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Alfredo Casero: “No puedo entender que haya gente que no quiera un cambio profundo”

Alfredo Casero: “No puedo entender que haya gente que no quiera un cambio profundo”

El actor y comediante cree que el gobierno de Javier Milei tiene "un potencial enorme" y confiesa los encuentros que tiene con el presidente en el que hablan más de perros que de política. Un Casero auténtico que, en la antesala de su tour nacional con "Cha cha cha", habla de su madre y del peronismo, que recuerda cuando estuvo detenido en tiempos de dictadura y cuando tiró una tortuga de un noveno piso

Hace más de 32 años llegó a la televisión argentina un programa de humor disruptivo y único: Cha cha cha. Tres décadas después, Alfredo Casero volvió con el mismo universo, pero esta vez sobre las tablas. La adaptación teatral que encarnó junto a Fabio Alberti fue un éxito, y pronto trascendió fronteras. Antes de seguir con la gira por Europa, el humorista habló con Infobae: su infancia, su historia de vida, y también las repercusiones de sus últimas internaciones médicas.

Después de un multitudinario último show en el Teatro Metropolitan, comienza con un tour por varias provincias de nuestro país. “Haber metido 45.000 personas en un teatro del centro para mí fue increíble, hemos trabajado mucho, y es hermosa la comunidad de gente que nos elige”, cuenta el actor.

Se propone cumplir lo que más ama hacer: generar carcajadas. “El humor es una cosa que entra por las terminales nerviosas, o sea que hay que entrar por los oídos, por los ojos, y por la energía que cada uno tiene, para recibir o para dar, y a mí me gusta que la gente se cague de la risa”, define.

Alfredo Casero revive el espíritu de Cha Cha Cha en una exitosa gira teatral por Argentina y Europa (Agencia Coral)

—No te vas a levantar e ir, ¿no?

—No, no, acá no hay gente. El problema son los lugares donde uno está ahí tratando de decir cosas importantes y no se puede ni hablar.

—¿Te enojaste en serio ese día en el programa de Esteban Trebucq?

—No, en realidad fue una protesta a la falta de respeto. No porque yo sea una persona respetable, sino simplemente porque estaba trabajando ahí. A mí me importa un pedo la rutina que tengan en el lugar. Si me invitáas, estamos hablando con vos, otro está tocando la batería y me tengo que hacer el boludo, yo no puedo. Se me va la cabeza. Tengo una concentración muy especial en lo que estoy pensando, no en lo que estoy diciendo. Y luché toda la vida con eso.

—¿La cabeza va más delante de lo que estás diciendo?

—Sí, en mi caso sí, bastante más adelante.

—Cuando te levantás en un programa, ese o alguno anterior, ¿tiene que ver con eso?

—Sí, si vos me invitas a hablar con vos, yo necesito concentrarme para pensar en lo que voy a decir. Si tengo gente alrededor y sonido negro me es imposible hablar.

—¿Qué es el sonido negro?

—Lo que proviene de una persona que le importa tres carajos que estás ahí, que se cree más que vos. Yo no me lo banco y soy capaz de tirarle algo. No me importa quién sea.

—¿Te agarraste a piñas muchas veces?

—Sí, me agarré a piñas muchas veces. Pero de joven, ahora no, ahora tercerizo.

—¿Qué quiere decir tercerizar?

—Que si alguien me pega veo la manera que vaya otro a defenderme.

—¿Lo hiciste alguna vez?

Sí, con abogados. Ya no me meto en quilombos. La forma que un hombre se defiende es secreta, igual que con la mujer que anda, o que anduvo.

—¿Pero mandaste a alguien a agarrarse a trompadas por vos alguna vez?

—No, no soy un mafioso. No le pegaría a nadie. Pero muchas veces si veo a alguien que tiene una mala intención trato de ir al fondo para ver por qué. Soy más conciliador, pero no me aguanto la prepotencia ni la mentira.

—Qué susto nos pegamos hace poco con la operación, que estaba programada, pero se hizo todo un runrún.

—Es un invento absoluto. Lo que demuestra que hay todo un aparato para mentir. Porque, ¿qué ganaban con decirme que me estaba muriendo si no era verdad?

—¿Dijeron que te habías muerto?

—Sí, la otra vez que estuve internado también, me mataban a cada rato.

—La otra vez que estuviste internado fue complejo, pasaste por muchísimas operaciones. Ahora era algo programado.

—Sí, cagada tras cagada. Me gasté la cadera chivateando y me tenían que poner una prótesis. Ahora ya estoy bien.

—¿Qué sentiste cuando la gente se asustó tanto por tu salud?

—Estoy agradecidísimo a la gente, y más ahora.

La despedida de Cha Cha Cha será en el Movistar Arena (Agencia Coral)

—Hay una comunidad Cha Cha Cha que te ama. ¿Por qué no hay un Cha Cha Cha hoy en la tele?

—Porque la tele no existe más, y Cha Cha Cha tenía una forma de ser distinta. Hoy hay otros programas. Hay que ver qué es lo que la gente va a seguir. Fueron años de tratar de hacer mi programa y tener que comparecer delante de gente que no tenía la menor idea de que eso iba a durar 30 años, como ningún otro programa duró. Y es muy jodido decirme que no, porque yo voy a demostrarte que sí.

—Si te llaman para hacer Cha Cha Cha en la tele hoy, ¿qué les decís?

—No, ya no lo haría ahora.

—¿Y es verdad que en diciembre hay una despedida en el Movistar Arena?

—Sí, el 15 de diciembre vamos a hacer una despedida de Cha Cha Cha, pero antes vamos a Europa. Nos ha ido muy bien en Madrid, Málaga, Valencia, y Mallorca, que es mi casa.

—¿Te gusta llevar Cha Cha Cha a España?

—Me gusta que haya gente en todos lados que quiere vernos, que tengan curiosidad, sobre todo que me conocen de otras cosas, y no solo por mi faceta de putearme con los kirchneristas.

—¿Tuviste miedo alguna vez de que el público no te entienda?

—No, nunca traté de pelotudo a mi público.

—¿Hay algo de lo que hayas hecho cuando miras para atrás que decís “esto hoy no lo volvería a hacer”?

—No, me encantó todo lo que hice, malo o bueno. Y nunca hice nada malo.

—¿Hay alguien con quien no volverías a trabajar?

—Con Julio Chávez, que ya lo dije y lo mantengo. No creo que exista más la posibilidad de que trabaje con él.

—Con el resto con todos volverías.

—No sé, puede ser que con alguno más.

—Trabajaste con Benjamín Vicuña.

—Sí. Él imita muy bien el cerdo, lo hace igual y es muy gracioso.

—¿Benjamín imita a los cerdos?

—Sí, sí. A los cerdos.

—Sabés que la próxima nota que tenga con él le voy a pedir que lo haga.

—Posiblemente lo haga. Es muy gracioso y medio mirón. Yo tenía una novia en ese momento y es medio mirón.

—O sea, ¿una novia que tenías vos se te fue con Vicuña?

—No, no se fue con él. Yo estaba con una chica sueca que era muy linda y él iba a hacerse el galán con ella. Pero Benjamín ni se debe acordar, y yo lo quiero. Es un divino. Me hizo reír acordarme de esto porque algún día se lo iba a decir cagándome de risa, que después me di cuenta. Pero estoy acostumbrado a tener mujeres lindas y que alguno que otro vaya a hacerse el galán.

—¿Decís que de alguna manera te alabó el ego que Vicuña se quisiera levantar a la sueca que estaba con vos?

—No, no se la quiso levantar. Él ni siquiera lo habrá tomado en cuenta, porque a mí me pasa también, de ver una mujer con ojos lindos, mirarla y darte cuenta de que está el marido y decirle: “Discúlpeme, es que es muy linda”. Alguno lo toma a mal, pero estoy siempre presto a mandarlo a la mierda, porque eso es lo normal. Vos no podés negarle a otra persona que tome atributos suyos para hacerlo feliz.

—La sueca se quedó con vos, no se fue con Vicuña.

—Sí, pero después se fue a Suecia. Y yo no la iba a seguir, porque cuando fui me pegué un embole infernal. Estaban buenas todas las mujeres, pero un plomo absoluto.

—¿Y qué opinas del escándalo entre Wanda Nara y la China Suárez?

—Es todo periodismo al pedo, no me sirve absolutamente de nada ni a mí ni a nadie. Igual que el precio de las empanadas. Es una sarta de pelotudeces. Un montón de gente hablando mal de la China porque se coge a quien quiere, y todo el mundo tiene derecho a hacer eso. Y a Wanda Nara me gustaría conocerla. Algo debe tener una mujer con un montón de chicos. Es un espíritu inquieto. La hermana también es preciosa.

—Te gustaría conocerla, ¿en qué contexto?

—No sé, verla un día. No sé si tendría algo, porque es un peligro. Sabe cómo manipular a los hombres. Como todas las mujeres, pero ésta sabe perfectamente, y elige. L-Gante me dio mucha pena que estuviera preso porque tiene una nena chiquita y por una pelotudez de creerse un matón.

—¿Y Mauro Icardi?

—No sé quién es Icardi. Sé que es un jugador de fútbol, que es lindo, que tiene cara cuadrada y una raya en el pelo. Pero no sé quién es, no sé nada de fútbol. Te lo juro.

—¿No te gusta el fútbol?

—No, no me gusta.

—¿Y cuándo juega la Selección lo ves?

—Un poquito miro. A veces me gusta si juega con Uruguay o con Brasil.

—Pero una final de Mundial sí.

—Sí, creo que sí.

—No pasan por ahí tus pasiones.

—Para nada.

—¿Y por dónde sí?

—La mecánica, el campo, los animales, los perros, la música, el agua, el mar, los barcos. Mi visión es renacentista, y en mi caso, que hice la televisión, sé que necesitamos de esa máquina para poder hacer, y la electricidad que proviene de máquinas. A mí me gusta la belleza y plasmarla de alguna manera, incluso cuando pinto. No puedo parar de hacer cosas.

Casero habla de su pasión por la mecánica, la música y el arte, y de cómo estas actividades lo definen (Candela Teicheira).

—¿No parás nunca?

—No, porque sino no puedo tener 19 años adentro, que son los tengo.

—¿Cuando estuviste jodido de salud tampoco paraste en tu cabeza?

—No. Lo puteaba a Jorge Rial, estaba intubado y lo puteaba.

—¿Por qué lo puteabas?

—Porque se metió en política cuando es un chimentero. Lo terminaron destruyendo.

—¿Te gustan los programas de espectáculos?

—No. No sé de quién hablan. En la televisión todas las mujeres son rubias. Todo el mundo grita al otro. No se entiende nada.

—Ni Intrusos, ni LAM, ninguno.

—No sé en qué canal está cada uno. Le tengo cariño a Ángel De Brito porque ha venido a verme al show, porque nos quiere.

—¿Él lo sabe?

—Sí, claro. Él lo ha dicho. Es un tipo que me quiere.

—¿Por qué no te querría?

—Porque es más negocio no querer a alguien y que esa persona entre en conflicto. Forma parte del mismo juego.

—Uno puede querer a alguien y no pensar en todo como esa persona.

—Por supuesto, y me pasa constantemente. Tuve más del 50% de la gente en contra en este país, que me puteaban por la calle, me cancelaron teatros, me cancelaron para laburar. Con la micromilitancia tenés que darte cuenta que uno es amigo, y de pronto te da vuelta la cara.

—¿Gente cercana también te hizo eso?

—Sí, hasta el que me vende los pasajes. Le escribí: “Necesito un pasaje”, y me contestó: “Viva CFK”, y me dijo que no me iba a atender.

—¿El de la agencia de turismo?

—Sí, increíblemente.

—Y te costó otros vínculos.

—Muy profundos y menos profundos, pero sí, mismo ahora que salí a hablar por Manuel Adorni.

—Hablemos de Adorni. ¿Dijo que serías un buen vocero?

—No, lo dijo en joda cuando una vez fui a la Casa Rosada a verlo, y pasó por delante de todos esos periodistas que preguntan.

—Está muy bien que los periodistas estén ahí y pregunten.

—A mí me gustaría que estuvieran los que en realidad se van a bancar que un tipo como Adorni los tire al piso. No es fácil estar adelante de Adorni. Maneja una dialéctica importantísima, y también tiene un cerebro arriba de 120. No es joda. Es realmente una persona muy inteligente.

—¿Y por qué te reuniste con él?

—Para decirle que yo iba a decir eso, y para agradecerle, fue una reunión por varias cosas. Y me reuní a veces con el presidente también.

—¿Con Milei ya en el ejercicio de la presidencia?

—Sí, lo conocía de antes también.

—¿Y por qué te reuniste?

—Hablamos de perros, y de otras cosas, pero no tanto de política, sino de los hechos que proceden de esas políticas. Sino yo sería idiota o militante. Lo mío no es militancia. Es más, todos los de La Libertad Avanza son una sarta de pendejos que me pegan constantemente. Me encontré una vez con el Gordo Dan y ni me saludó. Hay una pelea de egos entre ellos. Yo ya soy famoso, ya pasé eso. Me tendrían que dejar que diga lo que quiera, pero hay pendejos que no tienen ni la menor idea de quién soy. Me encanta que escriban mierda.

—¿Te gusta el tono en las redes de este Gobierno? ¿Combativo, fuerte?

—Me parece perfecto. El otro gobierno no hacía más que mentirnos y ponernos adelante psicópatas y psociópatas. Mentirnos en la cara y pagar para que la media diga exactamente lo que ellos quieren. No puedo entender que haya gente que no quiera un cambio profundo. No digo que Milei sea la persona que va a hacer el cambio, pero creo que tiene un potencial enorme, el cual Donald Trump está tomando. No pasa lo mismo con España, que está en verdaderos problemas oscuros, y no se los va a poder sacar de encima por el gobierno de mierda que tiene, que sube impuestos. Nosotros ya lo vivimos. Se están kirchnerizando y lo están aceptando de a poco.

—¿Te ofrecieron alguna posición en el Gobierno?

—No, nunca me ofrecieron nada. Pero igual yo no estoy capacitado para trabajar ahí. Soy un mecánico.

—Y ese encuentro con el presidente Milei, ¿lo incentivaste vos?

—Yo lo conocí a Milei cuando puteaba en varias radios. Cuando les dijo a los diputados que si proponían la Fiesta del Chorizo con pelo, ellos votaban eso. No sé si alguien se da cuenta del horror que hemos pasado. Pero también todo el mundo de alguna forma militó para que no le peguen, para quedar bien con otro, para no perder los amigos. Yo no puedo, a mí me exaspera.

—¿A qué te referís con que todo el mundo militó? ¿A favor del kirchnerismo?

—Sí. Así no lo hicieran de manera directa, la forma que reaccionó mucha gente ante la mentira, con una especie de atenuante, eso es hacer lo mismo que mentir u omitir.

—¿Pero por qué todo tiene que ser blanco o negro?

—Porque este mundo ahora es blanco o negro. Y porque ellos pusieron una cosa que era blanca o negra. Gente que te tira mierda en la calle, que te balea el auto, o que no te dejan laburar.

—¿Te balearon el auto?

—Sí. Un idiota.

—¿Cómo fue?

—Un tachero que se dio el gusto de tirarme con un aire comprimido. Todavía tiene el balazo el coche. También tenía otra camioneta, me aflojaron las ruedas del auto. Son micromilitancias.

—Una cosa es la militancia y otra cosa es el delito.

—Micromilitancia. Era lo mismo que hacían los Montoneros, la gente idiota piensa que los Montoneros eran un grupo, y no, eran cuatro pibes que hacían una cagada, escribían “Montoneros, Viva Perón”, y después salían en una revista que se llamaba El Descamisado, que era celeste.

—¿Te parece lo mismo la militancia kirchnerista que Montoneros?

—No, pero cuando enarbolás te convertís en eso. Y en realidad esa mierda llega a los más jóvenes, que le creen esas mentiras tan grandes. Yo soy viejo, y la mentira de lo que pasó en la década del ‘70, junto a mi historia personal, la cual nadie preguntó, hace que tenga una posición muy clara. Yo la he pasado muy mal, como para que venga una mujer con problemas mentales que gane el poder y quiera destruir la Argentina. No lo voy a permitir.

—Decís que nadie te preguntó tu historia, ¿me la contás?

—Nadie me preguntó. Nadie pensó que yo puedo tener una historia, a nadie se le ocurrió pensar en lo que yo sufrí. Si estabas en la calle te tenías que cuidar el culo. Yo estaba en la calle, siempre estuve en la calle. Eran todos universitarios con el culo cuidado, excepto alguno que otro que cayó. Y a los pibes les dicen que ‘eso’ era la juventud maravillosa, y eso no era la juventud maravillosa. Mi mamá era directora de un jardín de infantes y tenía dos colimbas en la puerta. De un jardín de infantes. ¿Qué juventud maravillosa? Fue gente de mierda. Al igual que los militares que les daban a un cabo que no tenía séptimo grado la posibilidad de que entrara a una casa a violar a la gente, que se robara las cosas. Fue una guerra. Fue un estado de guerra y opresión total, como para que vengan unos idiotas a hablar de una cosa que no saben. Axel Kicillof no tiene ni idea. Muchos de ellos no tienen ni idea. Cristina Kirchner vivía en la concha de la lora, no sabía lo que era vivir en Buenos Aires ni estar cerca de donde era el poder. La mayoría de las veces cuando les preguntas qué hicieron el 24 de marzo de 1976 tienen que pensarlo, y yo no me olvido más. Cuáles eran los autos que andaban, cómo te dabas cuenta que era policía, si eran de una brigada, si eran encubiertos, o si eran de uniforme.

—¿A vos te detuvieron alguna vez?

—Sí. Me cagaron a trompadas en un edificio de la calle Moreno.

—¿Policías?

—Sí, a dos cuadras del Departamento de Policía. Con un amigo, y éramos chicos. Había una mujer que la estaban cagando a trompadas en otro lado con un chico chiquito.

—¿Y cómo siguió? ¿Te dejaron ir ese día?

—No, pasamos dos días en calzoncillos sentados en el piso.

—En la comisaría.

—No, no era comisaría. Era un séptimo piso, un departamento que estaba todo tapiado.

—¿Por qué?

—Porque sí, porque les caías mal. Yo porque usaba una campera verde loro que tenía una inscripción, y tenías que vestirte de una manera para no llamar la atención del patrullero. Mucho de eso no lo saben todos estos estúpidos que enarbolan una cosa que fue terrible. Y el peor problema no fue en la época de los militares, sino la época anterior, en el ‘73, ’74, que yo tenía 12 años y vi cómo hicieron mierda gente, cómo se llevaron gente. Sé cómo eran las camionetas que se llevaron y a dónde iban. Se reían de mí porque lo decía, porque son ignorantes. Si le pregunto a Estela de Carlotto si estaba en la calle realmente no, no lo sabe. Le he preguntado a gente que está en el movimiento de derechos humanos, y no lo saben porque no estaban en la calle. Todavía hay policías de 80 años que tienen buenos recuerdos de su jefe y salieron a hacer mierda gente, pero lamentablemente se les dio importancia, enarbolando a los peores como mejores.

—¿Vos militabas en esa época?

—No, pero iba a una Unidad Básica que quedaba en Mansilla entre Gallo y Sánchez de Bustamante. Nos pasaban el Súper ratón, Flipper, en 35mm, y después Perón. Y Perón, y más Perón. Perón era la juventud, Perón eran los obreros, Perón era la economía. Por eso terminé siendo un peronista, pensando que Perón era Buda. Sin pensar que todos los budistas que estaban ahí estaban cagando a Perón, la idea de Perón. Nunca me pareció viable ni cierto. Y era también un estudioso cuando chico.

—¿Esa Unidad Básica era de la JP?

—Sí, no había otra cosa más que la JP. Y los jóvenes iban ahí porque se cogía, porque iban las chicas de la Facultad.

—Había mucho encuentro social que se daba en la militancia.

—Claro, eso se daba en un lugar social.

—¿Y tu mamá tenía militares en el jardín de infantes?

—Sí, había que tener cuidado. Y eso no me lo puede negar nadie, porque fue la verdad. El peor problema fue entre los peronistas, porque los que matan a Rucci no son los militares, e incluso antes los peores eran esos. Se movían en Fairlane negros del ‘70.

—¿Creés que están al mismo nivel hoy cuando ves las responsabilidades, que hay un sector de la sociedad que plantea que reabramos las causas de Montoneros?

—Claro.

—¿Y pensás que deberían ser delitos de lesa humanidad?

—Sí, porque era tener al pueblo amenazado. Militancia o muerte. Bajar al subterráneo y tener que salir por una puerta y salir por otra, sacar a la gente porque no tenían salida. El 12 de noviembre del 77, la oscuridad terrible de la guerra con Chile, que pasaban los helicópteros a la noche y tiraban bolsas de harina donde veían luz. Todo eso se han olvidado. ¿Y de qué hablan? De las empanadas de Darín. Alguien tiene que mantener eso vivo. Y yo lo viví, pero nadie me lo pregunta. Tal vez sos vos la primera.

—A mí me parece interesantísimo.

—Y no mentiría ni sacaría de contexto porque me juego la credibilidad. Fue así. Nos cagaron a palos y yo no podía creer cómo me pegaban, cómo me cagaban a gomazos sin parar.

—¿Tuviste miedo?

—No, yo estaba con un odio de la san puta y era un chico loco. Pensaron que me iban a matar, porque esa era la idea. La idea era que no valía un carajo la vida de la gente. Por eso no me banco cuando vienen a enorbolar algo que no vivieron.

—A muchos de ellos les desaparecieron hijos, Alfredo.

—Bueno, está bien, pero estoy hablando de la gente que manda, que estaba arriba, pero nunca lo vivió. Nunca vivió lo que nosotros vivimos en Buenos Aires en la calle.

El actor revela detalles de su relación con el público, su visión sobre la política y su vínculo con Javier Milei (Maximiliano Luna).

—Te reíste del precio de las empanadas.

—No me reí, me pareció patético. Y lo que dijo Darín también. Pero yo lo entiendo, porque la serie está hecha por el tipo de las vacunas, Sigman. Entonces es normal que por agradecimiento no se ponga en contra de la gente. Tiene todo el derecho de mundo de decir lo que se le canta el ojete. Nadie puede decirle nada a Darín. Si él paga 48 lucas las empanadas y alguien que vende a 48 lucas la docena de empandas, allá el que las compra y allá el que las vende. A mí me molesta que eso haya sido una comidilla durante casi cuatro días. Con lo del Papa estuvieron doce días. La información es importantísima para la gente mayor, que ve la basura que constantemente le están metiendo en la cabeza.

—A vos no te enoja lo que dijo Darín.

—Me chupa un huevo lo que diga Darín.

—Te enoja que hablemos de eso durante cuatro días.

—Me parece que hablar durante tres, cinco días, dos horas, del precio de las empanadas es una estupidez, y una pérdida de tiempo.

—Y los actores que eligen no manifestarse políticamente, ¿qué te generan?

—Está bien, pero en algún momento como pasó con Darín, salta la liebre.

—Pero Darín durante el kirchnerismo fue muy crítico del kirchnerismo.

—No lo sé. No lo vi de esa manera.

—Preguntó públicamente de dónde salían los fondos de Cristina (Kirchner).

—Cada uno sabe lo que dijo. No puedo trazar un parámetro entre lo que él dijo y lo que yo dije. Yo sé perfectamente lo que dije. No puede ser que los que brindan servicios en la televisión no vean la importancia de qué le comunican a la gente.

—¿No hay contenido hoy para vos que sea interesante o profesionales interesantes en la televisión?

—A mí me gusta una que se llama Yanina Latorre. La mujer de un futbolista, que es más mala que la mierda.

—Sabés perfecto quién es Yanina Latorre.

—No, no sé. Sé que es una rubia que está ahí, pero no me interesa quien sea. Te lo juro por mi vida que no sé. Si me preguntás, solo sé que es la mujer de un futbolista, y qué futbolista no lo sé. Me he sentado en la mesa de Mirtha Legrand y he estado con personas que no conozco, y hay que tener cuidado porque a lo mejor puede haber un hijo de puta muy simpático.

—Yanina es brillante.

—Pero eso no significa que no sea brava.

—Muy. Ella te gusta.

—Me gusta, sí.

—¿Y quién te gusta para novia del presidente?

—No lo sé. A los hombres nos gustan diferentes tipos de mujeres. No puede elegirte otro una mujer para vos.

—Ya fueron Fátima y Yuyito.

—Fátima Flores es la que hace imitaciones, es muy buena.

—¿Vamos por Graciela Alfano?

—¿Por qué Alfano? Alfano es mi novia.

—¿Ah sí?

—Sí, eterna.

—¿Tuvieron alguna vez una salida?

—Sí, nos fuimos a tomar café con leche con Carlitos Balá.

—Ok. ¿Ella sabe que es tu novia?

—No.

—Se está enterando también.

—Claro. Si vos supieras la persona inteligente, preparada, graciosa y que sabe de matemáticas como es Alfano, realmente sería muy interesante.

Alfredo Casero con Tatiana Schapiro en Infobae (Maximiliano Luna).

—Te voy a hacer algunas preguntas random que nunca te hice y quiero conocerte más, ¿sos un hombre que extraña cosas?

—Sí.

—¿Qué?

—Amigos muy queridos, perros muy queridos, situaciones muy queridas. Esposas. Amores. Sí, extraño. Quien no extraña es raro.

—¿Te tirás las cartas?

—Soy un amante del Tarot.

—¿Le has tirado las cartas a alguien?

—Sí. Me gusta mucho porque no es como la gente cree. No es algo adivinatorio. En realidad te deja a vos el libre albedrío.

—La interpretación.

—Sí. La interpretación de una carta no es solamente eso sino lo que sucede en vos para el futuro por lo que vaya a ser. Simplemente es un reflejo de lo que puede ser, o no.

—¿Tomás decisiones ayudado por las cartas de Tarot?

—No, jamás. No me da el tiempo. Las tengo que buscar [risas].

—¿Sexo a la mañana o a la noche?

—A la mañana muy rico y también a la noche. Me gusta no tener horarios.

—¿A qué famoso bloquearías de WhatsApp?

—Tengo que ver cuántos tengo bloqueados, pero son infinidad.

—¿Tenés famosos bloqueados?

—Sí, creo que sí.

—¿A quiénes?

—Muchos políticos.

—¿Qué es lo más ridículo que hiciste por amor?

—Escribirle un poema en latín a una mujer que le chupó un huevo.

—¿Escribís en latín?

—Algunas veces, pero también me pasa que tengo que ayudarme. Tengo un diccionariazo.

—Y ella no le dio ni bola al poema en latín.

—Ni bola. Creo que cuando era chico era poeta. Hay cosas escritas que son muy lindas. Las canciones que hice, muchas son escritas por mí, e ignoradas, porque la poesía prácticamente está muerta. Hoy hay gente que dice tenés que ponerte en cuatro y tocarte el culo.

—Me queda clara tu opinión de la música de estas nuevas generaciones.

—No, hay música muy buena. Me parece bárbaro lo que hicieron Catriel y Paco Amoroso. Con un swing de la san puta y de una calidad de la san puta, producido por uno de los mejores, Bizarrap.

—¿Cuál es el defecto que más te molesta de los demás?

—Soy muy vulnerable a que me mientan, porque me pasa que mentir es el doble de trabajo, y yo soy muy práctico.

—Hay que sostener la mentira después.

—Y es un plomo. Para ser un mentiroso tenés que ser una persona inteligente, y ya no hay mucha gente. La mentira me molesta. Todo lo demás lo combato. El arrogante lo dejo hecho un pedo.

—¿Qué pecado capital te representa mejor?

—Qué buena pregunta. He peleado mucho contra eso. La gula. He peleado toda la vida contra eso. Siendo gordo, pero también comiéndome situaciones y todo. Es esa desesperación.

—Tragar todo.

—Sí.

—Mandar todo para adentro.

—Sí, tiene que ver también con el hambre. Cuando sos chico y tenés hambre sos como un perro al que le tirás un pollo congelado y se lo traga.

—¿Y qué hambre había en tu infancia? ¿Hambre económica? ¿Hambre intelectual?

—Yo vivía con mi mamá solo y no teníamos un sope. Llegar a la heladera y que haya solo semillas del zapallo que quedó. Yo era chico y tenía hambre. Después cambié el hambre por el maltrato. Pasé por donde pasaron muchos de mi época, de una generación que vivió con una mina totalmente empastillada con anfetaminas, porque la mayoría de las madres nos cagaban a trompadas de una manera bestial porque tomaban anfetamina pura.

—¿Tu mamá te maltrataba?

—Era lo que se tomaba para adelgazar. Había que ser delgado. En mi casa estaba mi mamá, que tenía que tener cuidado porque se pasaba limpiando todo el tiempo, y estaba del bonete. Era mi mamá, y la cuidé lo más que pude toda la vida.

—El hambre afectiva cuando uno es chiquito te marca.

—Mi padrino fue mi sostén. Era un pibe que tenía tenía 20 y yo 10. Norberto Rezinovsky. Iba a todos lados con él.

—¿Pero tu mamá te abrazaba? ¿Había amor en esa casa?

—Nosotros éramos muy particulares. Yo soy abracero, pero con mi mamá era raro que haya abrazo.

—¿Sanaste eso?

—Sí, no me quedan secuelas.

—¿No?

—No, no me quedan secuelas fuertes. Me quedan más secuelas del bullying que pasé de chico en todos lados. Y de grande también.

—¿Por qué?

—Porque yo vivía en Avellaneda, y los pibes eran cachos de madera. No entendían nada. A mí me interesaban los trenes, las máquinas, los aviones, me gustaban las matemáticas, dibujar y hacer planos de cosas. Hicimos con mis amigos un primer paracaídas, lo probamos cuando tiramos una tortuga de un noveno piso y fue un éxito.

—¿Está viva la tortuga?

—Sí, todavía debe estar viva. Un paracaídas bien hecho, con ocho tiros. Después hice cohetería, empecé con los aviones, hice avioncitos. Y ahora los drones.

—¿Y con el bullying en esa época qué pasaba?

—Lo mismo que hoy, los que hacen bullying son ignorantes generalmente.

—Pero no tenías amigos, te dejaban de lado.

—No, yo era diferente y no me entendían. Hablaba diferente.

—¿Pero te agredían?

—Sí claro, con todo. Había dos o tres que no me olvido nunca más. Pero no les fue bien en la vida.

—¿Te agredían verbalmente o físicamente?

—Era muy común agredirse físicamente. Había uno que era el peor de todos, y yo me puse de novio con la hermana.

—Aprendiste de adulto a defenderte.

—Sí, y aprendí de sexo desde muy chico.

—¿Cómo es eso?

—Tuve sexo de muy chico.

—Esperá. Me decís “sexo desde muy chico” y te pregunto si no hubo una situación donde no hayas dado el consentimiento.

—Yo tenía 12 años, 13, por ahí. Y veía a los pibes que estaban a los 18 años con minas de 30. Y no había una situación de abuso, si estaba re buena la señora.

—Un chico de 12 con una mujer de 30 es una situación de abuso.

—¿De quién?

—De la señora.

—Te puedo asegurar que era mío el abuso. Por qué sería ella quien me abusa si a mí me encantaba esa mujer. Estaba enamorado.

—Pero vos eras un niño.

—¿Y después? ¿Acaso no tuve mujeres llevándome 15 años?

—Pero una cosa es ser mayor de edad…

—Tendríamos que ir más atrás todavía para ver a qué edad empieza a tocarse cada uno. Yo a los 10 años. Yo trabajé para enamorarme, y que la señora haya aceptado tiene que ver con que otra época. Las madres tiraban a los pibes a que se cogieran a alguna mujer para que se hicieran hombres. O sea, era otra época. No tenés ni idea.

—No, sí tengo. Lo que pasa es que hoy puedo pensar que eso estaba mal.

Hoy sí lo podemos pensar, pero ya pasó. Y no la pasé nada mal. Fue con una mujer que ya murió.

—Volvamos al presente. ¿Estás contento hoy? ¿Estás en un buen momento?

—Sí. Excepto que se me hundió una retroexcavadora en el barro. Me hice el canchero, quería hacer un agujero, y se me hundió. A mí no hay nada que me motive más que trabajar y hacer cosas que quedan. Cosas que veo que hice hace 10 años, de mecánica, y me encantan.

—Y el escenario sin duda también es tu lugar.

—Sí, me dio muchas amistades también.

—A fin de año te despedís de Cha Cha Cha en el Movistar Arena.

—Sí, que también va a ser una especie de crowdfunding, para terminar algo que hice. Quiero mostrar una película en los cines, que se llama Cha 3D Movie. Son dibujos animados con todo lo que hacíamos, y prácticamente nada de inteligencia artificial, todo a mano alzada.

—Sin inteligencia artificial y sin plata del Estado.

—Nunca, no lo necesito. Y no me pienso olvidar de nuestra historia como país, ni de mi propia historia.

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Infobae.com

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