Reseña de 'Mickey 17': trabajando hasta morir

Reseña de 'Mickey 17': trabajando hasta morir

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Mickey, interpretado con una conmovedora ineptitud por Robert Pattinson, es un tipo simpático y no muy brillante que se apunta a una expedición espacial y termina en el lugar equivocado en el momento equivocado por razones absurdas.

En Mickey 17, la más reciente locura de Bong Joon Ho, el mundo es a la vez terroríficamente familiar y completa y agradablemente chiflado. Bong es el cineasta surcoreano más conocido por Parásitos, una feroz comedia lanzada en 2019 que se centra en las relaciones de clase y que no perdona a nadie, incluidos los espectadores, cuyas risas acaban convirtiéndose en jadeos de horror visceral. Pocos cineastas pueden cambiar de estado de ánimo y de tono con tanta suavidad como Bong, o tienen una manera tan conmensurablemente flexible de manejar el género. Nunca sabes qué esperar en una de sus películas, salvo lo inesperado, aunque siempre es bueno suponer que, en algún momento, aparecerá algo monstruoso.

Con una historia que comienza en 2054, Mickey 17 sucede en un futuro incómodamente reconocible que le sostiene un espejo agrietado al presente. Es una historia muy divertida y a la vez muy seria sobre los ganadores y los perdedores ostensibles y sobre cómo, cuando los avariciosos del dinero se ven obligados a luchar por el poder, los héroes lo pasan mal. Ese es el caso del infortunado protagonista, Mickey, un tipo con una sonrisa confusa y un cartel de "patéame" pegado en la espalda. Interpretado con una conmovedora ineptitud por Robert Pattinson, Mickey es un tipo simpático y no especialmente brillante que, luego de apuntarse en una expedición espacial, se encuentra en el lugar equivocado en el momento equivocado por razones absurdas. Él tiene la culpa, más o menos.

Bong escribió el guión, una adaptación de la novela de ciencia ficción de Edward Ashton de 2022, Mickey7. La ciencia de la película es bastante mínima considerando este tipo de historias futuristas; incluye una impresora potenciada con la que Mickey se familiariza íntimamente durante sus enloquecidas aventuras en el espacio interior y exterior. Tras una desastrosa aventura empresarial, él y su irresponsable amigo Timo (Steven Yeun) han huido de la Tierra para trabajar en una nave espacial dirigida por Kenneth Marshall (Mark Ruffalo), un congresista convertido en líder de una secta megalómana a cuyos acólitos les gustan los gorros rojos. Marshall y su esposa, una aterradora mujer escurridiza, Ylfa (Toni Collette), planean colonizar lo que él cree que es un nuevo mundo deshabitado, un "planeta de pureza" blanco como la nieve.

Para cuando has comprendido del todo qué pretenden Marshall e Ylfa, quiénes y qué son, la nave ya está en el planeta, y Mickey ha muerto --16 veces, para ser exactos-- en su papel como "prescindible" de la nave. Utilizado para probar virus y otras amenazas, Mickey se somete a pruebas brutales, y acaba muriendo en el trabajo solo para volver a ser reimpreso de manera idéntica. Como en cualquier actualización de software, hay errores, además de contratiempos rutinarios. Al inicio de la película, Mickey 17 acaba de caerse por una grieta del planeta. A Timo, que está cerca, no le interesa rescatar a Mickey quien, al fin y al cabo, es prescindible. Lo único que Timo quiere saber es: ¿qué se siente morir?

Es una pregunta que a los demás en la nave les gusta hacerle a Mickey, lo que se suma a la melancolía que se cierne sobre esta película incluso durante sus momentos más alegres y carnavalescos. Al igual que él, Bong tarda un poco en mostrar plenamente sus cartas. En cambio, trabajando con rapidez, presenta este futuro con su característico estilo visual, destellos de belleza, espasmos de violencia cómicamente expresada y una calidez palpable que atenúa los giros más miserables. También ofrece a Mickey un romance a bordo con Nasha (una encantadora Naomi Ackie), una agente de seguridad que se convierte en su protectora, un romance que caldea la historia. Nasha es normal, justa y sincera, y ayuda a humanizar a Mickey. Bong a menudo juega con las muertes de Mickey para obtener risas, pero quiere que las sientas.

Y las sientes, a veces profundamente, entre los flashbacks, las piruetas, los montajes alegres, el trabajo de cámara errante y las imágenes de un Mickey tras otro siendo desechado como basura. Estas escenas pueden ser muy lúgubres, pero tienen un toque extrañamente divertido gracias a la ligereza de Bong y al fatalismo inexpresivo de Mickey. Uno de los puntos fuertes subestimados de Bong es que es muy bueno con los actores, y el trabajo que él y Pattinson hacen con la voz del personaje y su comedia física de payaso mudo es crucial para lograr el tono expansivo de la película. Los Mickeys van y vienen, pero al que más llegas a conocer es al número 17. Tiene un quejido nasal distintivo (como el de Adam Sandler) que, a medida que el humor da paso a la angustia, se convierte en un llamado a la decencia.

Mickey es tan amable y aparentemente indefenso que es fácil ponerse de su lado, pero parte de lo que le hace simpático es que su desgracia no es una cuestión de mera predisposición o predestinación, como suele ocurrir en las películas estadounidenses. Mickey tiende a cometer errores, y no leyó todo el papeleo cuando se unió a la expedición pero, en realidad, ¿quién lee la letra pequeña? Estaba desesperado, debía dinero y necesitaba una salida rápida. Así que, junto con otros solicitantes en apuros, encontró una solución en una economía de mercado en la que todo, incluida la vida, tiene un precio. En este caso, el costo es un trabajo peligroso y explotador, equivalente, por ejemplo, a matar cerdos en un matadero. Salvo que Mickey es el cerdo.

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Bong mantiene activo el ritmo, y con tal agilidad que las ideas más pesadas de la película nunca la lastran. Abofetea en vez de machacar cuando aborda objetivos --el autoritarismo, los héroes de cómic, la vanidad del poder-- mientras mezcla juguetonamente estados de ánimo y estilos interpretativos. Como ha hecho en otros lugares, combina interpretaciones más naturalistas, como la de Ackie, con giros hiperbólicos, algo que Pattinson despliega a toda máquina más adelante en la historia. Colette, por ejemplo, enciende los brillos de Ylfa con sonrisas lobunas y agita unas uñas afiladas como cuchillos, mientras Ruffalo se agranda tanto como los dientes de Marshall. Sacando la barbilla y el pecho a lo Mussolini, Ruffalo da forma a una personalidad que oscila entre la fanfarronería hinchada y una necesidad patética.

Hay una inconfundible cualidad trumpiana en las personalidades exageradas de Ylfa y Marshall y en los lujosos aposentos a bordo de la nave espacial, una asociación que a veces se oye en algunas de las vocalizaciones de Ruffalo. Esto confiere a la película un toque de actualidad, aunque estas alusiones están metidas en una película repleta de muchas otras ideas e intereses; entre otras cosas, se trata de una película claramente a favor de los animales (como Okja, de Bong) con un agudo dardo antiviviseccionista. Mickey es efectivamente la rata de laboratorio de la expedición, a quien se sacrifica repetidamente en nombre del bien mayor, un tema que Bong subraya cuando la población residente del planeta de criaturas encantadoras y periódicamente alarmantes adquiere un mayor protagonismo.

Mickey 17 es, al igual que Parásitos, una historia profundamente inquietante sobre los que tienen y los que no tienen. Marshall e Ylfa viven en un lujo dorado sirviendo (¡qué asco!) carne sintética a unos pocos elegidos, mientras que la mayoría de los trabajadores caminan penosamente por pasillos lúgubres y se atragantan con raciones aún más grises. Al igual que la tripulación obrera del remolcador extraterrestre de la película Alien, el octavo pasajero, de Ridley Scott, Mickey, Nasha y el resto de los trabajadores se adentran en un territorio desconocido y peligroso. Habrá monstruos y, sí, sangre. También habrá amor, bondad, camaradería, heroísmo y sacrificio en una película que coquetea con la desesperación apocalíptica, pero también --porque Bong es un idealista y uno de los grandes cineastas de la actualidad-- te eleva a los cielos.

Mickey 17Clasificada R por monstruos (humanos). Duración: 2 horas 17 minutos. En cines.

Manohla Dargis es la crítica de cine principal del Times. Más de Manohla Dargis

Fuente

Infobae.com

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