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La lucha de Macri y CFK por sostener sus liderazgos en la Argentina de Milei

La lucha de Macri y CFK por sostener sus liderazgos en la Argentina de Milei

El jefe del PRO y la ex presidenta intentan resistir a un cambio de ciclo político liderado por el jefe de Estado. Acuerdos obligados en la provincia de Buenos Aires. Se agrava la disputa con Axel Kicillof Javier Milei y Mauricio Macri (Prensa Senado)

Le dijo “llorón”, que “está grande”, que “quizá deba entender que su momento pasó” y se regodeó con un video realizado con IA que circuló por las redes sociales durante la veda electoral. También los acusó de “amarillos fracasados” y de haber pactado con el kirchnerismo para hacer caer el proyecto de Ficha Limpia, y resaltó además que el perdedor era el que tenía que levantar por teléfono para saludar al ganador. Javier Milei dijo muchas más cosas sobre Mauricio Macri, antes y después de vencerlo en su casa matriz y dejar al jefe del PRO en una situación de extrema debilidad política. Aún así, desde España, el ex presidente utilizó su WhatsApp para comunicarse con el Presidente -no lo hacían desde febrero- y felicitarlo por el triunfo de LLA en la capital, y para intentar capitalizar la instrumentación de un acuerdo electoral en la provincia de Buenos Aires que un grupo numeroso de dirigentes del PRO ya planeaba ejecutar desde antes de la crisis partidaria desatada por la durísima derrota en la ciudad, con o sin aval del ex presidente.

Macri atraviesa horas determinantes para su futuro. Pelea, como Cristina Kirchner, para permanecer y sostener un liderazgo corroído en la Argentina de Milei y en la transición hacia una reorganización del sistema político.

Jaime Durán Barba, uno de los estrategas que más colaboró para que el ex presidente llegara a la Casa Rosada, dijo a mediados de semana que en la LLA ya “no lo necesitan” a Macri. “La gente de él, la más fanática, ya se fue con ellos, y la que no estaba de acuerdo con las ideas de derecha, ya se fue a otro lado”, aseguró el consultor.

Tal vez ese comentario del ecuatoriano, distanciado desde hace tiempo del jefe del PRO, explique la decisión de Macri de aceptar las condiciones planteadas por el Presidente después de una serie de humillaciones públicas, y congraciarse por su performance del domingo pasado. De “perdedor” a “ganador”.

La noche de la derrota, el ex presidente voló hacia España en un jet privado, furioso por el resultado, en medio de una batería de versiones en torno a la relación con Jorge Macri: según trascendió de altísimas fuentes, los primos, que tuvieron siempre un vínculo conflictivo, protagonizaron una discusión por la estrategia y la nacionalización de la campaña porteña. De los próximos pasos del jefe de Gobierno se desprenderá hasta qué punto está dispuesto a independizarse de la influencia de su primo sobre la administración local y su estrategia política de cara al 2027. También circuló que el jefe del PRO, antes de subirse al avión, le habría avisado a un colaborador de extrema confianza que debían analizar la colaboración parlamentaria del PRO con el Gobierno en el Parlamento. El mensaje de WhatsApp del miércoles pasado permite inferir que ese análisis ya fue saldado.

Mauricio Macri y Cristina Kirchner

Desde España, Macri se mantuvo en comunicación permanente con sus principales colaboradores, pero en el seno del PRO no cayó muy bien que viajara al exterior horas después de la derrota, más allá de los compromisos asumidos. “Macri tiene un hobby con la política. Cristina juega a tiempo completo, de manera profesional: postea en las redes, pero además juega”, comparó un diputado que sigue en contacto permanente con él. Hace algunos meses, un dirigente le planteó que pensara en la posibilidad de ser candidato en octubre, y que le “pusiera el cuerpo” a la campaña para evitar que su liderazgo entrara, como ahora, en una seria crisis. “No lo siento”, le respondió el ex presidente.

Hay dirigentes que se preguntan si con la derrota en la capital del domingo pasado el PRO quedó sumergido en una severa crisis política e identitaria, o si lo que colapsó fue el macrismo. Es decir, si es posible que el PRO sobreviva a esta nueva era, con una LLA que acaparó el espectro de la derecha y la centroderecha, sin un liderazgo nítido como el que Macri ostentó durante la última década. “Mauricio se equivoca cuando confunde el rol de líder con el de dueño”, sintetizó en estas horas un histórico asesor.

Es el debate que atraviesa a una buena cantidad de dirigentes, y a los dos gobernadores del PRO, de Entre Ríos y Chubut: la refundación de un nuevo proyecto, sin Macri.

El presidente Javier Milei (d), y la ex mandataria Cristina Fernández

La crisis de liderazgo del ex presidente quedó expuesta en estas últimas semanas, pero fue un proceso que empezó mucho antes, desde las elecciones de medio término del 2021, cuando Horacio Rodríguez Larreta festejó el triunfo de María Eugenia Vidal en la ciudad con Macri en segundo plano, a un costado del escenario. En el 2023, el jefe del PRO se inclinó por Patricia Bullrich en la interna partidaria mientras coqueteaba con Milei. Vencido primero Rodríguez Larreta, y la ministra de Seguridad después afuera del balotaje, Macri resolvió apoyar a Milei a través del famoso pacto de Acassuso, convencido de que el presidente le ofrecería una especie de asesoría permanente de gestión.

Cuando Macri entendió que Milei avanzaría sobre su liderazgo, recuperó la jefatura del PRO e intentó revitalizar el partido. Era tarde. En simultáneo, confirmó el distanciamiento con dirigentes con los que compartió más de dos décadas de relación, como Rodríguez Larreta o Néstor Grindetti. Furioso con el presidente de Independiente por su vínculo con Claudio “Chiqui” Tapia, el jefe del PRO posteó en noviembre pasado, a propósito del trofeo sudamericano que ganó el equipo rival del club de Avellaneda: “Siempre dije que Racing era mi segundo equipo”. Dentro del PRO lo interpretaron como un mensaje para el ex jefe de Gabinete porteño. ¿Fue también para Cristian Ritondo, que hace equilibrio entre su lealtad a Macri y la tentación de aliarse cuanto antes con el gobierno en la Provincia?

El ex presidente enfrenta ahora un desafío: tratar de imponer reglas y condiciones de cara al acuerdo electoral que Milei ya ordenó instrumentar en la provincia de Buenos Aires a través de dirigentes como Ritondo, Guillermo Montenegro y Diego Santilli, después de que el PRO fuera derrotado frente al candidato de Karina Milei, a quién denigró sistemáticamente en privado desde que se hizo cada vez más influyente en el nuevo sistema de toma de decisiones.

Los intendentes más comprometidos con Macri, liderados por Soledad Martínez, quieren negociar la letra chica del acuerdo en las elecciones provinciales de septiembre. Acordar con LLA, pero incluir en un mismo frente al radicalismo de Maximiliano Abad y a partidos vecinalistas. Montenegro y otros colegas como Ramón Lanús son menos pretenciosos: “Si el auto pintado de violeta funciona, no le agreguemos manchas amarillas”, dijeron desde uno de esos municipios. Diego Valenzuela, el primero en pegar el salto de manera oficial, estuvo el viernes con Milei en Olivos y chatea a diario con el jefe de Estado. El intendente incluso le llevó una boleta electoral para que se la firme.

Son escenas de la nueva reconfiguración del mapa político que Macri siguió esta semana con atención desde Madrid. Un escenario similar al que alguna vez protagonizaron Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde: la transición del duhaldismo al kirchnerismo, con intendentes del Gran Buenos Aires que cambiaron de carpa dentro del campamento del peronismo después de la elección del 2005, e inauguraron una nueva era bajo el liderazgo del expresidente patagónico.

En el principal bastión del peronismo, Cristina Kirchner ofrece una resistencia similar a la que protagonizó Macri en la capital, pero con una diferencia sustancial: ella sí está dispuesto a poner su nombre en una boleta con tal de mantener su liderazgo.

Cristina Kirchner y Axel Kicillof

No es la primera vez que la ex presidenta enfrenta un desafío a su conducción, pero sí es una novedad que esta vez el intento principal por disputarle la jefatura de esa facción del peronismo, cada vez más anclada en la provincia de Buenos Aires, proviene de su propio riñón, de un dirigente como Axel Kicillof al que ella moldeó e impulsó como posible sucesor.

En el 2013 había sido Sergio Massa -el vínculo con la ex presidenta se consolidó en los últimos meses-, que, en alianza con el PRO, le ganó a la lista K en la provincia de Buenos Aires, una campaña basada en una proclama en contra de la “re-reelección” de la ex presidenta. En el 2017, un grupo de sindicalistas, intendentes y ex funcionarios, con Florencio Randazzo a la cabeza, colaboraron con el macrismo para que ella perdiera en las elecciones de medio término en territorio bonaerense. Ese año, un grupo de gobernadores se alió a Cambiemos para impulsar, por ejemplo, el desafuero y la detención del ex ministro Julio De Vido, e intentaron una avanzada contra la conducción de Cristina Kirchner. “Cristina es un ciclo político concluido”, dijo públicamente Juan Manzur, uno de los voceros de ese grupo de gobernadores. El senador tucumano se convirtió en el último año en un delegado de CFK en la Cámara alta.

Pero a diferencia de Macri, y en paralelo a los intentos del sistema político por corroer su protagonismo, la ex presidente se enfrentó además con una andanada de investigaciones judiciales que la pusieron a la defensiva en los últimos años, y la obligaron a desplegar un discurso belicoso contra la corporación del Poder Judicial que la comprometió a presentarse sistemáticamente en los tribunales. En ese contexto, inauguró en nuestro país el término lawfare.

En el 2013, en un intento revanchista por avanzar sobre la Justicia, Cristina Kirchner envió al Congreso una serie de proyectos para “democratizar” el Poder Judicial, en el que proponía, entre otras iniciativas, la elección por el voto popular de los jueces e integrantes del Consejo de la Magistratura, el órgano encargado de la selección de los magistrados. El paquete de leyes, pionero en la región, naufragó en el Parlamento. El próximo fin de semana, una comitiva del peronismo entre los que figuran Juan Martín Mena, ministro de Justicia bonaerense y asesor judicial de CFK, tiene previsto viajar a México para supervisar y estudiar la elección popular de más de un millar de jueces y funcionarios judiciales en México, una reforma inédita que debuta en ese país con resultado incierto.

La caída de Ficha Limpia, que registró serios indicios de negociaciones subterráneas entre el Gobierno y el kirchnerismo a cambio de discrecionalidades en la comisión por el caso $LIBRA en torno a Karina Milei, dejó a Cristina Kirchner en condiciones de ser candidata nacional en octubre, aunque aún resta una definición de la Corte Suprema por el recurso presentado por sus abogados en el marco del caso Vialidad.

Según las últimas versiones, la ex presidenta tiene algo madurada su decisión de competir como legisladora bonaerense por la tercera sección electoral, la más populosa del conurbano, donde se concentra buena parte del voto cristinista.

En las últimas semanas, la disputa con Kicillof volvió a agravarse. El viernes, después de que Gerardo Zamora confirmara que Santiago del Estero tendrá un calendario concurrente al nacional, recrudecieron las presiones para que el gobernador revea su decisión de desdoblar las elecciones provinciales, convocadas para el 7 de septiembre. El viernes, en los estudios de Infobae en Vivo, el intendente Ariel Sujarchuk dijo, sonriente, que había hablado esa tarde del tema con “un importante diputado nacional allegado a la ex presidenta”, del que no reveló el nombre pero que no hacía falta ser mago para adivinar que se trataba de Máximo Kirchner. El intendente se mostró reacio a la decisión de Kicillof en línea con el cristinismo y La Cámpora, en especial por los resultados de las primeras seis elecciones desdobladas, en las que el peronismo cosechó una muy mala performance pero que tuvieron además un denominador común que inquieta al PJ: un descenso significativo de la participación electoral.

Mauricio Macri

No existen, sin embargo, indicios concretos de que el gobernador revea su decisión porque en esa definición electoral radica su principal posicionamiento: diferenciarse de Cristina Kirchner, que intentó modificar la decisión de su ex ministro de Economía.

La última semana, algunos dirigentes del peronismo bonaerense volvieron a tratar de acercar posiciones. Uno de ellos recibió de parte de emisarios del gobernador el siguiente mensaje: “No pierdas el tiempo”. Esa afirmación exhibe lo que circuló en estos tiempos dentro del kirchnerismo provincial: que es el gobernador el que no quiere acordar listas conjuntas de cara a la elección de septiembre. Impulsado por intendentes y funcionarios, y convencido de que tiene que dar le pelea por el liderazgo del peronismo K en esta instancia, y no esperar al 2027.

La pelea con el gobernador se libra no solo en territorio bonaerense: tuvo su propio correlato en la capital, que hoy tendrá a CFK en su primera reaparición pública desde marzo pasado. En comunicación con los jefes del PJ porteño, Cristina Kirchner avaló que le dieran un lugar entre los primeros cinco lugares a la legisladora Berenice Iañez, que renovaba su banca en la Legislatura, en la lista de Leandro Santoro. Cuando se enteró su hijo Máximo, enfureció, y ordenó bajarla de la boleta. Al final, la ex presidenta volvió a interceder y terminó en el noveno lugar. Entró al filo de los votos. El domingo por la noche, con el resultado consolidado y el peronismo en el segundo lugar, la diputada porteña y un grupo de militantes cantó en las inmediaciones del búnker, en Caballito: Ahí viene la Bere, qué loca que está... para todos los boludos que la quisieron vetar...”. Berenice responde a Kicillof y se fue de La Cámpora. Hay otra Iañez, que se llama Lucía, y que es la principal delegada del gobernador en la Legislatura provincial. No tienen ningún parentesco comprobado.

La ex presidenta monitorea la provincia de Buenos Aires, pero sigue el resto de los distritos en su condición de presidenta del PJ nacional. Los resultados de Salta y Jujuy, después de las intervenciones que dispuso, la colocaron en el centro de los cuestionamientos. ¿El peronismo empezó a acostumbrarse a perder? Es la pregunta que reina en ese movimiento. Surge también otra incertidumbre: ¿hacía donde va el peronismo?

Cristina trata de buscar respuestas. Hiperactiva, El mes próximo viajará a Corrientes, para apuntalar la candidatura de Martín Ascúa. El ex gobernador Ricardo Colombi, radical, no quiere saber nada con esa visita. Según trascendió, fue lo que le comunicó a Massa. El ex ministro se asoció ayer en esa provincia con el peronismo. El vínculo Massa-CFK está intacto.

Visitantes asiduos de CFK aseguran que tiene un discurso racional, que es consciente de las dificultades electorales que atraviesa el peronismo, y que es partidaria de recibir a dirigentes que sumen para capear la crisis. Un ejemplo son las negociaciones en Salta con Juan Manuel Urtubey para encabezar la lista de senadores en octubre: el ex gobernador, que fue muy crítico del kirchnerismo, ya mantuvo conversaciones con Oscar Parrilli.

El epicentro de su liderazgo se sitúa de todos modos en el corazón de la provincia de Buenos Aires. Es ahí, en la disputa con Kicillof, donde más daño puede provocarle al gobernador. También es el lugar dónde se va a dirimir su conducción. Cristina Kirchner no quiere ceder el poder de la lapicera, aunque nadie sabe de cuanta tinta dispone.

Fuente

Infobae.com

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