Por qué el victimismo de Trump no cuela: verdades y mentiras del déficit comercial de EE UU
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Por qué el victimismo de Trump no cuela: verdades y mentiras del déficit comercial de EE UU
La Administración de Trump tiene motivos legítimos para preocuparse por el déficit exterior. Estados Unidos lleva décadas acumulando balanzas comerciales negativas. Es un artefacto de relojería que podría acabar explotando si no se actúa. Sin embargo, las soluciones que plantea, basadas en aranceles, son, según el consenso de los economistas, erróneas y pueden agravar el problema. Un estudio que acaba de publicar Maurice Obstfeld, ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) y miembro del Peterson Institute, describe Los mitos y realidades del déficit comercial estadounidense. Este documento cuestiona los motivos tradicionales a los que se achaca tal desequilibrio, fundamentalmente la competencia desleal de otros países y la entrada en EE UU de una enorme masa de ahorro foráneo. Y argumenta que las razones de este agujero más bien residen en la economía americana: EE UU toma prestadas grandes cantidades del mundo para financiar un déficit presupuestario de sus administraciones públicas que inevitablemente lleva a un desfase con el exterior. “Ambos déficits, el presupuestario y el comercial, simplemente reflejan que los estadounidenses gastan más de lo que ingresan”, afirma Manuel Balmaseda, director del Instituto Español de Banca y Finanzas en Cunef.
El tipo de cambio influye
El ex economista jefe del FMI Maurice Obstfeld admite en su informe que la condición de reserva global del dólar sí que hace que se eleve algo su valoración, animando las importaciones y desincentivando las exportaciones. Además, esa ventaja provoca que, por su liquidez, sea más barato tomar prestado en dólares, reforzando aún más la moneda. Y tal conjunción causa un deterioro del saldo comercial, aunque a la vez permita financiarse a tipos más bajos. “El tipo de cambio está sobrevalorado”, subraya Antonio Merino, economista jefe de Repsol. Estos mecanismos sí que podrían estar causando un desequilibrio del entorno del 1,8% del PIB, según algunos estudios que tratan de aislar los déficits de sus determinantes por demografía, situación fiscal, renta, activos extranjeros o materias primas, entre otros. Pero están lejos de justificar por completo el déficit exterior del 4% del PIB que registra EE UU.
Aun así, el papel internacional del dólar procede precisamente de las características que apuntalan la prosperidad americana: la seguridad jurídica, una política monetaria independiente, unos mercados financieros abiertos, líquidos y profundos, una economía de gran tamaño y el mayor ejército del mundo. Y todas ellas, según Adam Posen, presidente del Peterson Institute, se están erosionando con las políticas de Trump.
Pese al riesgo de recesión, no todo es pesimismo. El economista Nouriel Roubini, que anticipó la crisis financiera, ha señalado que incluso si Mickey Mouse fuera el presidente de EE UU, su economía mejoraría el potencial de crecimiento a medio plazo debido al auge de la inversión en IA, algo que va a prevalecer sobre el impacto negativo de los aranceles y que, a su juicio, se terminarán desescalando. Cree que cualquier debilitamiento del dólar será gradual, ya que los inversores seguirán sobreponderando los títulos bursátiles de las tecnológicas estadounidenses.
La manipulación de las divisas, una acusación basada en que hay países como China que compran dólares para abaratar sus monedas, podría conllevar algún efecto en el déficit comercial. Pero estas adquisiciones de dólares también dejan gran parte del déficit sin explicar, indica Obtsfeld, y no se plasmaría en una apreciación permanente del dólar sin que haya cambios en los fundamentales macroeconómicos.
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