Imágenes por satélite han revelado qué le ocurrió a uno de los mayores arsenales de Rusia. Ahora entendemos el silencio de Moscú
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Imágenes por satélite han revelado qué le ocurrió a uno de los mayores arsenales de Rusia. Ahora entendemos el silencio de Moscú

El 22 de abril los satélites comenzaron a señalar un punto del planeta, un cambio solo perceptible a través de las imágenes desde el espacio ofrecía una primera pista de lo que estaba aconteciendo a unos 60 kilómetros de Moscú. A pesar de las condiciones meteorológicas de aquel día y la baja resolución de los datos ópticos capturados por el satélite Sentinel-2 de la Agencia Espacial Europea, los daños resultaban claramente visibles. Una explosión había “reventado” el 51º arsenal de la Dirección Principal de Misiles y Artillería del Ministerio de Defensa ruso.
Devastación total del arsenal. La confirmación visual se veía reforzada por imágenes de radar de apertura sintética (SAR) capaces de penetrar nubes y humo, las cuales mostraban alteraciones estructurales significativas en el núcleo del complejo. La comparación entre las imágenes tomadas el 14 y el 23 de abril indicaba que al menos 30 edificios destinados al almacenamiento de municiones habían quedado completamente destruidos.
Explosiones, evacuaciones y apagones. El día posterior a la explosión, las detonaciones secundarias aún continuaban, subrayando la magnitud del material almacenado. La fuerza del estallido obligó a evacuar ocho pueblos cercanos, mientras que 37 asentamientos quedaron sin suministro de gas. La localidad evacuada más alejada se encontraba a 4,5 kilómetros del arsenal.
Datos del sistema de monitoreo de incendios de la NASA también confirmaron la existencia de múltiples focos ígneos dentro del perímetro, coincidiendo con los análisis del experto en inteligencia (OSINT) M.T. Anderson, quien utilizó filtros adicionales para detectar puntos de calor y confirmar la destrucción masiva de la infraestructura.
Un arsenal estratégico. Entonces se empezó a conocer la magnitud de lo ocurrido. El 51º arsenal GRAU no era simplemente un depósito de municiones más. Como uno de los ocho arsenales principales que aún operaban en la parte europea de Rusia, su función era clave tanto en la distribución como en el mantenimiento logístico del armamento de Moscú. Tres de esos ocho arsenales ya habían sido destruidos durante 2024, lo que convertía esta pérdida en un golpe estratégico considerable para la cadena de suministro militar del Kremlin.
El arsenal estaba diseñado para albergar hasta 264.000 toneladas de material explosivo. Entre los restos encontrados tras la explosión se identificaron cohetes de 107 mm para lanzacohetes múltiples Tipo 63 de fabricación china, muchos de los cuales fueron grabados esparcidos por los alrededores por residentes locales, lo que sugiere que parte del material estaba almacenado a la intemperie y había sido entregado recientemente. La catástrofe, o el ataque, no solo comprometía la operatividad logística rusa en el conflicto ucraniano, sino que planteaba (una vez más) serias dudas sobre la seguridad de su propio arsenal en tiempos de guerra.

Un golpe autoinfligido. Ahora, y tras un estudio de todas las imágenes e información confidencial de la inteligencia del Ministerio de Defensa del Reino Unido, se ha confirmado que la causa del incidente no fue “externa”, sino una combinación de malas prácticas en el manejo de armamento y una gestión negligente del almacenamiento por parte de Rusia.
La investigación británica, de hecho, está reforzada por la propia declaración del Ministerio de Defensa ruso, que, en silencio desde el incidente sin ofrecer más datos, había atribuido el desastre a la “violación de los requisitos de seguridad” en la manipulación de materiales explosivos. Para Reino Unido, el suceso no es un caso aislado, sino el reflejo de una tendencia prolongada y documentada de "ineptitud rusa en el tratamiento de sus propias municiones", aunque eso sí, en este caso representa la mayor pérdida de arsenal autoinfligida desde el inicio de la guerra a gran escala en Ucrania.
Instalación estratégica. Ya lo decíamos antes. El depósito afectado era una instalación clave para el suministro bélico del Kremlin en el frente ucraniano y, según cifras de las autoridades ucranianas citadas por el Reino Unido, albergaba alrededor cientos de miles de toneladas de municiones, incluidos misiles balísticos, proyectiles lanzados desde el aire y sistemas de defensa antiaérea.
Imágenes satelitales verificadas por el medio Insider también revelaron que más de un kilómetro cuadrado del complejo fue afectado por las detonaciones, lo que sugiere esa destrucción masiva y prolongada, con incendios múltiples y una cadena de explosiones secundarias que, según videos difundidos en redes sociales, llegaron incluso a áreas civiles cercanas.
Patrón de errores. Además, no es la primera vez que el arsenal del 51º GRAU sufre incidentes de este tipo. Contaba Insider que en junio de 2022, medios estatales rusos informaron de una explosión espontánea durante operaciones de carga y descarga que costó la vida a cuatro personas. El patrón es consistente con la denuncia británica: una cadena continua de errores operativos y medidas de seguridad insuficientes que convierten a instalaciones críticas en puntos vulnerables dentro del aparato militar ruso.
La falta de disciplina técnica y de protocolos eficaces de prevención no solo ha generado pérdidas materiales cuantiosas, sino que también ha comprometido la seguridad de áreas pobladas en tiempos de guerra.
Consecuencias. Si se quiere también, el incidente da alas a la retórica de Occidente. El impacto de esta catástrofe trasciende lo material. La destrucción de uno de los principales depósitos de municiones rusos no solo debilita las capacidades logísticas inmediatas de Moscú en su ofensiva contra Ucrania, sino que refuerza una idea cada vez más sostenida entre los “alidos”: la de una potencia militar corroída por fallos estructurales, improvisación operativa y una peligrosa despreocupación por los estándares de seguridad más básicos.
Visto así, en plena guerra prolongada y con sus líneas de suministro bajo presión, perder decenas de miles de toneladas de armamento por negligencia interna constituye una derrota con varias lecturas.
Imagen | Maxar
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Miguel Jorge
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