Sobrevivientes de las protestas contra Dina Boluarte denuncian abandono y secuelas psicológicas: “Me asaltan las ideas de no querer vivir más”
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Sobrevivientes de las protestas contra Dina Boluarte denuncian abandono y secuelas psicológicas: “Me asaltan las ideas de no querer vivir más”

Algunas personas que resultaron heridas siguen sin obtener justicia dos años después de haber sido afectadas durante enfrentamientos en varias regiones del país
Han pasado más de dos años desde que iniciaron las protestas contra Dina Boluarte, cuando ella asumió el cargo de presidenta el miércoles 7 de diciembre del 2022. Castillo, unas pocas horas antes, había intentado cometer un autogolpe de Estado, y el Congreso decidió vacarlo del cargo.
Cuando comenzaron estas manifestaciones, la premisa principal era conseguir la libertad de Pedro Castillo, quien en ese momento se encontraba retenido por tratar de imponerse a la ley.
Sin embargo, a medida que pasaban los días, y resultaban heridos ciudadanos que no estaban involucrados en esta medida de fuerza, el objetivo cambió a un rechazo al régimen de Boluarte, a pesar de que solo tenía días de vida.
Con los asesinatos de los protestantes en regiones como Puno y Ayacucho, ahora la manifestación se convirtió en un pedido de justicia por parte de familiares, amigos y pueblos enteros.

Ahora, en el 2025, muchos de ellos mantienen las heridas, tanto físicas, como psicológicas, que le dejó la protesta, la cual no apoyaban, en algunos casos.
Problemas físicos y de salud mental
Jhon Rusbel Canchari Martínez es un joven de 27 años de Ayacucho que, a pesar de haber sobrevivido a los enfrentamientos en las protestas contra Boluarte, su vida ha cambiado drásticamente.
“A veces me pongo a pensar en qué momento me volví este que soy. Y de pronto me asaltan las ideas de no querer vivir más”, expresó a Hildebrandt en sus trece. Él perdió la visión de un ojo debido a los perdigones que lo alcanzaron.
El día que Canchari fue herido, se encontraba en Huamanga, cerca de una cervecería, donde laboraba como estibador. “Yo trabajaba en la cervecería distribución. Una vez que cobró el dinero salgo hacia mi casa y por esa avenida empieza a gritar todos y a correr, están disparando, decía, corrí yo también sin saber a dónde y ahí me caen perdigones en la cara”, relató.
Desde entonces, su vida ha estado marcada por el dolor físico y emocional, sin recibir la atención médica o psicológica necesaria.

El impacto de la represión no solo afectó a los heridos, sino también a las familias de las víctimas. Raúl Samillán, quien perdió a su hermano Marco Antonio Samillán Sanga, un médico internista asesinado mientras auxiliaba a heridos, compartió su testimonio: “El dolor no cesa y se vuelve más fuerte cada vez que nos insultan, nos revictimizan y abren más las heridas”.
De acuerdo con el medio, la Defensoría del Pueblo contabilizó 900 heridos durante las protestas, de los cuales 65 presentaron impactos de proyectiles en partes superiores del cuerpo, cuando la norma sostiene que se debe disparar a cierta distancia, en un ángulo específico.
Diego Quispe, otro sobreviviente, vive con 100 perdigones en su cuerpo, luego de la manifestación en Juliaca, Puno. “Han pasado más de dos años de lo que me pasó y no estoy bien. Es bastante dura mi recuperación física y psicológica”, confesó al semanario.
Muchos heridos, como Quispe, no estaban participando en las protestas, sino que se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado.
La falta de atención médica y psicológica adecuada ha llevado a muchos de los heridos a situaciones extremas. Miguel Ángel Yucra, herido cerca de la nuca, intentó suicidarse debido a la gravedad de su estado y la falta de apoyo.

“Hay una gran impotencia de no poder llevar un pan a su mesa, de no poder trabajar”, explicó a Hildebrandt en sus trece, quien ahora es dirigente de la Asociación de Familiares de Víctimas y heridos durante las protestas. El gobierno, según el medio, no ha cumplido con las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para brindar apoyo a los afectados.
“Ya nos cansamos de seguir llorando, de pedir justicia, de luchar para que los responsables de este gobierno paguen por sus crímenes. Estamos muy solos”, afirmó Diego Quispe, por su parte, al semanario.
Hace menos de una semana, Boluarte viajó al Vaticano para participar de la entronización del papa León XIV. El Congreso de la República le aprobó el viaje, luego de que colocara a Eduardo Arana como presidente del Consejo de Ministros, con la venia del Fujimorismo, según Hildebrandt en sus trece.
Cerca estuvieron algunas personas que protestaban en su contra por los asesinatos en protestas. La Jefatura de Policía de Roma indicó que el personal de control de accesos a la Plaza de San Pedro interceptó a diez ciudadanos peruanos que intentaban ingresar a la zona donde se estaba celebrando la misa. Ellos portaban carteles en contra del gobierno dela mandataria.
“Diez ciudadanos peruanos fueron interceptados por personal de seguridad cuando intentaban llegar a la zona de la plaza de San Pedro portando carteles y otras pancartas con mensajes de protesta contra las autoridades gubernamentales de Perú”, señaló el comunicado policial. El descontento sigue persiguiendo a Boluarte, aunque pase el tiempo y viaje a la Santa Sede en busca de una bendición.
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