Sam Altman, de OpenAI, y Masayoshi Son, de SoftBank, son la nueva pareja de poder de la IA

Sam Altman, de OpenAI, y Masayoshi Son, de SoftBank, son la nueva pareja de poder de la IA

En su palacio recién construido cerca de Tokyo, flanqueado por estatuas de piedra de emperadores romanos y rodeado por un campo de golf de 18 hoyos, Masayoshi Son estaba inquieto. Después de declarar durante años la inminente llegada de la revolución de la inteligencia artificial, el director ejecutivo de SoftBank Group se la había perdido.

“No he sido capaz de hacer nada”, pensó, según un discurso que dio a los inversores de SoftBank el año pasado. “¿Puedo envejecer así y morirme?”.

Resultó que lo único que necesitaba era un nuevo chico de oro. Y ahora Son, que tiene un historial de engancharse a carismáticos fundadores de startups, lo ha encontrado en Sam Altman.

En lo que sería la mayor inversión de la historia en una startup, Son se dispone a invertir hasta US$ 43.000 millones en OpenAI de Altman en un par de transacciones. SoftBank está en conversaciones para invertir entre US$15.000 millones y US$ 25.000 millones en el fabricante de ChatGPT como parte de una ronda de financiamiento de US$ 40.000 millones, según informó el jueves The Wall Street Journal. La ronda valoraría a OpenAI en hasta US$ 300.000 millones, casi el doble de su valoración en octubre y una señal innegable de la confianza de Son en sus perspectivas.

Además, el conglomerado japonés de tecnología e inversiones ha comprometido US$ 18.000 millones para Stargate, una empresa que construirá centros de computación en la nube para OpenAI, según personas familiarizadas con el asunto.

Para Altman, que viajaba a Tokyo el jueves, la alianza le proporciona un respaldo con mucho dinero en un momento crítico. La relación de su empresa con Microsoft, su mayor inversor hasta la fecha y socio tecnológico exclusivo desde hace tiempo, se ha ido deteriorando debido a que OpenAI sostenía que no recibía suficiente potencia de computación en la nube. Y el mundo de la IA en general se ha visto sacudido por la llamativa llegada de DeepSeek, un desarrollador chino de modelos de IA baratos y de uso gratuito, que ha desatado el escepticismo sobre la estrategia de OpenAI de gastar mucho en tecnología patentada.

El compromiso de Son con OpenAI y Stargate garantiza que la empresa de Altman dispondrá de una amplia capacidad de computación en la nube en los próximos años, al igual que ha puesto fin a la parte de exclusividad de su acuerdo con Microsoft. Y al liderar una ronda de financiamiento que sería la mayor de la historia de Silicon Valley, Son respalda con entusiasmo el plan de Altman de seguir gastando grandes cantidades de dinero en sistemas de IA de vanguardia.

“Para todos nosotros, la era de la IA representa una oportunidad única para ayudar a construir un futuro mejor, más seguro, más saludable y más próspero”, escribió Son en un mensaje de correo electrónico ampliamente distribuido el jueves.

Ese mismo día, en un acto organizado por su empresa en Washington D.C., Altman elogió la tecnología de DeepSeek como un “gran trabajo” y enmarcó su aparición en la competencia de Estados Unidos con China.

“Esto nos recuerda el nivel de la competencia y la necesidad de una inteligencia artificial democrática para ganar”, afirmó.

Un gran jugador

Los planes de Son para OpenAI eclipsan sus mayores apuestas. Las fortunas de este CEO amante de las deudas y adicto al riesgo han sido una montaña rusa desde que emergió como una fuerza en la década de 1990. Una apuesta temprana por Alibaba y Jack Ma fue un punto culminante, mientras que una inversión fallida de US$ 16.000 millones en WeWork y su cofundador Adam Neumann, fue un ojo morado.

Los últimos años de Son han sido turbulentos. Los US$ 130.000 millones que invirtió a través de la unidad Vision Fund de SoftBank -teóricamente destinada a empresas de inteligencia artificial- se tradujeron en unos rendimientos globales mediocres. Mientras tanto, SoftBank no invirtió pronto en ninguna de las empresas de IA generativa que han definido el frenesí de los últimos dos años.

En cambio, fue la compra por US$ 32.000 millones en 2016 de Arm Holdings, una empresa de diseño de chips, la que se convirtió en la gallina de los huevos de oro de SoftBank. La empresa se disparó en el halo de la fiebre de la IA después de que SoftBank volviera a cotizar en el Nasdaq en 2023. Las acciones de Arm se han triplicado desde entonces, y la participación de SoftBank vale más de US$ 140.000 millones, un activo que da a Son un amplio margen de maniobra financiera.

Pedir prestado contra su participación en Arm sería una forma de financiar OpenAI para SoftBank, que en septiembre tenía unos US$ 30.000 millones en efectivo y se ha comprometido a mantener un gran colchón a mano. También podría vender algunos activos, como sus participaciones en T-Mobile y Deutsche Telekom, por un valor conjunto de US$ 27.000 millones, según FactSet.

SoftBank ha mantenido las primeras conversaciones con posibles prestamistas para ayudar a financiar sus inversiones en OpenAI y Stargate, dijeron personas relacionadas con las conversaciones.

Un bromance floreciente

Altman, uno de los recaudadores de fondos más carismáticos y consumados de Silicon Valley contemporáneo, habló con Son sobre inversiones que se remontan al menos a 2017, cuando dirigía la incubadora de startups Y Combinator. Altman se reunió con Son en Tokyo, tras lo cual el jefe de SoftBank propuso invertir en algunos de los negocios de Y Combinator. Las conversaciones fracasaron porque Son quería invertir en cantidades más grandes de lo que los líderes de Y Combinator sentían que su negocio podía manejar, según personas familiarizadas con el asunto.

Más recientemente, los dos han hablado de varios proyectos en los que SoftBank y OpenAI podrían trabajar juntos, incluido un posible esfuerzo para construir chips de IA en todo el mundo.

A lo largo de 2024, Son se convirtió a la visión de Altman. El director ejecutivo de SoftBank pronunció un discurso en octubre en el que se deshizo en elogios hacia la tecnología más reciente de OpenAI y dijo que recientemente había preguntado a ChatGPT cómo convertir 10 millones de yenes en 100 millones de yenes, aunque no compartió su respuesta con el público.

Ese mes, SoftBank puso US$ 500 millones en una ronda de recaudación de fondos de US$ 6.600 millones para OpenAI, aunque Son había querido una participación mayor, dijeron personas familiarizadas con el asunto. Al mes siguiente, SoftBank lanzó una oferta pública de adquisición de acciones por valor de US$ 1.500 millones para comprar las acciones existentes a los empleados de OpenAI.

Mientras tanto, el jefe de SoftBank había estado buscando la forma de hacer una apuesta gigantesca por la IA. Hace meses, se decidió por el impulso del centro de datos, según una persona familiarizada con las deliberaciones, razonando que SoftBank podría aportar grandes cantidades de dinero en efectivo y conexiones con las principales empresas tecnológicas.

Tras la victoria electoral de Donald Trump en noviembre, los planes para Stargate empezaron a cuajar como una forma de conjugar las necesidades de SoftBank y OpenAI. Altman trajo al presidente de Oracle, Larry Ellison, cuya empresa ya estaba ayudando a poner en marcha un centro de datos en Texas para que OpenAI lo utilizara con la bendición de Microsoft.

En una rueda de prensa realizada en enero con Trump en la Casa Blanca, los fundadores de Stargate dijeron que destinaban US$ 100.000 millones a la empresa y que pretendían gastar hasta 500.000 millones en los próximos cuatro años.

OpenAI y SoftBank se comprometieron inicialmente a aportar unos US$ 18.000 millones cada uno a Stargate, y se espera que gran parte del dinero de OpenAI proceda de la ronda liderada por SoftBank, según personas relacionadas con el asunto. Se espera que Oracle y el fondo de Emiratos Árabes Unidos MGX también aporten dinero. El valor del centro de datos de Texas también se contabilizará en los 100.000 millones iniciales.

Aún les quedan miles de millones por conseguir.

-Traducido del inglés Pulso.

Fuente

LaTercera.com

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