "Desde principios de año, estamos hablando de un centenar de casos de lesiones", aseguró Yelena Alexeyeva, asesora del ministro del Interior, en julio de 2015. Hasta lanzaron una campaña nacional para decirle a la gente que, por favor, no se sacase una foto en sitios peligrosos. "Antes de hacerse un selfie, todo el mundo debería pensar sobre el hecho de que perseguir un gran número de “likes” puede llevar a alguien a un viaje hacia la muerte, y su foto extrema podría pasar a ser póstuma", afirmó Alexeyeva.
Pero va más allá. El gobierno de Colorado (Estados Unidos) tuvo que cerrar un parque nacional porque la gente se estaba haciendo selfies con los osos. Los osos de Colorado no son los osos pardos o grizzly. Esos son game over inmediato. Con los osos negro se puede sobrevivir, siempre y cuando mantengas la calma, no te acerques, no corras y te alejes despacio sin perder contacto visual. Echarse un selfie no es una opción, porque los osos no son animales domesticados. Son hostiles, pueden estar hambrientos y, para colmo, no saben posar.
No, en serio: no os hagáis selfies con osos, por favor.
Además de ser potencialmente peligrosos para nuestra vida, los palos selfies también lo son para las obras de arte y las personas que nos rodean. En 2015, museos como el Museo de Hirshhorn y Jardín de las Esculturas de Washington, el Museo de Bellas Artes de Houston y el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, o museos nacionales como el Thyssen, el Reina Sofía y el Prado prohibieron los palos selfies. La lista de sitios que prohibieron los palo selfie en 2015 es larga.
"No queremos tener que poner todo el arte bajo un cristal", aseguró Deborah Ziska, jefa de información pública de la Galería Nacional de Arte de Washington. "Una cosa es tomar una foto a la distancia de un brazo, pero cuando es tres veces la distancia del brazo, estás invadiendo el espacio personal de otra persona", dijo Sree Sreenivasan, director digital del Museo Metropolitano de Arte.
El motivo es sencillo: las obras de arte de cualquier museo valen más que un selfie. Un descuido puede bastar para agujerear un cuadro, dañar una pintura o tirar al suelo una escultura. La broma puede salir muy cara en todos los aspectos. Y no es una cosa que haya pasado ni una, ni dos, ni tres veces.
Otro de esos sitios fue Disneyland. En el lugar donde ocurre la magia, que también es el sitio más feliz del mundo, los selfies te lo tienes que sacar con la manita, pero el palo lo dejas en el hotel o en la taquilla de la entrada. Tal y como queda reflejado en la web de la cadena de parques de atracciones y confirmó un portavoz a la BBC en 2015, “las varillas de extensión portátiles se han convertido en un problema de seguridad cada vez mayor para nuestros huéspedes y nuestro personal”. También es una forma de prevenir, ya que basta con que un iluminado saque el palo selfie en una montaña rusa para que este se enganche y se arme la marimorena en la Space Mountain.
Como dato curioso, Apple también prohibió los palos selfies en la WWDC 2015. También se prohibieron en las zonas turísticas de Milán y en el Coliseo de Roma.
Los selfies eran un fenómeno. Allá por 2017 se estrenó ‘Selfie’, una película española dirigida por Víctor García León con Santiago Alverú y Macarena Sanz. En 2018 también se estrenó ‘Selfies’, una peli suiza de sátira y animación que se llevó el premio a “Mejor película de animación” cuya sinopsis reza “todo el mundo necesita un teléfono móvil hoy en día, y nos acompañará hasta nuestra tumba”.
Todo el mundo se hacía selfies, incluyendo los artistas que paseaban por la alfombra roja. Imagina el caos. Tal era que el Festival de Cannes prohibió a los actores y actrices hacerse selfies en la alfombra roja para evitar “el caos y desorden que empañaba la calidad de la experiencia de la alfombra roja y del festival en general”. Según el director del festival, Thierry Fremaux, un selfie "no es hermoso. Es grotesco. Es ridículo... Queremos restaurar un poco de decencia". En 2015 dieron una advertencia (que a Salma Hayek le importó poco) y en 2018 los prohibieron, directamente.
2015, 2016 y 2017 fueron años duros para los usuarios de los palos selfies, que ahora veían cómo no podían usarlos en museos, parques de atracciones, zonas turísticas… Dejaron de tener sentido, pero los fabricantes de móviles no tardaron en dar respuesta.
Llega el gran angular
En 2011 ya hubo móviles con dos cámaras: el LG Optimus 3D y el HTC EVO 3D. En 2009 se estrenó 'Avatar', un peliculón que también se pudo ver en 3D, y claro, el 3D era el futuro. F en los comentarios. No sería hasta el año 2016 cuando vimos la primera implementación (útil) de una cámara doble con el LG G5. Fue el primer móvil con cámara gran angular (135º), aunque kudos al HTC One (M8) que también tenía dos cámaras, solo que la secundaria era un sensor de profundidad.
Había luz al final del túnel. Ese era el enfoque a seguir. Si los usuarios ya no pueden usar un palo telescópico para hacerse fotos, ¿qué tal si le damos más posibilidades a la cámara delantera? ¿Qué tal si hacemos del gran angular la solución a los selfies grupales? La cámara delantera, que hasta entonces había recibido menos mimo, empezó a ser una prioridad y los fabricantes comenzaron a ampliar su campo de visión.
Por ejemplo, la cámara delantera del Samsung Galaxy S4 (2014) tenía una resolución de dos megapíxeles, distancia focal de 22 milímetros y apertura f/2.4. En el Galaxy S7, la firma montó una sensor de 1/4,1 pulgadas con cinco megapíxeles de resolución, 22 milímetros de distancia focal y apertura f/1.7. El Galaxy S10 subió hasta los 10 megapíxeles, apertura f/1.9, distancia focal de 26 milímetros y apertura f/1.9. Sensores más grandes, lentes más luminosas, más apertura. Ese mismo patrón se repite en otras marcas como Huawei, Xiaomi y Apple.
No es ningún secreto que la cámara ha sido uno de los principales pilares de todos los fabricantes en los últimos años, pero el selfie ha sido, sin duda, de los aspectos que más mimo han recibido. Tiene sentido, al fin y al cabo estamos en la época de TikTok e Instagram, el culto a la imagen y la sobreexposición en redes. Mucho contenido para redes, tanto amateur como profesional, se graba con la cámara delantera de los móviles, así que es normal que las marcas hayan apostado por mejorarla.
Un paso importante en el camino hacia el olvido de los palos selfie lo vimos en los iPhone 11 y el Galaxy S20, circa 2019-2020. Estos fueron los primeros móviles en incorporar un modo gran angular para el selfie. Usando la cámara interna con el móvil en vertical la cámara se mantenía cerca para centrarse en nuestra cara, pero al poner el móvil en horizontal el campo de visión se ampliaba, de forma que cabían más personas en las fotos. Estos fueron los primeros en estrenar una función que hoy podemos encontrar en prácticamente cualquier smartphone.
En el camino hemos visto de todo, desde móviles con flash delantero para los selfies hasta cámaras giratorias que permitían usar la cámara trasera como frontal y viceversa, cortesía de marcas como ASUS. La tendencia que se ha impuesto, sin embargo, es incorporar un sensor de alta resolución y una lente con mayor campo de visión que permita sacar fotos más amplias sin recurrir a un palo selfie, dispositivos que, sin haber desaparecido, ya no se ven tanto.
Los palos selfie, hoy
No han desaparecido, ni muchísimo menos, pero no son un fenómeno como el que fueron antaño. Su uso sigue siendo popular, aunque lo cierto es que las mejoras en las cámaras, las prohibiciones y que, al fin y al cabo, no dejan de ser otro cacharro con el que cargar cuando salimos por ahí, han hecho que dejen de ser tan visibles. No obstante, los palos selfie han encontrado un digno sucesor y una forma de reciclarse: convertirse en trípodes para el móvil.
Cuando salgas a dar una vuelta o te acerques a cualquier tienda de móviles, accesorios y tecnología en general, fíjate. Seguramente encuentres palos selfie al uso, pero lo más probable es que estos tengan una doble función: ser un palo selfie y convertirse en un trípode para, efectivamente, grabar vídeos en vertical para TikTok.
Todos somos creadores. Prosumers, que decía un profesor en mi carrera: productores y consumidores de contenido. En la época de TikTok, Instagram Reels, YouTube Shorts y el vídeo vertical en general, el móvil se ha convertido en una herramienta de creación poderosa alrededor de la cual se han creado todo tipo de accesorios más o menos necesarios. Hablamos de micrófonos, focos, luces y lentes, pero también de trípodes, monopies, fundas con ventosa para pegar el móvil a la pared, popsockets, etc.
Si miramos uno de esos trípodes para móvil veremos que, en esencia, son un palo selfie con tres patas. Es más, salvo que sean de marcas buenas o relacionadas con el mundo de la fotografía, lo más común es encontrarse la misma varilla telescópica enclenque y el mismo agarre de los palos selfies, solo que con unos soportes inferiores para mantener el palo de pie. Es el mismo producto, pero transformado.
Porque a todos nos gusta salir bien, ya sea en un selfie o en un vídeo para TikTok.
Imagen de portada | Quang Nguyen Vinh
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Jose García
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