Eduardo Mendoza: el nuevo Premio Princesa de Asturias a medio camino entre la memoria y el ingenio
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Eduardo Mendoza: el nuevo Premio Princesa de Asturias a medio camino entre la memoria y el ingenio

Mordaz e ingenioso, son los apelativos que más se repiten a la hora de referirse a la obra del español Eduardo Mendoza Garriga (82), el flamante ganador del importante Premio Princesa de Asturias de las Letras. En los últimos años, ha observado un mayor reconocimiento a su obra con el Premio Miguel de Cervantes (2016), el Premio Nacional de Cultura de Cataluña (2013), y anteriormente, el Premio Planeta (2010).
Oriundo de Barcelona, comenzó a publicar novelas siendo muy joven, y de hecho, su debut La verdad sobre el caso Savolta (1975), resultó tener una muy buena recepción, transformándose en un libro popular en su país, y ha sido considerada la primera novela de la Transición española.
En aquel libro, Mendoza retrató las tensiones que sacudían a España tras la muerte de Francisco Franco. Si bien, no es una novela política, el trasfondo de la dictadura y los cambios sociales posteriores si están presentes, al menos como una segunda capa. Todo con un estilo directo, simple, llano. De lectura amena.

Fue reconocido de inmediato como un escritor diferente, original, inteligente, pero él no quiso quedarse cómodo en ese sitio, y se fue corriendo hacia otros lugares. “Después de La verdad sobre el caso Savolta y tener que escribir otra novela del mismo género, que luego terminó por ser La ciudad de los prodigios, estaba encallado -comentó a El País, en 2024-. Siempre estoy leyendo varios libros a la vez, uno denso y otro tonto, uno de filosofía, de historia o ensayo, y una policiaca. Así que pensé en escribir una novela de estas para mí mismo, para desintoxicar, para cambiar y ocupar la cabeza en otra cosa. Me salió El misterio de la cripta embrujada y pensé que me encantaba escribir así. He ido alternando, pero este subgénero se ha ido comiendo al otro y me ha dado más lectores”.
Sobre lo mismo, comentó en charla en el sitio Cultura Badajoz: “Yo no tengo conciencia de cambiar de registro…[ríe]…escribo unas novelas más o menos ambiciosas, con una intención de cubrir una época y otras que son retratos al minuto, una foto instantánea de lo que está pasando ahora en la calle, y para eso utilizo otro lenguaje, que es la distancia que da el humor, el disparate, el esperpento, y no por ello me siento dos personas, no se trata de un caso del doctor Jekyll y mister Hyde".

En todo caso, si algo se repite en su literatura, es que a través de sus libros se puede observar el recorrido de España desde la Transición hasta nuestros tiempos. Así lo comentó en entrevista con el sitio literario Zenda: “Los de mi generación tuvimos la idea de que teníamos que contar la historia de la calle de España, que eran las novelas de Manuel Vázquez Montalbán, Juan Marsé, Javier Marías, que teníamos la necesidad de ir contando todo eso con el disfraz que fuera, en forma de novela policíaca o la que fuera, lo que iba pasando, porque estábamos viviendo una época de cambio. Éramos la generación del cambio, y eso es lo que vivimos”.
Sobre el uso de humor, uno de los recursos habituales en sus novelas, Mendoza explica que en realidad, es una herramienta para poder contar cosas de otra manera, quizás menos tórrida y menos compleja. “El humor tiene varias facetas. Una es el chiste y la ocurrencia, que tiene que estar y que es bonito porque a todos nos gusta -dijo a Zenda-. Y luego tiene el humor. La mirada. Muchos cuando hablan del Quijote aseguran que ese humor es flojo, porque son dos peripecias, los molinos y demás. Y que, además, es un humor de coscorrones, de slapstick. Pero el humor bueno del Quijote es la mirada que tiene sobre todo lo que existe a su alrededor: el honor, la caballería, España, las instituciones, los hombres y las mujeres. Este es el gran humor que posee. Y creo que este es el humor que sí permite contar muchas cosas que la seriedad no permite tanto. Lo permite, pero es otra cosa".

La académica María José García ensayó una definición global de la escritura mendociana en la Revista Chilena de Literatura. Así lo comentó en su artículo La memoria fabulada y la escritura de Eduardo Mendoza: “El mundo narrativo de Eduardo Mendoza acoge un abanico estético rico en matices coloristas desde el punto de vista de fondo y forma, que se ha proyectado en la bibliografía académica sobre el autor. Dada la heterogeneidad que caracteriza los textos de y sobre Mendoza determinar cuál es la pieza que mueve la maquinaria de su literatura es una tarea difícil de abordar. Sin embargo, se dilucida en las investigaciones que se acercan a la obra del barcelonés desde muy distintos objetivos, una comunicación, con mayor o menor evidencia, en la introducción de lo histórico como el cuadro de enfoque de la mirada mendociana. Ya sea desde el espacio, el tiempo o la construcción discursiva, las referencias a lo histórico, entendido como el pasado nacional, social y artístico, parecen ineludibles para el análisis de la obra del autor”.
“Él mismo afirma en el prólogo a La ciudad de los prodigios (1986) su propósito de “novelar la historia” (4) al que remitirán los distintos enfoques críticos. No obstante, este estudio pretende demostrar que, aun comportándose como uno de los elementos conformantes (aunque más como concepto abstracto que como aparato referencial), no es lo histórico la pieza clave que sostiene toda la narrativa –novelística, teatral y ensayística– de Mendoza sino otro elemento escasamente percibido: la memoria".

Lecturas para entrar en su universo
¿Cuáles son los principales libros de Eduardo Mendoza? Podemos mencionar La Ciudad de los Prodigios (1986). Situada temporalmente entre las dos Exposiciones Universales de Barcelona de 1888 y 1929, asistimos a las andanzas de Onofre Bouvila, un inmigrante paupérrimo, repartidor de propaganda anarquista y vendedor ambulante. Una historia de ascenso en una ciudad bullente.
También se puede citar a El año del diluvio (1992), en que leemos la historia de una monja, sor Consuelo, que busca salvar su hospital acudiendo a un poderoso señor local que termina seduciéndola. Combina humor, crítica social con una narrativa ágil.
Otro título es El misterio de la cripta embrujada (1978), es una novela policial, sin ser una novela policial, porque es un paciente psiquiátrico quien investiga las desapariciones de las alumnas del colegio de las madres lazaristas de San Gervasio. Una novela irreverente y que en parte engancha con la tradición de la locura presente en Cervantes.
Por último, nos podemos quedar con Sin noticias de Gurb (1991), una novela derechamente irreverente, cómica, y al mismo tiempo sólida. Nos relata la historia de un extraterrestre que viaja a la Tierra para recuperar a un compañero que ha desaparecido tras adoptar la apariencia de la cantante Marta Sanchez. Así, el alienígena nos regala su particular mirada de los habitantes de la tierra.
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