Egon Schiele, una historia poco común de esplendor y desgracia
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Egon Schiele, una historia poco común de esplendor y desgracia

Gustav Klimt murió el 6 de febrero de 1918. En la soledad de la morgue del hospital general de Viena, en plena epidemia de gripe, Egon Schiele fue el responsable de velarlo y le inmortalizó dibujando su rostro sin vida. Buscó tres perfiles diferentes. Le costó reconocerlo, los celadores le habían afeitado la barba y le dejaron un extraño bigote. Un mes después, el Pabellón de la Secesión consagró su 49ª Exposición al conjunto de la obra de Schiele. Tenía 27 años y se encontraba en la cima de su carrera. Era el heredero.
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