Soledad Jeria, una diplomática al mando de Rio Tinto en Chile
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Soledad Jeria, una diplomática al mando de Rio Tinto en Chile

“Antes de entrar, estaba supernerviosa. Ahí estaban los grandes crack de la minería chilena”, recuerda coloquialmente Soledad Jeria, cuando en 2020 le tocó integrar como primera mujer el directorio del Consejo Minero, el poderoso y, hasta ese día, masculino gremio que agrupa a las grandes empresas del rubro del país. “Lo que me ayudó es que muchos de los que estaban sentados a mi lado habían sido mis jefes. Entonces, dejé que me acogieran, pero con el tiempo tuve que ponerme más dura y dejar de ser el pajarito nuevo”, añade.
A cinco años de ese hecho, Jeria es hoy la mujer del momento en la minería. Porque como country manager de Rio Tinto, la segunda mayor compañía del rubro en el mundo después de BHP, es quien ha tenido el rol clave de acercar a esa enorme corporación a Chile, uno de los países más mineros del mundo y en el que hasta ahora sólo se había dedicado a explorar.
Y en las últimas semanas la gigante anglo-australiana se ha hecho notar. El pasado lunes, anunció un nuevo acuerdo de colaboración con Codelco para acelerar el potencial de Nuevo Cobre, un joint venture firmado entre ambas en 2023 que busca desarrollar un distrito minero en las cercanías de Potrerillos. Ese mismo día, DF informó que Rio Tinto creó una filial en Chile para acometer el negocio del litio, donde se encuentra en la carrera final para profundizar su relación con mineras estatales chilenas. Pues por un lado está en la lista corta para asociarse con la misma Codelco para la explotación del salar de Maricunga y, por el otro, también está preseleccionado para hacerlo con la estatal Enami en el proyecto Salares Altoandinos. Todos, negocios ubicados en la Región de Atacama. Un rubro al que Rio Tinto entró con fuerza hace menos de un año, con la compra de Arcadium Lithium en US$ 6.700 millones.
“Mucho de mi camino en Rio ha sido educar de lo que es Chile: traer ejecutivos, reflotar acuerdos de colaboración. Aunque a veces puede ser un poco frustrante, porque me sale lo chileno y les digo: ¿Cómo no vas a conocer Chile y su importancia en cobre?”, cuenta entre risas.
Sin embargo, después de un quinquenio tratando de convencer sobre la necesidad de una mayor presencia de su empresa en Chile, bajo la consigna de que “Rio Tinto necesita a Chile y Chile necesita a Rio Tinto”, hoy está viendo de a poco los resultados de esa gestión. Pues su tarea original se había centrado en administrar el 30% que su compañía posee en Escondida, la mayor mina de cobre del mundo que opera su archirrival, BHP.

Minera por casualidad
Luego de dejar el colegio internacional Nido de Águilas -donde estudian tradicionalmente los hijos de los diplomáticos en Chile- y una prometedora carrera deportiva como seleccionada nacional de nado sincronizado, Soledad Jeria (47, dos hijos) estudió Ingeniería civil industrial en la Universidad Católica. Egresó en 2002 para debutar con su primera experiencia laboral en la aerolínea LAN como encargada de contratos. Allí estuvo hasta 2005, cuando el traslado de su exmarido periodista a Antofagasta la obligó a buscar trabajo allá, donde lo más lógico era emplearse en la minería. Entró como jefa de contratos a SQM.
Pero tenía el bicho de estudiar afuera y dos años después fue aceptada para un MBA en la Sloan School del MIT: “Iba con narrativa minera y pensaba que quería volver a la minería, pues Chile es un país minero y es una industria que tiene un impacto de 360 grados”, en referencia a sus efectos en lo económico, lo social, lo ambiental, etc.
Con cortos pasos por BHP y por un fondo de inversión en Estados Unidos, volvió a Chile en 2010 a su rubro preferido, en Antofagasta Minerals, donde creció por el lado de las finanzas en las minas Antucoya y Los Pelambres, y en la casa matriz de la minera de los Luksic. Hasta que en 2018 la canadiense Teck la levantó para llevársela como gerenta de Negocios, donde su actividad se centró en sacar adelante el proyecto Quebrada Blanca II, el mayor proyecto minero de la historia en Chile por monto de inversión hasta ese momento (casi US$ 8 mil millones).
Estaba entretenida en eso cuando un head hunter le propuso postular para ser la cabeza en Chile de una gran minera global en 2020. Avanzó y ganó. Era una gran oportunidad profesional que veía con la intención de internacionalizar su carrera. “Pero en vez de que mi salto fuese hacia afuera, tomé a Rio Tinto y lo traje a Chile”, comenta.
Dulce, horizontal y prudente
Comenzó trabajando con sólo cinco personas y ahora son 12. Claro que si los proyectos que están revisando maduran, ese número podría incrementarse sustancialmente.
“En su liderazgo, mantiene sus cualidades femeninas: es dulce, cercana, bien horizontal, algo poco común en la industria minera y raro en mujeres poderosas”, cuenta una ejecutiva que comparte directorio con Jeria.
Además de integrar el Consejo Minero, es directora suplente de Escondida, y directora de Nuevo Cobre, de la Fundación Escondida, de la Fundación Sewell, la Fundación San Agustín y desde este año, de la Cámara Chileno Norteamericana de Comercio (Amcham).
“En la dinámica de directorio, siempre escucha primero antes de hablar y cuando tiene comentarios, siempre son muy acertados y aporta buenas ideas. De una calidad humana tremenda. No se cree el cuento de tener un gran cargo, pues se mantiene con los pies en la tierra”, cuenta Susana Sierra, segunda vicepresidenta de Amcham.
“Es muy amable, pero bien clara en sus puntos, en defender a su empresa, a la minería y en cualquier tema que pueda afectar la inversión extranjera”, comenta otro director.

Aunque Jeria ha sido la cara en Chile de los planes de Rio Tinto, el presidente de Codelco, Máximo Pacheco, ha compartido con ella más en el Consejo Minero que en los acuerdos suscritos entre ambas compañías, donde dice que su contraparte ha sido el CEO Jakob Stausholm. “Es prudente, reflexiva, habla poco. Tiene un estilo grato y amistoso”, cuenta sobre sus encuentros.
Ella misma admite que mira con lejanía ya la tierra y los fierros de las operaciones, y que su trabajo ha ido variando cada vez más desde lo técnico y financiero hacia lo “político”, que en una empresa implica encauzar la relación con gremios, competidores y autoridades, con el objetivo de reforzar el negocio. Ha pasado, en otras palabras, a ser una especie de embajadora de la multinacional en Chile.
“Muy segura de su rol y de la tremenda empresa que representa. La experiencia que le ha dado esta posición es lo que la ha hecho crecer. Pasó de cargos operativos a directivos, y ahora tiene un rol relacional con sus pares, con el sector y con autoridades. Y se ha desarrollado sin mayores inconvenientes. Ha tenido desafíos grandes y los ha superado bien”, comenta Joaquín Villarino, presidente ejecutivo del Consejo Minero, uno de los testigos de esa primera vez, hace cinco años.
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