La arremetida de Rio Tinto en el litio: una historia que empezó con “kryptonita”
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La arremetida de Rio Tinto en el litio: una historia que empezó con “kryptonita”

El primer encuentro de Rio Tinto con el litio fue de casualidad, al otro lado del mundo, en el oeste de Serbia, cuando sus exploradores descubrieron en 2004 un depósito llamado Jadar que contenía un mineral nunca antes visto al que llamaron jadarita, que combinaba sodio, litio, boro, silicio, hidrógeno y oxígeno, en forma de hidróxido de silicato de sodio, litio y boro. Lo increíble es que esa era la fórmula exacta de la kryptonita, el mineral ficticio que debilitaba a Superman. Era un mineral en cristales, pero blanco, no verde como el de la película.
Sólo 13 años después, en 2017, la minera angloaustraliana logró firmar un memorando de entendimiento con el gobierno serbio para sacar adelante el proyecto. En esos años, la gigante calificaba al litio como “componente esencial para la vida moderna y crucial para el progreso humano”, hablando de su uso para producir baterías de vehículos eléctricos, computadoras, teléfonos celulares, cerámicas, vidrios y lubricantes. Pero hoy esa iniciativa, que pretendía ser la mayor mina de litio de Europa, con una producción de 55 mil toneladas de carbonato de litio grado batería al año y un compromiso de financiamiento de US$2.400 millones, aún está en veremos, debido a la oposición medioambiental.
Un nuevo intento de incursión ocurrió en 2021, cuando empezó a producir litio a partir de roca estéril en una planta de pruebas en la mina de boro Boron en California, Estados Unidos. Pero con una capacidad de diseño máximo de sólo 10 toneladas anuales.
Y el primer esfuerzo real por entrar a jugar más fuerte en el rubro ocurrió en diciembre del 2021, cuando acordó la compra del proyecto de litio Rincón, en la provincia argentina de Salta, al fondo privado Sentient Equity Partners, en US$825 millones. “Esta adquisición está fuertemente alineada con nuestra estrategia de priorizar el capital de crecimiento en materias primas que apoyan la descarbonización”, dijo esa vez su CEO, Jakob Stausholm.
Es que pese a ser la segunda mayor compañía minera del mundo después de BHP, Rio Tinto no había tenido antes al litio como uno de sus minerales predilectos. La mitad de sus ventas globales provienen del mineral de hierro, el 24% de aluminio y el 16% de cobre, donde parte importante lo representa su participación accionaria del 30% en la mina chilena Escondida.
Pero en medio de la aceleración de la electromovilidad ocurrida en los últimos tres años, la compañía con sede en Melbourne y Londres le imprimió velocidad a su estrategia para engrosar su portafolio de Insumos de Batería. Y por llegar a acuerdos con potenciales clientes, como el que firmó con Volvo en septiembre de 2022.
Ese mismo año, empezó a producir concentrado de espodumeno, un mineral usado en la producción de litio, en una planta de pruebas en Quebec, Canadá.

Sin embargo, el gran salto ocurrió recién en octubre del año pasado, cuando Rio adquirió el total de las acciones de Arcadium Lithium por US$6.700 millones. Arcadium, resultado de la fusión de la estadounidense Livent y la australiana Allkem de enero de 2024, contaba con una capacidad de producción de 75 mil toneladas de carbonato de litio equivalente, que la ponía en el séptimo lugar mundial. En Argentina, Arcadium tiene proyectos de carbonato de litio en las provincias norteñas de Catamarca y Jujuy; en Estados Unidos, China, Japón y Canadá, cuenta con activos de hidróxido de litio, y en Reino Unido y Australia, de espodumeno.
Y sólo siete meses después dobló la apuesta en Chile, al ser elegido por Codelco para asociarse en la explotación del salar de Maricunga y por Enami en Salares Altoandinos.
Con operaciones y proyectos
En el primer trimestre de este año, Rio Tinto produjo 17 mil toneladas de carbonato de litio equivalente proveniente de las operaciones de Arcadium, focalizadas en Argentina. El año pasado, produjo un récord de 44.500 toneladas. Según de SQM, en 2024 Arcadium fue el quinto actor del mercado con un 4% de participación, por detrás de la propia chilena, con 17%, la estadounidense Albemarle (14%) y las chinas Jiangxi Ganfeng Lithium Co. y Tianqi Lithium Corp., con 6% cada una.
En Argentina, Arcadium producía litio desde 1992 en su planta Fénix, situada junto al salar del Hombre Muerto, en Catamarca, desde donde vendía carbonato de litio a empresas como BMW, Tesla, GM, Panasonic y LG. Con la compra de Arcadium, Rio Tinto heredó además las operaciones de Caucharí-Olaroz en Jujuy y Sal de Vida en Catamarca.
Así hoy cuenta con una cartera de proyectos de capital ya aprobados y en marcha que involucra recursos por cerca de US$5 mil millones.
El proyecto Rincón en Salta, aprobado en diciembre de 2024, consiste en una planta inicial de 3 mil toneladas, cuya construcción ya está terminada, y una de expansión de 57 mil toneladas, que debiera empezar a construirse a mediados de 2025, tras obtener el martes 20 de mayo la aprobación regulatoria vía Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI) en Argentina. Debiera empezar a producir en 2028 y en tres años llegar a su plena capacidad. Esta iniciativa considera una inversión de US$2.500 millones.

También está avanzando en el proyecto de expansión de su planta Fénix en Catamarca de US$700 millones para alcanzar una capacidad de 10 mil toneladas de carbonato de litio grado batería equivalente en 2027.
En Sal de Vida, en la misma provincia, invertirá US$700 millones para alcanzar en dos años una capacidad productiva de 15 mil toneladas de carbonato.
En Canadá, donde comparte con el gobierno de Quebec la propiedad del proyecto de hidróxido de litio Nemaska, espera producir 28 mil toneladas en 2028, con una inversión de acuerdo a su participación de US$1.100 millones.
A estos se suman los proyectos futuros de litio, donde se encuentran los chilenos, pero que incluyen también nuevas fases en Cauchari, Fénix y Sal de Vida en Argentina y Galaxy en Canadá, todos de Arcadium.
Porque pese a que el acuerdo con Codelco -donde la estatal chilena tendrá el 50,01% y Rio el 49,99%- es vinculante, se espera cerrar en el primer trimestre de 2026. Aquí Rio Tinto se compromete a invertir US$350 millones de financiamiento inicial a la nueva sociedad para estudios adicionales y análisis de recursos; US$$500 millones para la construcción una vez que se tome la decisión de llevar a cabo el proyecto, lo que debiera ocurrir antes del fin de la década; y US$50 millones si el joint venture entrega su primera producción de litio antes de que termine 2030.
Y con Enami, Rio Tinto pretende avanzar hacia un acuerdo vinculante lo antes posible, de manera de apurar los estudios conducentes a una decisión final de inversión. La angloaustraliana prevé aportes por US$425 millones en efectivo y en un activo: su tecnología de extracción directa (DLE, por sus siglas en inglés).
La presente apuesta de Rio toma es de largo plazo: de hecho, previó una tasa de crecimiento anual compuesta de la demanda superior al 10% hasta 2040, en el comunicado de su acuerdo con Enami, citando el informe de Benchmark Mineral Intelligence (BMI).
Es más, pese a la caída de más del 80% en los precios spot del litio este año respecto a sus máximos registrados hace dos años, Rio Tinto cree que todas estas operaciones del último año “se producen en un momento con un importante potencial de crecimiento a largo plazo para el mercado y la cartera, respaldado por una atractiva estructura de mercado y jurisdicciones consolidadas”. Como para olvidar la kryptonita.
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