A pesar de que la pequeña pantalla sigue sin ser capaz de plantar cara a su hermana mayor, hay que reconocer que ir al cine se ha convertido en una actividad no del todo placentera por dos motivos muy puntuales: la malísima educación —o, directamente, la ausencia de la misma— de buena parte del público y unas condiciones audiovisuales que, en líneas generales y salvo honrosas excepciones, suelen ser tirando a deficientes.
Es por esto que, entre bombillas de proyectores con más horas de las recomendadas por el fabricante a sus espaldas y sistemas de sonido mal calibrados, cineastas como James Cameron se preocupen de que sus títulos se muestren al público en las condiciones óptimas; especialmente cuando su apartado técnico es tan delicado como el de la espectacular 'Avatar: Fuego y ceniza'.
De hecho, el realizador ha acompañado los DCP —Digital Cinema Package— de su nuevo largometraje de una nota en la que, además de agradecer a los técnicos de sala su labor como la última pieza necesaria para que el producto llegue a los espectadores, da especificaciones claras sobre las condiciones de encuadre, niveles de luz —algo crucial debido a la pérdida de luminosidad causada por las gafas 3D— o la salida de audio.
El texto, escrito en la infame tipografía Papyrus que tantas carcajadas nos provocó en el skit de Saturday Night Live, reza lo siguiente.
"Estimado técnico de la sala,
Mi equipo y yo estamos muy emocionados de entregarte 'Avatar: Fuego y ceniza' para que la presentes al público.
Junto al DCP se incluye un archivo de especificaciones de proyección y una tabla de encuadre, con información crucial sobre niveles de luz, configuración de audio, encuadre correcto, etc.
Por favor, revísalo y asegúrate de que los sistemas de imagen y sonido estén calibrados y listos. Yo mismo mezclé la película de forma responsable, para que se reproduzca perfectamente, con toda la dinámica entre las escenas de diálogo silenciosas y las grandes escenas de acción al estándar de referencia de 7.0. ¡Por favor, no lo pongáis más bajo!
Vosotros sois la parte final, pero de importancia crítica, de nuestro equipo para influir en cómo los espectadores viven Avatar: Fuego y ceniza. ¡Gracias de nuevo por vuestra dedicación!".
Está claro que, en pleno 2025, y con los últimos movimientos en la industria que parecen inclinar la balanza hacia el streaming, hay que cuidar la experiencia cinematográfica más que nunca, y eso empieza por la preocupación de gigantes como un James Cameron que no ha estado solo en esta causa. Desde hace décadas, han sido muchos los realizadores que, conscientes del general carácter descuidado de muchas salas de proyección, han optado por dar instrucciones detalladas sobre cómo presentar sus obras.
Uno de los casos más célebres nos remonta a 1975, cuando Stanley Kubrick estrenó su excepcional 'Barry Lyndon' con un decálogo de normas de proyección que hizo hincapié en la relación de aspecto de 1.66:1 —que tantos quebraderos de cabeza ha dado con las ediciones en formato doméstico—, la duración de las partes y el intermedio o los pies-lambert de luz que debía haber en pantalla —no más de 18 pero no menos de 15—.
Otro de los caos más comentados es el de David Lynch, que adjuntó una escueta hoja de instrucciones con las copias de 'Mulholland Drive'. En ellas pedía que se subiese el volumen 3 decibelios por encima de lo normal y que se ajustase ligeramente el encuadre superior de proyección en el eje vertical manteniendo la relación de aspecto de 1.85:1.
Terrence Malick hizo lo propio con su genial 'El árbol de la vida', echando flores a los proyeccionistas —a quienes califica como "los últimos artesanos de la exhibición cinematográfica"— en una carta que da detalles sobre los pies-lambert, la temperatura de color de la bombilla del proyector —5400 Kelvin— e, incluso, sobre el momento en el que deben apagarse las luces antes de que comience el espectáculo.
El maestro de la destrucción Michael Bay también se aseguró de que las proyecciones en 3D de 'Transformers: El lado oscuro de la luna' con otra de estas misivas, al igual que Wes Anderson, que adjuntó un extenso manual de instrucciones sobre cómo debía proyectarse 'El gran hotel Budapest' en lo que respecta a sonido, brillo de la imagen, relación de aspecto y encuadre de la proyección.
Puede que muchas salas de cine dejen bastante que desear, pero con autores preocupados por su obra y nuestra experiencia viéndola, —casi— siempre tendremos cubiertas las espaldas.
En mi caso, en lo que respecta a 'Avatar: Fuego y ceniza', recomiendo encarecidamente disfrutarla en 3D HFR —el 2D no tiene ningún tipo de sentido, de igual modo que el 3D no tiene sentido en largometrajes concebidos bidimensionalmente—, en una pantalla lo más grande posible —en mi caso fue IMAX con relación de aspecto de 1.85:1— y en unas instalaciones de confianza, ya que el brillo en pantalla es determinante para que los planos tengan una exposición correcta debido a la pérdida de luminosidad generada por las gafas 3D.
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La noticia
Que James Cameron tenga que dar instrucciones para proyectar 'Avatar 3' es muy revelador. Los cines no cuidan la experiencia, y muchos directores intentan cambiarlo
fue publicada originalmente en
Espinof
por
Víctor López G.
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