¿Quién se queda con el éxodo de X?
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¿Quién se queda con el éxodo de X?
Cuando Elon Musk logró concretar la compra de Twitter en el año 2022 por 44 mil millones de dólares, lo hizo a sabiendas de que Twitter iba a morir. Si bien su bandera de lucha hacia el público era luchar a favor de la libertad de expresión en un mundo tomado por la cultura woke y el buenismo, lo que terminó haciendo fue convertir a la antigua plaza pública en su plataforma de comunicación para el mundo.
En términos formales, Twitter murió cuando pasó a llamarse X, la aplicación con la que Elon Musk pretende que se acceda a todos sus servicios digitales, como Grok o incluso streaming de video a lo Twitch —algo que se ha prometido y claramente nunca se iba a cumplir—.
Pero en realidad, la muerte de Twitter comenzó a gestarse en la medida que la dirección de Musk fue tomando medidas que alienaron no solo a sus usuarios, sino que aun más importante para la supervivencia de la aplicación, a los anunciantes.
El fin de la verificación para convertirla en un servicio de suscripción, el bloqueo del servicio a varias cuentas de periodistas que investigaban al multimillonario sudafricano, despidos masivos que se convirtieron en caídas del servicio, la disolución del Consejo de Confianza y Seguridad que velaba por las políticas para moderar el lenguaje de odio, la explotación sexual y decenas de otros contenidos inapropiados dentro de la red y la salida de decenas de auspiciadores históricos quejándose porque sus anuncios ahora aparecían junto a mensajes que hacen apología al nazismo han sido solo algunos de los hechos que han ocurrido en la era Musk en estos últimos 2 años y que han significado la desaparición de lo que alguna vez fue Twitter.
X, por otro lado, es un experimento adolescente, un sitio que puede demandar a los avisadores acusándolos de boicot, donde su dueño puede hacer encuestas para decidir quien debe ser el CEO y donde Musk puede aparecer más frecuentemente en los mensajes recomendados —aun cuando se tenga bloqueada a la persona— simplemente porque el dueño quiere aparecer.
Y sin embargo, a pesar de que su cantidad de usuarios activos ha disminuido en casi 30 millones desde el 2022, de que el negocio hoy ha perdido el 70% de la valoración por la que compró Elon Musk (según estimaciones de la firma de inversiones Fidelity, quien formó parte del levantamiento de capital que tuvo que realizar el hombre detrás de Tesla para poder adquirir Twitter) y de estar en su peor momento de reputación, hay dos cosas que aun mantienen con vida a X: sin duda fue parte importante de la maquinaria informativa que ayudó a la reelección de Donald Trump y que le valió un puesto a Musk dentro del próximo gobierno de Estados Unidos y que todavía no ha aparecido ninguna otra plataforma que se le iguale.
Los sectores más radicales de la red vienen anunciando su éxodo desde hace tiempo y esta semana, una serie de personalidades públicas y medios como The Guardian ya están haciendo valer su palabra. Y la pregunta que cabe hacerse es, dónde se irá esta gente. Actualmente hay dos sitios que se pelean por convertirse en el hogar del exilio twittero: Threads y Bluesky. Pero ¿cuál de los dos podrá convertirse en el nuevo Twitter? O tal vez ¿será momento de dejar descansar en paz a esa etapa de la web y abrazar sus nuevos códigos?
Threads: Instagram disfrazado
Dicen que cuando la venta de Twitter se concretó en octubre de 2022, ya en noviembre de ese mismo año, el equipo de Instagram ya se puso a trabajar en lo que sería su propia aplicación de Microblogging. Adam Mosseri, el líder de Instagram, fue mandatado por Mark Zuckerberg, el jefe del grupo Meta, para poder quedarse con esa cuota de mercado.
Threads fue lanzada en Julio del año pasado, como una aplicación propia pero vinculada fuertemente al ecosistema de Instagram y de Meta. Esto les permitió correr con una gran ventaja por sobre otras aplicaciones similares, ya que contaban con una base de usuarios ya lista, a la que solo debían dar un empujón para unirse a Threads.
Y el experimento resultó: en solo un día se juntaron 30 millones de usuarios, convirtiéndose así en la aplicación de mayor crecimiento en la historia. Y a comienzos de este mes de noviembre, Mosseri revelón que la aplicación ya había alcanzado los 275 millones de usuarios.
Pero el inicio de Threads no estuvo exento de dificultades. Por ejemplo, el servicio tardó 5 meses en lanzarse en Europa, debido a cuestionamientos hechos por la Unión Europea respecto a la privacidad del servicio. Por ejemplo, inicialmente la cuenta de Threads estaba vinculada a la de Instagram de tal manera que, si querías borrar tu cuenta de Threads, también tenías que hacerlo con la de Instagram. Hoy eso no ocurre.
Pero sí es clave para entender no solo el rápido ascenso en la popularidad de Threads sino que también en el tipo de contenido que allí aparece y por qué, a pesar de tener los números, le falta mucho para ser lo que alguna vez quiso ser Twitter.
La estrategia de unir Instagram con Threads es muy útil para tener ese empujón inicial. De hecho, tu nombre de usuario y credenciales de Threads son las mismas de Instagram. Si te haces una cuenta inmediatamente vas a empezar a seguir a tus contactos que también tienen Threads e incluso hay contenido cruzado aun cuando no lo hayas querido hacer. Escribiendo esta nota me di cuenta de que muchos posteos que subí en Instagram llegaron como posteos a Threads de manera automática, quizás como una forma para mantener esa base de “usuarios activos”.
O mientras ves fotos en Instagram, es común que la app también te sugiera contenido subido a Threads, lo que te lleva a la aplicación y listo, todo logrado.
El problema que le veo a Threads es que a pesar de que técnicamente tiene todo para funcionar bien: puedes compartir fotos, videos, hacer encuestas, subir GIFs, textos de 500 caracteres, mensajes de voz e integración con el Feediverse, su base de usuarios no está allí para conversar, opinar, generar discusión o informar, sino que solo para ganar likes y buscar interacciones para alzar su contenido.
Los primeros meses de Threads fueron influencers, creadores de contenido, expertos en marketing y más hablando sobre como sacarle más provecho y lograr interacciones. Y ese flujo aun se mantiene. Threads podrá tener muchos usuarios, pero está lleno de granjas de likes, noticias que no son falsas para desinformar, sino que para generar comentarios y en general, una red que se siente aun más vacía que navegar por el carrusel de reels de Instagram.
Algo que pudo notarse en la noche de las elecciones de Estados Unidos y podrá notarse en las elecciones de Gobernador de este domingo, donde solo en X sigue la posibilidad de ir siguiendo un evento en vivo, mientras que Threads es una burbuja aun alejada de todo lo que pasa. En parte es por la falta de una sección de “Trending Topics” o de poder ordenar contenido por temáticas. Supuestamente esta semana Threads iba a subir su función para ir siguiendo feeds personalizados con temáticas, para ver si al menos eso genera la posibilidad de mejorar la calidad del contenido, pero cuando les digo que Threads es aun más vacío que Twitter, por favor créanme. Y eso es en gran medida porque creció desde una comunidad a la que le enseñaron que para destacar debe complacer a lo que el algoritmo le pide, que es básicamente como funciona Instagram y las redes de esta nueva era.
Bluesky: Twitter otra vez
Más allá de las similitudes estéticas con el antiguo Twitter —con todo y un ícono alado y celeste— el origen de Bluesky está íntimamente relacionado con la antigua red social. Bluesky nació como una iniciativa dentro de Twitter, liderada por su antiguo CEO y fundador Jack Dorsey, con la cual se estaba estudiando la idea de poder migrar el servicio, o al menos crear un sistema paralelo, pero de código abierto, para poder integrar mensajes de distintos proveedores, llevando así al siguiente nivel la idea de una plaza pública.
Es por eso por lo que, inmediatamente después de que se conociera la decisión de Musk, la opción de Bluesky se volvió una de las más conversadas para empezar a organizar el exilio. ¿El problema? Bluesky es un servicio pequeño y para finales de 2022 ni siquiera estaba abierto para todo público y había que acceder a través de invitaciones.
Fue recién en febrero de este año cuando el sitio se abrió a todos los usuarios, comenzando así su viaje como la alternativa a Twitter que simplemente quiere ser como era Twitter en un comienzo.
Y curiosamente, en este 2024 ha tenido dos eventos en los cuales se ha erigido, por voz popular, como el lugar a donde acudir cuando pasa algo malo en X. A finales de agosto, cuando un juez brasileño ordenó el cese de las operaciones de X por un juicio en el que se le requería entregar información de unos usuarios, Bluesky se convirtió en el refugio de la app. Así es como logró, en ese momento, su récord de actividad, ganando 500 mil usuarios en solo dos días.
Un flujo que cayó cuando X volvió a funcionar, pero que sentó bases para lo que se vendría.
El nuevo hito ocurrió hace unas semanas, cuando Elon Musk fue confirmado como parte del gobierno de Trump y con ello, la gota que rebalsó el vaso del ala progresista de X. Allí es cuando surgió la principal campaña de migración de usuarios hacia Bluesky que jamás ha existido, haciendo que finalmente Bluesky llegara esta semana a los 20 millones de usuarios.
Un crecimiento lento, comparado con lo que pasó con Threads, por ejemplo, pero que al menos sí tiene el interés de convertir a Bluesky en un nuevo Twitter, ya que los usuarios que llegan ahí son twitteros y efectivamente, añoran la experiencia clásica del sitio.
Algo que es posible que logren considerando que ya son cientos los sitios de noticias que están operando en Bluesky, sobre todo porque te permite utilizar dominios propios como nombre de usuario, lo que bien utilizado, ya es un sistema de verificación por defecto. Las cuentas de La Tercera y La Cuarta en Bluesky, por ejemplo, dicen Latercera.com y Lacuarta.com, y así se diferencial del resto de los usuarios, cuyo nombre aparece en el dominio de Bluesky.
Pero quizás el principal problema que posee la red en estos momentos es que es una experiencia demasiado similar a Twitter, pero cuando aun no era masiva. Estar en Bluesky es estar en el Twitter de 2010, cuando recién se armaba la comunidad, los contactos y la costumbre de conectarse.
Por ahora, Bluesky es un espacio dominado por la nostalgia de los tiempos mejores, como la necesidad de decirle que no a Elon Musk, pero cuando X sigue, al menos en su funcionalidad, siendo aun un lugar donde están presentes fuentes oficiales, reporteros y ciudadanos mostrando la realidad. Y mientras ninguna de las alternativas se muestre como algo mejor, distinto y adictivo, como son siempre los servicios de Internet que les va bien, por mucho que se esté en contra de como está siendo manejada la red de X, es todavía el lugar por defecto para seguir lo que está pasando en vivo en el mundo, aun cuando haya que navegar de vez en cuando entre mensajes de odio, racismo y las noticias más falsas que se hayan imaginado.
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