Agustín Rada: “Soy un gurú de los ataques de pánico, los viví. A veces falta algo químico en la cabeza”
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Agustín Rada: “Soy un gurú de los ataques de pánico, los viví. A veces falta algo químico en la cabeza”

Es el actor del momento, el más buscado. Habló de los ataques de pánico que sufrió y de su tratamiento psiquiátrico y abrió una puerta que muchos agradecen. Por qué su novia duerme en el sillón con los perros. Cómo es el ensamble con su ex mujer y sus hijos, su novia y los perros de todos. Vacaciones en Disney y fiestas de cumpleaños. El estudiante eterno cada día más famoso y más premiado
Es un gran momento profesional y personal para Rada, único. Acaba de terminar de filmar Parque Lezama con Juan Jose Campanella y está grabando dos seri’es más, Envidiosa y una que aún no puede revelar. A Agustín Rada Aristarán lo conocemos como actor, como mago, como standapero, como conductor de televisión y también como músico. En la obra de teatro Chanta logra una síntesis de todas sus capacidades histriónicas, de todos sus talentos, de todos los Rada.
– Soy mago, esencialmente, no se deja nunca la magia. No es solamente una profesión, es un hecho artístico y también es un hobby, por eso hay tanta gente que hace magia y hay un comercio grande de la magia.
– ¿Eso significa que vos jugás a hacer magia?
– Sí, ahora estoy estudiando una técnica muy antigua de hacer un truco de magia específico que posiblemente no la haga nunca en público, pero lo hago más por el placer de aprender.
– ¿Si compartimos un cumpleaños no es que vas a hacer desaparecer cosas?
– No, soy el mago, socialmente hablando, más amargo de todos. Hago poca magia socialmente porque hago magia desde que tengo uso de razón también como profesión.
– ¿Y las “gracias” sociales?
– Me mantengo con un vaso de vino, con una conversa. No soy el centro de la fiesta. Nunca lo fui. No es “vino Rada y nos vamos a cagar de risa”.
– ¿Qué pasó cuando eras chiquito y te regalaron una caja de magia?
– Me puse a jugar. Lo que quiero explicar es que no soy como la gente piensa que soy.
– “Soy un amargo”, jajajaja.
– Soy muy agradable. Soy buena onda, pero estoy más tranquilo.
– Suele pasar eso, de mí se esperan noticias en cualquier momento.
– Claro. ¿Y qué opinas del dólar? Y así todo el tiempo. Y soy bastante más vergonzoso de lo que la gente cree.

– ¿Es difícil eso para alguien a quien le gusta estar en el escenario?
– No, porque el escenario es otro lugar. En la vida soy un poco más tímido, no es que sufro. Pero sí, estoy más tranca.
– ¿Cuando te regalaron la caja de magia decidiste meterte para siempre?
– Lo que pasa es que yo en ese momento tocaba la batería en una banda de jazz tradicional.
– ¿A los seis años?
– A los seis, en la Baby Jazz Band. Yo tocaba la batería, mi hermano tocaba el banjo y Milton Amadeo, el ex Mambrú, también de Bahía Blanca, tocaba el clarinete.
– Estabas muy ocupado para decidir ser mago.
– Pasa que en esa banda de niños yo también era el presentador, el director había visto en mí una cosa de histrionismo.
– Después, entre los seis y los nueve años, sumaste a la batería la conducción.
– Claro, la conducción, tal cual. Era muy divertido ir a los festivales de jazz con señores muy grandes que tocaban, la tradicional Jazz Band de La Pampa, la Jazz Band de Córdoba. Y en los festivales estaban los niños freaks que tocábamos jazz y jugábamos a las escondidas mientras los viejos estaban en una jam session hasta las seis de la mañana.
– ¿Quién te llevó a tocar en una banda siendo tan chico?
– Mi padre y mi madre. Mi abuelo Mingo, era muy fanático del jazz. Un día Milton, amigo nuestro, vino con la novedad de que tocaba el clarinete en una banda de jazz. Caí en lo de Tito Piqué, un viejo bohemio espectacular que había heredado un montón de guita, que nos contaba fábulas que inventaba y mientras a nos iba enseñando a tocar jazz a través del juego. Solo jazz tradicional, de la década del 50, si escuchábamos a Luis Amstrong o a Miles Davis era pecado.

– ¿Cuando eras chico ya querías estar ligado al espectáculo?
– Sí, cuando hice mi primer show de magia, subí al escenario con muchísimo miedo esperando que explotara Bahía Blanca y que mueran todos para no hacer ese show. Pero cuando salí al escenario fue: de acá no me bajan ni a patadas en el culo. Eso fue a los 13 años, dije, de acá no me bajo nunca más. No sé de qué manera, si haciendo magia, tirando chistes, no sé qué, pero acá voy a estar. Sí yo tenía muy claro que iba a venir a vivir a Buenos Aires y se los planteé a mis viejos. No porque no me gustara Bahía, sino porque necesitaba venir acá a estudiar, a ver, a vivir de esto.
– ¿Vas a Bahía Blanca seguido?
– Sí, voy menos de lo que debería y de lo que querría. Pero hace más tiempo que vivo acá que lo que viví en Bahía.
– ¿Quiénes están ahí?
– Mis viejos, mi hermano, mi sobrino, uno de mis socios y muchísimos amigos. Mis abuelos hace muy poquito se fueron. Mis tíos. Tengo amigos de toda la vida.
– ¿Tus viejos vienen para acá?
– Sí, se fueron hace poquito, son venidores. Se quedan en casa, hay espacio en casa para que se queden. Siempre hay alguien dando vueltas. Hay un living muy grande que tiene un sillón muy cómodo y hay una habitación aparte.
– Pero no los vas a mandar a tus viejos a dormir al sillón…
– Pero mi hermano a veces duerme en el sillón. A Fernanda (n de la r: su pareja, Fernanda Metilli) le gusta mucho dormir en el sillón.
“YO NO TOLERO DORMIR CON LOS PERROS. MUCHAS VECES FERNANDA DUERME EN EL SILLÓN PORQUE QUIERE DORMIR CON LOS PERROS”
– ¿Prefiere el sillón que tu cama?
– No, lo que pasa es que hay un tema ahí. Me voy a abrir por completo, a abrirte una intimidad de la pareja tremenda. Fernanda tiene adicción por los perros y dormir con los perros. Yo los quiero mucho a los perros, esa es la diferencia. Y yo no tolero el perro en la cama. El sillón es como una tregua. Todo bien: sillón, perros arriba, dormir, todo bien. Pero en la cama… Entonces muchas veces Fernanda duerme en el sillón porque quiere dormir con los perros.
– Los perros pueden subir al sillón y no a la cama.
– Sí, a veces suben igual un ratito. No pueden adentro de la cama. El problema es la sábana, afuera un cachito sí.
– ¿Ella prefiere dormir con los perros en el sillón que dormir con vos?
– No, no, no es que prefiera dormir con los perros… Le voy a preguntar. Pero le gusta mucho el tema del perrerío en la cama, si fuera por Fernanda tendríamos hasta una jirafa. Yo soy nuevo en el mundo perros.
– ¿Cuántos perros hay en tu casa?
– Uno, Honorio y sus dos perros.
– Siempre que Fernanda va a tu casa vienen los perros.
– A veces no viene Fernanda y están los perros.
– O sea que casi siempre hay tres perros y para vos es mucho.
– ¡Uf! Tiene mi tamaño Honorio. Los perros de Fernanda, los dos juntos, son como este vaso. Honorio es un ovejero enorme, inteligente. Los de Fernanda son horrorosos. Son feos, como que leyeron mal las instrucciones.
– ¿No le va a molestar a Fernanda que digas eso?
– Es una pelea que hacemos siempre (sonríe).
– ¿Vas a dormir a lo de Fernanda?
– Sí, a veces sí. Con Honorio que no se queda solo, no le gusta.
– ¿Y a dónde duermen los perros?
– Cuando estoy yo, abajo, tienen su camita abajo. Bueno, uno sí duerme al costado, Honorio, porque a él le gusta dormir al lado mío, debajo de la cama. Es que no sabés lo que son los perros, uno no puede subir la escalera porque tiene un problema en las patitas. No quiero que duerman adentro de la cama. Me van a matar los perreros ahora, van escribir barbaridades, siempre me matan.

– Pensaba preguntarte sobre tu familia ensamblada, pero no imaginaba que lo central del ensamble eran los perros. En la familia están además tu hija Bianca y la familia de tu ex mujer, Noelia.
– Noelia, Fabián, Juanita y Ringo, son los hermanos de Bianca. Y Hugo que es el perro papá de Honorio que me lo regaló Noelia, la mamá de Bianca. Honorio, mi perro, nace del matrimonio de los perros de la mamá de Bianca.
– Perfecto. Están todos juntos, perros y familia ensamblada, ¿en qué lugar?
– En la casa de ellos o en casa cuando vienen a comer.
– Todos van con perros a todos lados.
– Con el papá de Honorio que ahora es un poco más grande hay un quilombo de territorio, viste como son los perros. Pero sí, estamos ensambladísimos con Noe, con el Ruso, vamos de vacaciones juntos.
– ¿Se fueron a los parques de Disney todos juntos?
– Sí. ¿Viste la típica de habitaciones grandes con puerta en el medio que se comunican? “¿Tenés pasta de dientes?”. Fer no pudo viajar por cuestiones familiares de salud.
– Fer dijo “no”. Jajaja.
– Se consiguió un certificado (sonríe). No, fue un bajón porque tenía ganas, estaba el pasaje y no pudo viajar de verdad. No fueron los perros a Disney.
– Pero ahora se puede viajar con los perros.
– Es una barbaridad. No, para mí es un montón. Honorio tiene una guardería que es una maravilla.
– Terminaste hace pocas horas de filmar con Juan José Campanella.
– Ayer terminamos Parque Lezama con Brandoni, con Eduardo Blanco. Una experiencia trascendental que Agustín pequeño, ni loco se imaginaba que iba a pasar alguna vez.

– Es un hito Parque Lezama.
– Y lo va a ser más después de esta peli. La película se terminó de rodar con el contraplano de una escena mía y cuando dijeron “corte, quedó, listo”... Un aplauso y una emoción. Y Brandoni hablando con un megáfono, agradeciéndole a todo el equipo y después contándome que es su película número 80, fue todo re emotivo.
– Porque además de talentosos son todos un amor.
– No entendés lo que son, una belleza. Campanella es un niño de ocho años, lo único que le importa es el cine y eso es hermoso. Beto y Eduardo lo único que quieren es actuar, no les importa más nada. Soy un privilegiado, tengo muchísima suerte.
– El guión de la obra que protagonizás, Chanta, es de Mariano Cohn, Gaston Duprat y Juan Jose Becerra. ¿Unió la grieta?
– No lo había pensado eso, sí, es verdad. Son los tres muy capos. Tiene mirada desde los dos lados, eso me parece también muy inteligente cómo lo han logrado. Son muy amigos los tres. Han sido muy generosos, me dejaron jugar mucho con la letra, modificarla, agregar y sacar tanto a mí como a Marcelo Caballero, que es el director que hizo esa mega puesta en escena que me dijiste que te llamó la atención.
– Las personas cuando empiezan a recibir premios, a ser muy famosos, importantes, suelen ubicarse en otro lugar, a veces menos accesible. Se te ve en el mismo lugar de siempre, de estudiante, de aprendiz eterno. Pareces más joven y esa es la razón me parece.
– Me copa que digas eso. Es un lugar que busco todo el tiempo estar, no correrme de ese lugar de mente de aprendiz. Mi hermano, que me enseña mucho desde que nací, me dijo: “Tenés que tener la mente de aprendiz siempre, como dicen los japoneses”. Éramos pendejos, me acuerdo que me lo dijo en la calle Salta 468 en un patiecito de luz, estábamos ahí y mi hermano tipo tirándome una máxima. Me quedó grabado y es una muy buena forma de encarar todo desde el lugar. ¿Qué voy a aprender de todo esto? Porque siempre, en todas las áreas, estamos aprendiendo todo. Y posta que no es una postura de humildad, es como realmente lo siento. Sé también todo lo que sé hacer y lo que puedo hacer, pero estoy re sorprendido con todo lo que viene pasando.
“NO LLEGUÉ A NINGÚN LADO, POR FAVOR. SI LLEGO, ME TIRO A DORMIR Y ME DEPRIMO”
– Cuando crecemos sabemos más cosas. Pero muchos algunos creen que ya saben todo.
– ¿Sabés qué aburrido saber todo? Suponete que creés que sabés todo, ¡es un embole! Es como cuando te dicen: “Llegaste”. No llegué, no quiero llegar a ningún lado, por favor. Porque si llego, me tiro a dormir, me deprimo y tengo que tomar Rivotril.
– No hay un lugar de llegada.
– Ni en pedo. No, porque cuando llegaste se terminó. No quiero llegar, no.
– ¿Qué sucede con ese peinado loco? ¿Qué le pasa al pelo en tu vida? Tenés mucho pelo y eso para los hombres es una gran felicidad.
– Te agradezco mucho que lo notes. Estaba conviviendo entre tres cuestiones audiovisuales, dos series y una película. ¿Y qué pasa? Los tres tenían que convivir y no me lo podía tocar. Cuando terminé dije, me voy a cortar el pelo para ir a lo de María Laura y no llegué. Entonces lo tuve que acomodar.
“NO TUVE TANTO PELO. HICE UNA PEQUEÑA FERTILIZACIÓN”
– Me gusta, parece como una toca. Envolvente. Tenés mucho pelo.
– Es que no tuve tanto pelo. No tendría ningún problema en operarme, en ponerme pelo permanente. Pero hice un pequeño tratamiento, una pequeña fertilización en un momento. Un producto que se pone en el pelo que funcionó. A los veintipico.
– Prendió.
– Sí, eso. Esa es la palabra técnica capilarmente hablando, jajaja. Prendió.
“ME HICE GURÚ DE LOS ATAQUES DE PÁNICO, LOS TRANSITÉ Y LOS VIVÍ”
– ¿Cómo hago ahora para hablar de salud mental después de esto? Vos abriste un camino.
– Podemos. En un momento me hice como gurú de los ataques de pánico. Tampoco tengo tantísima experiencia, los transité y los viví. Los surfié y puede que estén ahí también.
– Cuando yo era chica no existían.
– No, no existía la palabra. Estrés, “está loco”, “está loca”. Tampoco es que puedo hablarlo mucho técnicamente. Sé lo que me pasó en dos temporadas, fueron varios ataques, pero en dos temporadas de mi vida.
– Estabas en un escenario la última vez.
– La anterior también estaba en un escenario, pero no actuando. Estaba yendo de un escenario al otro en una época en que hacía eventos a troche y moche.
– ¿Te dijeron que eran ataques de pánico los que estabas sufriendo?
– Sí. No es que un psiquiatra te dice en un papel esto es un ataque de pánico. A veces lo llaman depresión, ansiedad, o ataque de ansiedad o ataque de pánico.
“ES UN NIVEL DE TANTA ANSIEDAD QUE EL CUERPO ESTALLA”
– ¿Pero no es muy distinta la ansiedad de la depresión?
– Yo creo que sí, hay gente a la que se le dispara de diferentes maneras, a veces es con euforia, otras veces es con depresión.
– ¿Cómo se te disparó?
– Yo no sé si tuve depresión. Es un nivel de tanta ansiedad que el cuerpo estalla y la cabeza te dice, pará, pará. Y empiezan a salir como escapes y empiezan a prenderse luces. Hay que hacer algo porque te va a pasar algo.
– Y tenés que parar un tiempo.
– Por lo menos hay que parar para atenderlo. A veces no se puede parar 15 días, hay gente con cinco pibes que tiene ataques de pánico. Habría que parar, pero a veces la vida no te lo permite. Le puede pasar a cualquiera, no es que solamente sucede en un escenario.
“PRIMERO LLAMÉ A UN PSIQUIATRA, ME HIZO UN TRATAMIENTO, PASTILLAS. A VECES FALTA ALGO EN LA CABEZA”
– ¿Cuánto tiempo tuviste que empezar a dedicar a tu salud mental después de esos ataques? Terapia, psicólogo, psiquiatra.
– Creo que hay que ocuparse siempre, que es como hacer gimnasia, moverse. Hay que ocuparse siempre para que no sucedan estas cosas y atacar los lugares donde uno tiene que acomodar el laberinto.
– ¿Antes te ocupabas?
– Sí, siempre me ocupé de mi cabeza. Otra frase que me ayudó mucho fue una que me dijo mi vieja: “La mejor guita invertida es en la cabeza”.
– Tuviste que ocuparte entonces un poco más.
– Ocuparse de forma intensiva. Primero, un psiquiatra me hizo un tratamiento psiquiátrico. Pastillas, como se toma para la hipertensión, para la diabetes. Tenés un quilombo químico, hay que solucionarlo. No es el único camino, yo encontré ese camino. Después me ocupé en terapia, ver por qué se había desconfigurado o desajustado o desafinado la guitarra. Si algo me copa de poder hablarlo es que siempre hay alguien que lo escucha y dice: “Qué bueno que lo naturalizás”. Hay mucho miedo a la locura. Sí, tenemos miedo a la locura.

– Pocas personas se animan y dicen, sí, claro, fui a un psiquiatra, tuve que tomar pastillas. Antes te tildaban de chiflado si te recetaban pastillas.
– “Toma pastillas”... Yo tomo vitaminas también y tomo creatina porque entreno. A veces necesitás, falta algo ahí en la cabeza. A veces en redes me dicen que no es el único camino, las farmacéuticas. Qué sé yo, cada uno busca.
– Leí que meditás y que eso te ayuda.
– Me ayuda un montón, sí. Hago una meditación budista que me enseñó Jaime Louta que me encanta y me centra en el ahora, ya, acá, presente.
– ¿Lo hacés cuando necesitás bajar?
– No, lo hago cuando tengo tiempo en mi casa. Me siento y hago ese ritual de meditación con respiración que me hace muy bien.
– Las generaciones más jóvenes, los centennials y los millennials, sufren mucho ansiedad y ataques de pánico.
– Si vivimos como locos… Éste teléfono, la pantalla, no sé si el cerebro está preparado para la velocidad de todo lo que estamos consumiendo. Me hice conocido en las redes sociales y nos están volviendo locos a todos. A veces estoy yendo al baño y me encuentro parado en el medio del living mirando cómo un tipo está peinándole el pelo a un caballo. Después a un chabón cambiando la batería de un auto y a otro sacándole la pintura a una bicicleta y no entiendo por qué lo estoy viendo. Nos pasa a todos, te encontrás scrolleando contenido basura.
– ¿Qué de eso nos enloquece?
– La ansiedad que genera eso, la dopamina que genera estar consumiendo esta mierda de las pantallas. Está buenísimo un ratito, pero nos consume mucho tiempo.
– Cuando tuviste tu primer ataque de ansiedad no existían los smartphones.
– Pero hacía ocho shows por noche.
– Eras como el Rodrigo Bueno de la magia.
– Eventos, bar mitzva, fiesta de 15, fiesta de empresa, casa de familia. Sí, llegué a hacer ocho. Un fin de sábado normal hacía cuatro o cinco shows. Devoto, Ituzaingó, San Isidro, Martínez, La Plata, en una noche. Sin GPS, iba con la Filcar en el auto que le compré a Milton en cuotas, un Twingo, yendo de un evento a otro.
– ¿Lo hacías por la plata?
– Sí, porque tenía una hija chiquita y era el sostén de la familia. Y porque “no puedo dejar pasar el tren, hay que hacerlo”.
– “Y este momento no se va a volver a repetir”.
– No se va a volver a repetir, y ahora me llama un productor y después el otro. Eventos, ni siquiera estaba el mundo del teatro, la televisión, o el cine, eran eventos. Mi objetivo cuando vine a Buenos Aires era laburar en eventos y por suerte lo hice porque aprendí un montón. Por eso viste Chanta y te divirtió tanto también.

– Uno siente que estás conectado con el público, son muchos años.
– Sí, de mirar con este ojo que no salga el mozo con el plato principal porque se me cae la gente, o que a aquel que está borracho lo tengo que contener para que otro no se me distraiga. Y decirles “mírenme, que son 40 minutos, le cobré una seña al dueño de la fiesta, le tengo que terminar de cobrar lo que falta y de acá me tengo que ir a hacer una comunión. Entonces necesito que estos 40 minutos ustedes me compren”.
– Concentrar la atención.
– Concentrar y manejar la atención. Esa es la clave del entretenimiento en eventos sociales, controlar la atención de todos. Nadie quiere ver a un mago o a un comediante en un evento, nadie.
– Lo lograste, uno no puede dejar de mirarte hipnóticamente.
– Sí, y también haber laburado un tiempito en la calle. En la calle es peor, tenés que frenar al transeúnte para que se quede.
– ¿Que no siga caminando?
– Que no siga caminando, que se quede, que voy a hacer un show. Quédate un toque, sentate, voy a hacer el show, en un momento te voy a pedir plata y después va a terminar. Un montón de recursos que fui y que voy aprendiendo todo el tiempo.
– Quiero terminar este reportaje hablando de tu hija. Tuviste una hija siendo muy joven y tiene casi 19 años. ¿Es raro, no? La diferencia de edad se achica.
– Muy raro, muy espectacular, es lo mejor que hice. Somos muy compañeros, viajamos mucho juntos. Es un lugar común pero Bianca es mi maestra de todo, me pegó algunas ubicadas espectaculares sin saberlo. La veo y hablo de ella y me emociono. Estoy muy feliz y muy orgulloso de Bianca.
– ¿Te gustaría tener más?
– No, ahora no. ¿Más hijos? No. En algún momento sí. ¿Qué me pasa? Soy muy joven, tengo 41 años, una hija muy grande y tengo mucha independencia. También está Honorio.
– Es un hijo más.
– No, no. Es mi perro, no es mi hijo.
“TENER HIJOS HOY NO. TENGO TAMBIÉN LA CERTEZA DE QUE FERNANDA NO QUIERE Y CREO QUE ES LA MUJER DE MI VIDA”
– Volvimos al perro. No creés que te podés tentarte en el futuro y que aparezcan las ganas de volver a ser padre.
– No, ya está. Voy a contar algo también muy privado, que Fer también ha contado. Fer no quiere tener hijos, Fer no quiere ser mamá. Y esto sí lo hablamos mucho con Fer, en algún momento me hubiese gustado tener un hijo con Fer. No sé si me hubiese gustado tener otro hijo, no es lo mismo. Me preguntás, ¿te gustaría hoy tener otro hijo? Hoy no. También tengo la certeza de que mi pareja no quiere y creo que es la mujer de mi vida. Estoy muy tranquilo con eso. Digo “creo” para no descubrirme tanto.
– ¡Qué lindo eso! Todo lindo, no solo que sea la mujer de tu vida, sino que si ella no quiere, vos tampoco.
– Está Honorio, Pantuflas, Chancletas, los perros.
– Está Bianca.
– Y está Bianca, obviamente, la reina de todo.
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