Amaia reinventa el concepto de estrella pop: la historia de un encantamiento
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Amaia reinventa el concepto de estrella pop: la historia de un encantamiento
Nada más terminar el concierto más importante de su todavía corta carrera, ocurrió que se desactivó la tensión y todo derivó en un divertido descontrol. Instrumentistas corriendo por los pasillos emitiendo eufóricos gritos, técnicos abrazándose, responsables del escenario tomando fotos para el recuerdo… Los 30 músicos que habían participado sumados a otros 40 encargados de la intendencia: 70 personas alegremente desatadas. Ahí estaba también la protagonista, Amaia, participando de la fiesta, brincando. “Fue media hora de locura absoluta por los pasillos de detrás del escenario”, apunta Abril Saurí (Barcelona, 23 años), la batería de la banda. Ocurrió el pasado 23 de febrero en el recinto Movistar Arena, en Madrid, en el último recital que ha ofrecido la artista navarra. “Es el concierto más multitudinario de mi vida”, anunció la protagonista desde el escenario. Surgieron momentos brillantes en este espectáculo de dos horas, pero uno especialmente mágico. Amaia se colocaba en el centro del escenario y comenzó a cantar Tengo un pensamiento. A pesar de ser actualmente la canción más popular de su repertorio y de que sus seguidores la recitan sin pestañear, el público permaneció en silencio durante las primeras estrofas. Que no se oiga ni respirar a una masa de 15.000 personas en un concierto de pop resulta no solo insólito, sino también sobrecogedor. Se creó un momento íntimo propio de un teatro, pero en un escenario inmenso.

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