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La terremoto de Alcobendas (o cómo Karla Sofía Gascón murió y resucitó en tiempo récord)

La terremoto de Alcobendas (o cómo Karla Sofía Gascón murió y resucitó en tiempo récord)

Han pasado tantas cosas en tan poco tiempo que es fácil olvidar que fue hace tan solo unos meses cuando un extraño volcán de excentricidad, talento y exceso llamado Emilia Pérez entró por primera vez en erupción en Cannes. Ahí, el jurado perdió la oportunidad de coronar a una actriz transgénero, aunque dio absolutamente igual: el premio fue para todo el elenco femenino, pero el huracán de Alcobendas, Karla Sofía Gascón, atrajo toda la atención, como un imán o una cabeza de Medusa que acabaría petrificándolo todo a su alrededor. El destino de esta Emilia Pérez situada entre el narcocorrido y el culebrón podría dar para varias tesis doctorales. Para empezar, la película es una encrucijada donde realidad y ficción se entrelazan: un musical sobre tránsitos identitarios y transformaciones espirituales que, a la vez, funciona como la alfombra roja sobre la que su indudable estrella presentaba ante el mundo su nuevo yo y una flamante e inesperada fuerza interpretativa anclada en una íntima verdad. Después emergió el insistente y multidireccional ruido de nuestro tiempo, que señaló apropiaciones culturales, dictaduras woke, transfobias y lo que se pusiese a tiro (a veces, incluso una cosa y su contraria)… hasta que fue la propia Karla (o su voltaico pasado tuitero) quien dio el gran giro de guion que lo revirtió todo. Se desencadenó entonces algo parecido a una suerte de versión 2.0 de la Historia Más Grande Jamás Contada, con una vociferante Mesías narcisista crucificada (y crucificándose) en su centro, un Pilatos corporativo (Netflix) y una singular síntesis de Judas y apóstol Pedro (Audiard) capaz de negar más de tres veces por un Oscar valorado en más de 30 monedas. Todo acabó delatando más cosas sobre nosotros, sobre el espíritu de la época, que sobre la imponente Karla, que sí, en efecto, no es el mayor ejemplo de modestia, templanza y prudencia del universo, ni la más sensible ponente para un Congreso de Diversidad, pero, en tiempo récord, parece haber muerto y vuelto a resucitar esquivando el peligro de caer en el infierno del estrellato basura.

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ElPais.com

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