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Lotería geológica, velocidad geológica

Lotería geológica, velocidad geológica

Esta semana la comisión investigadora de la Cámara de Diputados encargada de revisar el acuerdo entre SQM y Codelco para explotar litio en el salar de Atacama pidió dejarlo sin efecto. Es el corolario de una trama de decisiones que hasta ahora impiden el aprovechamiento pleno de uno de los recursos naturales más cotizados del mundo.

Veamos. Ante el vencimiento en 2030 del contrato de arrendamiento a SQM, Corfo disponía de dos familias de soluciones. Una, algún tipo de licitación de los derechos de explotación posteriores como si SQM fuera un actor más, sin consideración por las décadas de inversión y acumulación de know how.

La otra, considerar a SQM como un actor diferente, el experto ya curtido en la operación y dueño de un sinnúmero de activos distintos al yacimiento mismo.

De optar por la primera, el Estado hubiese recibido un platal. Argumento poderoso, sin duda, pero no el único. Desde el instante del anuncio, SQM hubiera enfrentado un desincentivo inmenso a invertir en aumentos de producción —el objetivo número uno para generar progreso—, porque esos frutos podían pasar a otras manos. Se suma el riesgo del valle productivo durante la transición. Sigue un sinnúmero de dificultades logísticas, tales como la migración (¿o no?) de miles de trabajadores (indemnización por despido mediante), o la venta forzada de la planta de refinación, inútil sin yacimientos pero fuera del área arrendada a Corfo.

Ambas vías eran muy imperfectas. Una generaba una encrucijada productiva, y la otra dejaba mucha plata sobre la mesa. La decisión, hoy sabemos, fue tratar a SQM como un actor preferencial y negociar una asociación con Codelco.

El dilema se origina en un pecado de origen: un contrato con fecha de caducidad. La minería opera con horizontes muy largos de inversión. A la hora de decidir si abrir o no una faena, nadie presta oreja a las fluctuaciones de precios de ayer, sino que a los fundamentos de las décadas siguientes.

Aunque ese pecado en realidad no es de origen, sino que derivado. La causa última hunde sus raíces en la anomalía que rige al litio por argumentos levantados en 1978 con lógica de Guerra Fría: es el único elemento para el cual no sirven las concesiones mineras, el instrumento que tan eficaz ha probado ser para otorgar certeza de largo plazo. Solo respecto del litio, es el Estado el que decide dónde, cuándo y cómo explotar. Por eso Corfo y SQM forjaron una relación contractual con una cláusula tan disfuncional al quehacer minero. Mientras las cupríferas invierten billones proyectándose a décadas, SQM siempre vivió con el fantasma de 2030 respirándole en la nuca.

Si bien los casos son distintos —no hay faenas operativas ni know how adquirido— la anomalía aún entorpece el desarrollo en otros salares. En Maricunga, Codelco lleva años moviéndose a ritmo un poco más que geológico. Acaba de anunciar un socio y aún falta un largo trecho para que exportar el primer kilo. En los salares altoandinos recién esta semana Enami anunció un aliado (el mismo de Codelco en Maricunga). En un escenario de litio no excepcional, hace rato que esas concesiones hubiesen sido adquiridas a precio de mercado por empresas sin necesidad de pasar por una curva de aprendizaje, y con un sentido de urgencia proporcional a la sed mundial por un metal esencial para la transición energética.

Desperdiciamos mucho tiempo ya. Urgen decisiones inteligentes para no seguir desperdiciando el futuro.

Por Joaquín Barañao, equipo Incidencia Pivotes

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LaTercera.com

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